En un evento que se realiza cada año, en el marco del Día Nacional de la Solidaridad, en memoria del natalicio de la Madre Teresa de Calcuta, fueron protagonistas 120 mujeres que llevan adelante tareas solidarias en distintos ámbitos de la ciudad capital de nuestra provincia.
En esta séptima edición, el acto homenaje se realizó el martes 30 de agosto en el teatro Coliseo Podestá. Fue presidido por autoridades municipales encabezadas por el intendente Julio Garro.
Las homenajeadas, que forman parte de diversas instituciones y componen la Red de Voluntariado Platense, fueron postuladas por sus pares, personas que comparten con ellas el día a día y ven el amor y la dedicación que ponen en lo que hacen.
La ayuda al prójimo es el común denominador en estas mujeres que merecen sin dudas este reconocimiento y más. Acompañar, compartir, extender una mano, regalar una sonrisa; dar, siempre dar, ese es el motor que las impulsa, el objetivo que las alienta a seguir trabajando.
Orgullosos de nuestra “mujer solidaria” fuimos a su encuentro para conocer más acerca de esta nominación, que tiene que ver con su propia historia y la capacidad de convertir el dolor en amor.
Soledad González es trabajadora social; nos cuenta que su experiencia de vida hizo que desde muy joven la cuestión social estuviera siempre presente entre sus inquietudes.
Tiene dos hijos, de los que habla con un brillito en los ojos. A Camilo, el mayor, a los cinco meses le diagnosticaron histiocitosis, una enfermedad rara que en su caso le generaba tumores en los huesos. Su instinto de madre la llevó a instalarse un mes en el Hospital de Niños “Sor María Ludovica” de La Plata en búsqueda de opciones.
Recuerda que con 20 años y su bebé enfermo, se sentía sola en una ciudad grande en la que no conocía a nadie. Allí dio con un gran profesional, el doctor Daniel Polono, oncólogo infantil, que hoy, 18 años después, sigue siendo el médico de Camilo, aunque ya no sea un niño.
Recuerda con precisión el momento en que le informaban que iniciarían un tratamiento con quimioterapia: “Lo único que escuché fue esa palabra, quimioterapia, del resto no escuché nada. Al principio me puse muy mal”.
Después de un tiempo, los médicos decidieron que podían volver a Monte y hacer parte del tratamiento en Bahía: “Íbamos alternando, hacíamos dos quimios en Bahía y una en La Plata, porque si no nos teníamos que quedar allá”.
Cuando viajaban a La Plata, como el tratamiento era ambulatorio, después de cada sesión se podían ir del hospital pero necesitaban un lugar donde quedarse mientras su bebé recuperaba energías.
Los médicos le hablaron de una “casita” donde podían hospedarse, de la Asociación de Padres de Pacientes Oncológicos: “Ahí conocí a Alicia, ella perdió un hijo por leucemia. Alicia vivía en La Plata pero lejos del hospital y a partir de su historia pensó en toda la gente que como yo no teníamos donde quedarnos, por eso armó ‘la casita’”, cuenta.
“Ella está al frente de esa asociación, se ocupa de que cuando vamos tengamos todo lo que necesitamos. Siempre nos espera con comida en la heladera para que no tengamos gastos extras, con un juguetito para los nenes, con lo que haga falta. Ali además visitaba a los niños en el hospital disfrazada de paya, así que un día me disfracé yo también y le dije vamos que te acompaño”.
A partir de ahí, cada vez que viaja a La Plata, Soledad, “Teresita”, su “otro yo”, visita el hospital cargada de regalitos producto de donaciones que los vecinos de Monte le hacen llegar. Subraya: “La gente de Monte es muy solidaria, yo solo tengo palabras de agradecimiento porque cada vez que pido siempre colaboran”.
Fue tal el compromiso asumido con esta causa que decidió capacitarse tomando clases de clown y luego realizando el curso de payamédico. El primero lo hizo en Monte y el segundo en Punta Alta.
Con el tiempo, “la Tere” empezó a recorrer otros espacios: el Hospital Dr. José Penna y el Hospital Italiano, en Bahía Blanca. Para fechas especiales, como el día del niño o Reyes pasea por las calles de Monte Hermoso y Sauce Grande y también visita algunas instituciones en las que Soledad trabaja.
Es algo que realmente disfruta: “Cuando me visto de ‘la Tere’ estoy contenta, todo me da risa, no sé hacer nada y está bien, como paya te podés permitir todo”.
Muchos le preguntan si no le genera angustia ir a los hospitales, dice que no, cree que su propia historia la fortaleció, siente que si esos niños luchan con tanta fuerza ella no puede flaquear.
La nominación la tomó por sorpresa: “Nunca lo esperé, uno lo hace porque te nace del corazón pero no dimensionas lo que generas en el otro. Fue muy lindo, es un empujoncito que te anima a seguir”.
Sobre cómo se hace para transformar el miedo, el enojo, el dolor, en amor, nos dijo: “Yo entendí que de todo eso que nos tocaba pasar tenía que sacar algo bueno, porque cuando yo estuve mal hubo personas que aunque no me conocían me ayudaron un montón”.
Y de eso se trata, de dar y recibir para seguir dando, una cadena de amor de la que todos formamos parte. Y Soledad o “Teresita», como cada una de las homenajeadas, es el mejor ejemplo de ello.