Lo que sigue es la reproducción textual de la comunicación del titular del gremio de los guardavidas montermoseños, entidad que no cuenta con el reconocimiento del gobierno comunal.
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El domingo 13 de marzo pasado fue mi último día de temporada como guardavidas en Monte Hermoso.
Decidí durante los casi tres meses que estuve en playa, no hacer alarde del logro obtenido por la organización colectiva y la justicia, que me permitieron volver a mi lugar de trabajo del cual se me había apartado ilegalmente.
No es que faltaban fotos o historias para compartir en las redes o contar en los medios, al contrario. No lo hice por el hecho de que mientras yo izaba las banderas de peligro o las de mar dudoso o mientras acomodaba los torpedos para la emergencia, había casi 30 guardavidas privados de trabajar en la playa.
Esos y esas guardavidas son mis compañeros pero además mis amigos, varios de ellos ya hermanos.
La sensación de mirar el mar sabiendo que ellos no podían hacerlo desde sus puestos donde durante años cuidaron la vida de incontables familias, me daba dolor de estómago y me impidió celebrar mi situación personal o compartirla con el resto.
La estrategia política del gobierno de Monte Hermoso pudo haber sido «ablandarme», al permitirme trabajar en la playa tal como ordenó la justicia pero que solo fue cumplido en mi caso, o generar un conflicto hacia adentro de la Asociación de Guardavidas donde mis compañeros creyeran que yo tenía privilegios.
Mala estrategia pues nada de eso sucedió. A los pocos días de haber sido incorporado a la playa estaba junto a mis compañeros en la ruta para exigir que sean reincorporados ellos también y hablando en los principales medios de comunicación del ámbito nacional sobre la persecución vivida en estas playas tan australes.
No pudieron callarme ni acomodarme con ningún privilegio, ni podrán hacerlo. Yo elijo la dignidad por sobre el resto de las cuestiones y elijo a mis pares, a mi profesión y a la comunidad que nos abraza.
Tampoco mis compañeros “se fumaron” esa cantilena expresada por algunos representantes del gobierno intentando sembrar la idea de que yo había acordado diferencias personales a espaldas del resto. No lo creyeron porque me conocen en la lucha más de lo que yo me conozco a mi mismo y porque conocen muy bien a aquellos desclasados que inventan una mentira tras otra para dividirnos y así hacer más perdurable un gobierno local cada día menos creíble ante la opinión pública.
Mientras yo estaba en la playa hubo compañeros enviados a natatorios privados como forma de castigo; que recibieron sanciones por publicar opiniones del gobierno local en sus redes sociales; o les inventaron apercibimientos con testigos que al final terminaron asumiendo la inexistencia de esas acusaciones.
Compañeros con más de 15 años de playa enviados a piletas con agua hasta los tobillos para destruirlos profesional y psicológicamente. Rescatistas que transpiran incontables honores por haber salvado vidas de personas desconocidas de todas las ideas, religiones, razas o identidades. Ni ellos ni yo discriminamos jamás a nadie al momento de salvarle la vida, como el gobierno local sí hizo con nosotros solamente por pedir mejoras en la seguridad pública y que se respeten nuestros derechos laborales.
Tampoco discriminamos jamás a nadie en la construcción de nuestra organización, que es diversa, plural, equitativa y horizontal, más allá de que los integrantes de la patota antisindical digan lo contrario para descalificar nuestra lucha.
Qué decir de mis compañeros y compañeras, que votaron por unanimidad a un guardavidas abiertamente gay para encabezar el gremio en una de las profesiones más masculinizadas y heteronormativas que se conocen. Nunca discriminaron ni dudaron en defender a este representante como yo tampoco dudé en entregarme de lleno por sus derechos. Por nuestros derechos.
La realidad del gobierno de Monte Hermoso con relación a la clase trabajadora es como mínimo escandalosa. Quienes gobiernan hace más de 30 años pretenden administrar la ciudad como si fuera una estancia en 1870 y ellos, obviamente, sus dueños y capataces.
Tras el sello de un partido nacional y popular generaron la máscara para gobernar con un solo objetivo: el bolsillo propio por sobre el bienestar de las mayorías.
Desde el 28 de diciembre de 2020, fecha en que formamos el primer gremio de guardavidas de la historia de Monte Hermoso, vimos las peores conductas del Estado contra sus propios ciudadanos, en este caso los y las guardavidas.
Mensajes de texto apretando para que guardavidas se alejen de la organización, visitas a lugares de trabajo de familiares de guardavidas por el mismo motivo; llamados, policías vestidos de civil recorriendo los puestos, pasando lista y preguntando “por los del sindicato”; apartamientos infundados, señalamientos personales en notas radiales, imposibilidad de que los guardavidas organizados trabajen en otros organismos del Estado durante el resto del año; intimaciones para que los guardavidas se desafilien de la organización y se asocien al Sindicato de Municipales, etcétera.
En Monte Hermoso la democracia desangrándose por un grupo de funcionarios desvelados por las ambiciones personales y el poder.
Aun así, durante estos casi 3 meses de guardavidas en playa, mientras mis compañeros buscaban trabajo en hoteles, paradores o dando clases de lo que sabían para sostenerse económicamente, no paramos de reunirnos, planear acciones, pensar y avanzar juntos, y continuamos haciéndolo, convencidos de que la justicia, la fuerza colectiva y la historia pondrán las cosas en su lugar.
Podría contar que vi orcas desde mi puesto, también que gracias al profesionalismo de quienes siguen estando en la playa no hubo que lamentar una sola víctima fatal en toda la temporada.
Podría hablar de las tormentas que sucedieron estando en el mangrullo, de las charlas con las familias amigas que hace tanto nos conocemos, de las preguntas de los niños por los animales extraños que aparecen en la costa. Podría hablar del regreso de las aguas vivas y de lo apasionante que sigue siendo salvar a alguien como si ninguna otra cosa ocurriera.
Hoy no puedo dedicarme a contar esas cosas.
Guardo las historias y la celebración de mi trabajo en la playa para cuando todos aquellos compañeros y compañeras que amo y defiendo regresen a los lugares de los que nunca se los tendría que haber sacado por organizarse, por expresarse, por marchar libremente y construir ciudadanía.
Estamos convencidos de que vamos a estar nuevamente todos juntos en la playa. Nos lo dice la historia de los rescatistas que se enfrentaron a peores situaciones y vencieron, nos lo dice nuestra Ley Provincial y la Ley Nacional de Guardavidas, la Constitución Nacional, y además nos lo dicen nuestros corazones.
No le tememos al oleaje de las peores sudestadas. Menos le vamos a temer a quienes pretenden arrebatarnos los sueños.
Un gusto leer algo así, escrito por un trabajador con ese posicionamiento y formación. Bienvenido sea que en las costas argentinas aparezcan cuadros así!!! Conscientes y leales a su clase.
Está todo dicho. Diría que construir ciudadanía atenta contra los negocios espurios de los funcionarios. Acá en el partido de la costa por ejemplo se roban medio operativo aprox.
Saludo