Ante la notoria pérdida de efectividad de las encuestas electorales, que como ya hemos dicho hoy apenas alcanzan a medir el humor social, la incertidumbre sobre el comportamiento de los electores es lo que campea.
¿Habrá sorpresas? En todo caso ¿cuáles? ¿Habrá paridad? ¿Cambios notorios en la expresión de la voluntad popular? ¿Cuánta concurrencia se registrará? ¿Aumentará el voto en blanco?
Mientras esperamos que las dudas empiecen a disiparse por la noche, un buen ejercicio puede resultar el repaso de los resultados oficiales verificados en elecciones anteriores.