El diputado provincial Enrique Alejandro Dichiara amplificó su hostilidad hacia el gobierno de Bahía Blanca al responder a una requisitoria periodística tras su crítica por el estado del predio donde las chicas del Atlético disputaron la final del Clausura de hockey.
En principio ensayó una explicación sobre el detonante: “No busco un debate, me expresé porque me pareció lamentable el estado del lugar donde se tenía que recibir a las jugadoras, a los padres y familiares en la definición del torneo de uno de los deportes más importantes, como es el hockey”, observó.
“En nuestra ciudad, históricamente, el deporte ha sido una política de Estado”, contrapuso Dichiara, agregando que “en Bahía Blanca no hay gestión deportiva, ni en las calles, ni en las entradas a la ciudad, que avergüenzan”.
Contundente, concluyó en que “no hay gestión de ninguna naturaleza”, que todo lo que se tramita es gracias a los aportes de Nación y de Provincia y que no encuentra “a una sola persona que esté de acuerdo con la limpieza, con el estado de las calles… pero votan a Juntos por el Cambio”, reprochó.
Dichiara le dejó “varios títulos” (se lo apuntó) al periodista bahiense amigo que lo reporteó, aunque el más filoso lo desembuchó sobre el final, cuando definió a Bahía como una ciudad “chata, sucia y mal ejecutada”.
Para disminuir el peso de los calificativos, puntualizó: “No quiero denostar a Bahía Blanca; quiero que esté mejor, que no sea una ciudad chata, sucia y mal ejecutada; nosotros queremos que Bahía Blanca sea la potencia que necesitamos en la región”, soltó.
Razones
En la consideración de los ciudadanos de la ciudad cabecera de la zona, las declaraciones del diputado montermoseño, como era de esperar, provocaron el enojo de muchos y al mismo tiempo la adhesión de algunos partidarios del kirchnerismo.
Distinto ha de ser, seguramente, el análisis de la comunidad política bahiense, aunque hasta el momento no se conocen repercusiones, salvo las del secretario de Gobierno comunal, Pablo Romera, luego de la crítica inicial. “Discutime lo que quieras, pero andá a cortar el pasto”, le dedicó Dichiara en la nota radial.
Conociendo el entramado político de Bahía Blanca fácil es deducir que esta injerencia puede despertar cualquier efecto menos adhesión en ambos márgenes de la grieta, que no es para nada profunda en los niveles más influyentes de la ciudad.
Hay una sutil, oculta, coincidencia entre quienes operan en la trastienda del poder, destinada a conservar el statu quo bahiense, a impedir el acceso a instancias de decisión a cualquiera que intente sacar los pies del plato.
Las críticas de Dichiara es probable que sean funcionales a poner en evidencia esos imperceptibles acuerdos que derivan en cierta connivencia entre el oficialismo y la oposición, mucho más en el caso del principal candidato a la intendencia, el titular del puerto, Federico Susbielles (contrincante del diputado en la interna peronista de la sexta sección), ¿el preferido del círculo rojo bahiense para las elecciones locales del año próximo?
Desentendido de esos sutiles movimientos, el ex intendente de Monte Hermoso, frontal como es, tal vez busca con sus declaraciones instalar un discurso encendido, de crítica a la gestión actual, preocupado como está por las escasas posibilidades electorales para las elecciones del año próximo.
En Bahía no son habituales las críticas duras hacia el gobierno que conduce Héctor Gay, quien suele compartir actos con funcionarios provinciales, con el mismo gobernador (no le retacea partidas para obras) y con Susbielles.
“Si yo tuviera la torta presupuestaria que tiene Bahía, Monte Hermoso sería Miami”, deslizó con astuta picardía durante el reportaje quien sin dudas sigue siendo el líder del peronismo de nuestra ciudad pero que, ya en plana campaña, puja además por el liderazgo regional.