«Fue una entrada que, ahora que lo pienso, no debería haber hecho. Yo tengo todos los elementos de seguridad, pero esta vez no me llevé ni una linterna. Era entrar una horita para despuntar el vicio y volvíamos para asar un lechón. No hay que hacerlo«.
Con esa reflexión autocrítica Raúl «el Pato» Villegas se refirió a la experiencia vivida junto a otro pampeano, «Tony» Meza, con quien pasó casi un día entero a la deriva mar adentro, a unos 18 kilómetros de la costa.
«Agotado, quemado por el sol, pero feliz acá con la familia en Monte Hermoso», le contó a una emisora pampeana que lo contactó para lograr su primer testimonio el día después de ser rescatado.
Casi un día a la deriva
Villegas y Meza vivieron una pesadilla de casi 24 horas entre el viernes a las 16, cuando entraron al mar a pescar en un kayak, y el sábado a las 15.50, cuando «el Vasquito», un pescador de nuestra ciudad, los subió a su embarcación y los llevó de regreso a tierra firme.
«El kayak estaba roto y no lo sabíamos, igual la pesca es una pasión y no la voy a abandonar. Lo haré con más recaudos la próxima», les contó a los periodistas del programa La Pampa Va que lo entrevistaron en la mañana del domingo pasado.
Villegas, que es de Santa Rosa pero vive en Toay, trabaja en la Televisión Pública Pampeana, tiene dos hijos, una nena y un varón: “Ellos fueron el motor, porque la angustia de uno pasa por ellos. Yo veía todo el desgaste que hacían y me quería morir. Yo sabía que estaba vivo, pero imaginate ellos, toda la angustia que pasaron, todo lo que se les pasaría por la cabeza. Pero tratamos con mi compañero de no pensar en eso porque te descuidás y te lleva el mar», comentó.
Su compañero de naufragio, «Tony» Meza, es oriundo de Quemú Quemú, propietario de una empresa de limpieza en la capital de La Pampa.
Angustia
Sobre la decisión de ingresar al mar dijo Villegas: “Veníamos de varios días de querer entrar pero el mar estaba bravo, así que en ese momento (el viernes) se puso más tranquilo y decidimos entrar. Fue un ratito porque teníamos a la noche el cumpleaños de la esposa de él, así que la idea era despuntar el vicio un ratito y salir. Cuando fuimos a pegar la vuelta el kayak estaba inundado. Se llenó de agua. Lo mantuvimos a flote, nosotros colgados a los costados, con chalecos, empezamos a atar sogas con mi compañero. Nos organizamos para aguantar”.
Las autoridades de Prefectura habían desplegado un intenso operativo de búsqueda por aire, tierra y agua. El rastrillaje se hizo con el guardacostas «Ingeniero White», un semirrígido, motos de agua con nadadores de rescate y medios terrestres. También participaba un avión patrullero, apoyando el operativo desde el aire.
– ¿En algún momento creyeron que no iban a sobrevivir?
– A la noche se complicó bastante, tratábamos de mantenernos activos con las piernas para no congelarnos. El viento estaba fuerte y el agua estaba templada, así que prácticamente estábamos con la cabeza solamente fuera del agua.
– ¿Temiste por tu vida?
– Estuve tranquilo porque estábamos en un lugar donde pensé que nos iban a rescatar apenas saliera el sol. Todo el momento estuvimos frente a Monte Hermoso, ahí nomás, hasta que cambió el viento y nos empezó a llevar.
Los chicos que se metieron con el pesquero dicen que esa noche y a la tarde del día anterior el agua estaba de determinada manera y por lo tanto nosotros debíamos estar en una dirección. Cuando se metieron a buscarnos fueron directo, llegaron en menos de 20 minutos de reloj.
– A qué distancia estaban de la costa
– Hicimos 18 kilómetros pataleando. Nosotros escuchábamos las motos de agua, yo veía mi camioneta como iba y venía en la playa, vi todo el despliegue de mi familia. Todo vimos durante la noche, lo que ocurre es que cuando enfocaba para la costa cambiaba la corriente y nos sacaba, entonces anclamos con mi compañero y nos quedamos ahí toda la noche.
Al otro día, vimos que no nos buscaban más pero yo había visto un bote pesquero y le dije a mi compañero que enfiláramos para ahí, en dirección al bote, pero ellos nos encontraron primero.
El pescador rescatista
“Yo no soy rescatista, solo tengo conocimiento de la zona, soy un simple pescador artesanal y nada más”, le dijo a un medio de Bahía Blanca Enrique “El Vasco” Cayareta, quien posee 26 años de experiencia en el mar.
“No obstante –reconoce– ayuda mucho el conocimiento que tiene uno de nuestras costas. Los encontramos con vida y eso es impagable”.
El experto pescador dejó un consejo a quienes usan kayaks: “El mar no es para cualquiera; hay medidas de seguridad mínimas que se pueden tomar. Cómprense una linterna estanca (así se llama) que no la rompe el agua, porque es más fácil encontrar a una persona en la noche que en el día, porque una lucecita se ve de kilómetros. Con una inversión pequeña podés salvar tu vida”.
Final feliz
“La verdad que fue una desgracia con suerte, más que nada para mi familia. Ahora hay que replantearse un montón de cosas”, argumentó Villegas.
“Lo que quiero es agradecer a estos chicos que nos rescataron, nos hicieron todos los primeros auxilios, la verdad que se portaron terriblemente bien. No me podían cargar porque tenían que esperar que Prefectura nos viniera a buscar pero yo le dije que nos saquen porque estaba acalambrado, ya no podía más”.
El lechón que iban a asar el viernes a la tarde-noche era para celebrar el cumpleaños de la esposa de Tony. Lo comieron el sábado por la noche, horas después del rescate.
«La verdad es que teníamos más ganas de dormir que de comer, pero lo comimos», concluyó Villegas.
Fuente y foto, La Arena