Wines of Argentina (WofA), institución que impulsa la promoción del vino argentino en los mercados mundiales, celebra desde 2011, cada 17 de abril, el Malbec World Day (Día Mundial del Malbec) con eventos y actividades en los principales centros de consumo del vino con el objetivo de promover la variedad emblema del país y toda la industria.
Aunque el origen del malbec es francés, precisamente de Cahors, una comuna cercana a Burdeos, en la región sudoeste de Francia, evidenció con el tiempo una evolución tal que en el mundo se habla de malbec argentino.
El desarrollo que experimenta la cepa llega a tal punto que en breve se publicará el mapa genético del malbec, producto de un hallazgo de Vivero Mercier Argentina y del Instituto de Biología Agrícola Mendoza, que van a compartir el estudio “Proyecto Iberogen, avance científico respecto de la variedad que explican como una mirada estratégica pensando en la respuesta del malbec al cambio climático.
En materia de producción, este vino sigue reflejando un crecimiento sostenido. Con 46.941 hectáreas plantadas en Argentina, representa el 24,9 por ciento del total destinado para elaboración en el país, y el 41,5% de la superficie de uvas tintas, siendo la variedad más cultivada.
Desagregado por provincia, Mendoza se mantiene a la cabeza con la mayor superficie del varietal, con el 84,4 por ciento (39.635 ha), seguida de San Juan con el 6,19% (2.905 ha), y Salta con el 3,82% (1.793 ha).
En cuanto a exportaciones, el 2023 cerró con 1.212.645 hl de malbec comercializados en el mercado externo, representando el 69.3 por ciento del volumen total de varietales exportados, y el equivalente a 410,5 millones de dólares, según datos del Instituto Nacional de Vitivinicultura.
El Malbec en Argentina
Alberto Arizu (h), cuarta generación de una de las familias de bodegueros más tradicionales del país, cuenta en una nota en Infobae que el malbec llegó a la Argentina alrededor de 1850, de la mano de un botánico francés llamado Michel Aime Pouget, que Domingo Faustino Sarmiento conoció durante su tiempo de embajador en Chile.
Fue Sarmiento justamente –dice– quien lo contrató para llevar adelante la dirección de la Quinta Agronómica de Mendoza, primera escuela de agricultura del país.
Siguiendo el modelo de Francia, esta iniciativa proponía incorporar nuevas variedades de cepas como medio para mejorar la industria vitivinícola nacional. Posiblemente este sea el inicio de una vitivinicultura organizada como la conocemos hoy.
El 17 de abril de 1853, con el apoyo del gobernador de Mendoza Pedro Pascual Segura, se presentó el proyecto ante la Legislatura provincial, con vistas a fundar la Quinta Normal y su Escuela de Agricultura. Por eso celebramos en esta fecha el Día Mundial del Malbec, que todos los años llena cientos de ciudades alrededor del mundo de sus inconfundibles aromas, su dulzura y despliega toda su elegancia.
Los argentinos somos afortunados de tener este tesoro que encontró un nuevo hogar a miles de kilómetros de su origen, cultivada durante más de un siglo por inmigrantes, como mi bisabuelo, que llegaron a nuestro país, prósperos y pujantes, en búsqueda de nuevos horizontes y dieron forma pacientemente a los vinos que hoy bebemos y disfrutamos en el mundo entero. Esta cepa delicada que se cosecha más tarde, susceptible al frío y a la falta de sol, encontró en Mendoza un clima seco y soleado, ideales para su desarrollo.
Siempre me gustó decir “nosotros no elegimos el malbec, el malbec nos eligió a nosotros”. Dentro del extenso parque varietal, traído por estos inmigrantes, en su gran mayoría del Mediterráneo, muchos de ellos, como mi familia, cultivadores de la vid por generaciones, fueron descubriendo que las alturas que ofrecía nuestra cordillera, con suelos irrigados con el agua proveniente del deshielo, creaban el lugar perfecto para ver nacer nuestro malbec, que hoy celebramos.