El país se ha visto envuelto en un hecho gravísimo, que todos conocemos, donde tristemente se llevó a cabo un atentado contra la vida de la señora vicepresidenta de la Nación Cristina Fernández de Kirchner.
Sin ánimo de poner en duda la veracidad de los hechos, lo cierto es que desencadenaron una serie de cuestiones que merecen un análisis, porque tienen que ver con lo que somos como país. A saber: la vicepresidenta no está cuidada. Quedó claro que por la inexperiencia de un fanático salvó su vida y la custodia ni siquiera se dio cuenta. No detuvo al agresor (lo hizo “la militancia”) y dejó expuesta a la señora durante seis minutos más.
Estos hechos son los que despiertan las suspicacias sobre si no fue actuado, ya que es difícil creer que una custodia especializada (con efectivos formados y capacitados para esto) no se dio cuenta de lo que estaba pasando. Por lo tanto, si vamos más allá con este análisis, también podríamos pensar que otros funcionarios, incluido el mismísimo presidente de la nación, están poco cuidados.
El atacante de la señora era –en un principio– un ciudadano común y corriente, aunque tal vez un poco raro. Pero donde la justicia comienza a hacer su trabajo, se dijo hasta que estaba respaldado por un grupo terrorista. Muchas especulaciones, pocas certezas. La pareja –la que se autodenomina Ámbar– dijo que ella no tenía nada que ver, que no sabía nada, pero sus mentiras se derrumbaron cuando las mismas cámaras del lugar la mostraron junto al atacante. Asimismo, se muestran imágenes del atacante de su perfil de las redes sociales, donde él activa el arma haciéndolo correctamente y con seguridad. Entonces, uno piensa, si realmente ha planeado semejante magnicidio, es porque se considera en condiciones para hacerlo. No era la primera vez que portaba un arma. Se ve claramente la seguridad con que la manipula. Entonces, vuelven las sospechas de que haya sido una actuación.
El mensaje: lo más grave de los hechos. El mensaje de la violencia, de atentar contra la vida de un personaje tan trascendente e importante como la jefa del partido gobernante. La que toma las decisiones. La que maneja políticamente el gobierno de turno. Imaginar que esto sucediera, ya es dramático.
Entonces el mensaje, de ir contra el otro a pesar de todo, con cualquier justificación y sin derecho a la propia vida, nos retrotrae a épocas muy violentas, relacionadas con el mismo peronismo en un principio (Montoneros) y con los gobiernos de facto sucesivos, que impunemente ejercieron un terrorismo de estado que no queremos.
El discurso del odio: el presidente visibilizó esta teoría que ya se escuchaba de boca de distintos dirigentes. El discurso del odio está presente. Esto no lo podemos negar. Pero es injusto que el mismo se le asigne a solo unos. Muchos dirigentes políticos, no solo de los partidos mayoritarios, tienen un discurso de odio. Pero el presidente de la nación le echa la culpa a la oposición, sin reconocer en ellos mismos, el mismo modelo de discurso basado en la agresividad y la falta de respeto al otro. Entonces, se hace urgente el establecimiento de acuerdo de moderación de toda la dirigencia. Los políticos deben encolumnarse en un discurso contundente políticamente, pero no violento. Porque somos una sociedad que ha crecido y ha aprendido. Podemos entender un discurso político en líneas generales y no necesitamos el repaso de los fracasos de otros para pensar y votar a la clase dirigente que hoy nos gobierna. Eso es desmerecer a la audiencia. Creer que la gente es tonta, que necesita que le digan con énfasis lo que tiene que hacer y, por las dudas, fundamentarlo a partir de la victimización y el discurso violento. El peronismo no puede declararse al margen de esto, porque dato mata relato. Hay numerosísimas pruebas de estos discursos y mensajes violentos. Especialmente los cánticos de la Cámpora como por ejemplo: “Si la atacan a Cristina… que quilombo se va a armar…”. Si esto no es discurso de odio ¿qué es?
Victimización: una vez más la clase dirigente se victimiza. Sin desmerecer la gravedad de los hechos, a tal punto han llegado a victimizarse, que surgieron de muchos dirigentes relatos vergonzosos que incluyeron o responsabilizaron a la oposición de este intento de asesinato, con un discurso que responsabiliza al otro aunque sea desde su mirada que los pone en el lugar de víctimas.
El partido político opositor, como toda la dirigencia política, se solidarizó, expresaron sus palabras en contra del hecho en el momento en que sucedió. Sin embargo, no fueron rehenes de otras acciones, como las reuniones urgentes en las Cámaras legislativas, cuando -según lo expresan algunos legisladores- estuvieron sin sesionar tanto tiempo y postergaron asuntos tanto o más importantes para el país.
El feriado: no solo fue inconsistente el discurso del presidente Alberto Fernández que en escasos cuatro minutos, a horas de la medianoche de ese 1 de septiembre, intentó ponerle palabras a los graves hechos. Pero el discurso fue flojo; uno espera algo más de un presidente, que además es abogado. Pero lo más grave fue que dictaminó un feriado para el otro día, el viernes 2, para que el pueblo saliera a las calles a solidarizarse con Cristina. Innecesario. Totalmente innecesario.
El pueblo no entendió por qué, después de todo lo que pasó nos premiaron con un feriado. Además, presionaron para que los dirigentes oficialistas organizaran movilizaciones en todo el país. En algunos lugares, como en Monte Hermoso, el partido gobernante se sumó a la organización del sector docente (Suteba), no organizando una movilización por ellos mismos.
No puede haber silencio pedagógico: la semana siguiente la Dirección de Cultura y Educación, a través de sus niveles y modalidades, consideró importante que se trabajen los conceptos de defensa de la democracia y respeto por el otro en las escuelas.
Lo lamentable fue el documento que la Región 25 (Azul, Bolívar, Olavarría, Tapalqué) hizo llegar a las escuelas, donde prevalece, una vez más, el discurso de odio en los de nivel secundario. Los de nivel primario surgen a través de un cuento bastante infantil y sin contenido, que se llama “La guerra del valle de los sueños”.
Es verdad que no se puede dejar pasar lo sucedido, que hay que trabajarlo en las escuelas; pero también deben recordar que en el nivel secundario, en Construcción de Ciudadanía, se trabajan permanentemente los temas relacionados a la formación democrática y la importancia y valoración de la misma. Del mismo modo, me parece que desmerecer al nivel primario con contenido tan paupérrimo es una vergüenza.
Es hora de superar algunas cosas, como el adoctrinamiento del que la oposición acusa a la clase dirigente. Pero no hay que olvidar que todo partido tiene su política educativa y la de este gobierno es esta.
La justicia sigue trabajando para resolver el caso. Hay dos detenidos.
La causa por Vialidad sigue en marcha. ¿O no?
El discurso de odio continúa.
Feliz día del maestro.