El día se presentó fresco, destemplado y con algunas lloviznas. Pero eso no fue impedimento para que el pueblo se reuniera en la Plaza de la Victoria, junto al Cabildo.
Nos llegamos hasta el lugar para vivir los acontecimientos de cerca, recogiendo las voces de los protagonistas.
En la primera mirada se destacan las damas que transitan con sus vestidos coloridos y de domingo. Es un hecho importante el que está sucediendo.
Van acompañadas por sus doncellas, o de sus jóvenes hermanas y hasta algunas madres; transitando entre el suelo mojado y resbaloso, evitando ensuciarse sus zapatos y vestidos y acompañadas por paraguas necesarios para el momento en que se desataran los primeros chaparrones, ya que nubes oscuras y amenazantes surcan el cielo de la ciudad.
A las márgenes, las clásicas empanadas y los tamales, que se ofrecen a viva voz para acompañar la jornada, ya que parece que va a ser larga.
Se pueden percibir dudas, incógnitas, incertidumbres. Nadie sabe a ciencia cierta qué es lo que va a pasar. Todos comentan la semana de agitadas reuniones, renuncias y hechos políticos que, sumados, desencadenaron las primeras voces emancipadoras.
De las reuniones en la jabonería de Vieytes, pasando por tantas otras clandestinas, que entre gallos y medianoches fogonaron el espíritu emancipador, que no solo contó con las voces de los ilustrados que repetían las palabras de los padres de su educación como Rousseau y Montesquieu sino también de los agitadores que pedían el gobierno del pueblo y para el pueblo.
Europa está viviendo momentos de desestabilización institucional y avances de un influyente y poderoso Napoleón Bonaparte. Tras la invasión en 1808 de Napoleón a España y la disolución de la Junta Central de Sevilla al año siguiente, las colonias dependientes de la corona española en América vieron detrás de la acefalía una auténtica oportunidad de emancipación. El momento tan ansiado había llegado.
No obstante eso, un grupo de criollos revolucionarios y activistas también habían tomado cartas en el asunto y comenzaron a formar su grupo de chisperos, denominados así porque utilizan armas que emiten chispas, también reconocidos como La legión infernal. Al mando están dos inquietos hombres de fuertes convicciones, que levantan la bandera de la emancipación del poder colonial en todo el continente.
Y aquí están: Domingo French y Antonio Beruti. Se conocen desde pequeños. Si bien uno es cartero y el otro abogado, ambos coinciden en su mirada y en la convicción de la necesidad de formar un brazo armado que sostenga las acciones de los patriotas.
Tienen una importante función este día: controlar el ingreso al Cabildo de los representantes criollos que abogarán por la destitución del virrey Cisneros y la constitución de la Primera Junta de Gobierno. Eso es lo que está pasando puertas adentro del Cabildo, este 25 de mayo.
Están expectantes, ansiosos, inquietos y atentos. Mirando permanentemente lo que está pasando. Contando casi los minutos, esperando que la Primera Junta de Gobierno se constituya.
Pero su función no es solamente esa, nos decían en tono confidente. “Tenemos preparado un grupo armado por si fuera necesario intervenir”, nos confesó French en tono cómplice y como avisándonos que esto podría pasar. La información la completó Beruti, cuando nos dijo que estaban muy atentos porque si Belgrano salía al balcón y arrojaba un pañuelo, sería para dar la indicación de que ese cuerpo armado debía ingresar y ya nadie sabía cómo iba a terminar aquello.
Mientras todo esto iba pasando, estos hombres hablaban con el pueblo, generaban incertidumbre y arengaban a los individuos para pedir explicaciones con la frase que será historia: “el pueblo quiere saber de qué se trata”. Detrás de esa frase había todo un grito que reclamaba no solo información, sino también compromiso, responsabilidad y participación.
En un momento, French sale corriendo de un solo impulso y comienza a golpear fuertemente las puertas del Cabildo. A viva voz reclama saber qué está pasando. Eso también es una señal para saber cómo iban las cosas en el interior.
La Primera Junta de gobierno estaba a punto de constituirse. Según nos cuenta Beruti, tampoco los nombres fueron casuales, ni salieron de la voluntad de ese grupo de hombres sesionando en el Cabildo. Esa Junta la habían pensado y escrito en un papel la noche anterior. Cornelio Saavedra presidente y Mariano Moreno y Juan José Paso como secretarios. Y así salió de la mano de Beruti, que de pronto pidió papel y tintero y de un impulso escribió los nombres de lo que sería el Primer Gobierno Patrio. Y así nos lo contaba con orgullo.
El tiempo se acaba. La plaza tiene una adrenalina propia. El pueblo desea fervientemente que estos hombres salgan al balcón y anuncien lo esperado: que hemos dado el primer paso para la emancipación de los virreinatos del poder colonial.
¡Al fin sucede! El pueblo vitorea a estos patriotas. El pueblo comienza a soñar con la libertad.
Dicen algunos que saben más, que esto recién comienza.
Dicen otros con asombro: quién hubiera pensado que estos jóvenes serían capaces de tanto.
Piensan otros, pero no lo dicen, mirá a estos dos (por French y Beruti), a los que les gusta la vida nocturna, el vino, el juego de barajas y las mujeres, cómo se pusieron en marcha para comenzar a pensar en una patria emancipada y libre. ¿Quién lo hubiera pensado no?
Más allá de eso, estos cronistas terminan la jornada agotados, pero también felices. Estuvimos pensando, además, cómo hacer para contar todo lo que hoy pasó. Necesitamos una manera ágil y que llegue a todos de la misma forma.
Mariano Moreno habló alguna vez de hacer una publicación que cuente todo y llegue a todos. Quizás está llegando el momento de eso.