Paulatinamente, año tras año, los destinos turísticos generan tácticas para lo que se denomina “romper la estacionalidad”. La estrategia es “estirar” la temporada presente y “encoger” lo máximo posible el calendario para que la próxima no quede tan lejos.
Lo que no resulta novedoso es que marzo ha sido reivindicado desde hace un tiempo como un mes por demás atractivo para aprovechar, además de las condiciones climáticas por lo general ideales, un contexto más sereno, despojado, que favorece un contacto más cercano, íntimo, con la belleza natural.
Marzo en Monte
En Monte Hermoso eso está muy claro: Franco Gentili, el secretario de turismo, destaca “la tranquilidad que muestra la ciudad y el disfrute pleno de todos atractivos y los servicios. Es, claramente, otro tipo de turismo; con mucha incidencia del fin de semana”.
Según dice el funcionario, “con la idea de que los eventos sean un valor agregado a la decisión de venir a Monte, es que apostamos fuerte al Triatlón (el 19) y a la feria Monte Sabores, del 24, 25 y 26 de marzo”.
Otro de los factores que influyen para elegir marzo como un buen mes (algunos arriesgan que es el mejor) para disfrutar de buenas vacaciones, se menciona el de una más amplia y variada disponibilidad de lugares para alojarse que suele derivar en valores por debajo de los que se piden en temporada plena.
Sin embargo, Bárbara de Amonarraiz, experta en el tema alquileres de vacaciones en nuestra ciudad, sostiene que “las tarifas de marzo en propiedades más económicas (las más buscadas este mes) mantienen sus precios”, aunque, aclara, “las de rango medio experimentan una baja de alrededor de 30 por ciento”. Y asegura que “ya comenzaron las consultas para Semana Santa”.
Sensaciones de los habitantes
“La ciudad va retomando su ritmo lento y apacible; la rutina escolar marca el ritmo de la mayoría de las familias; las caritas felices de los niños con sus relucientes guardapolvos nuevos y sus mochilas cargadas de útiles, junto a la ilusión de la nueva seño, con la que proyectarán y construirán muchos sueños”, escribió aquí el año pasado Mónica Carmelino, graficando el comienzo del mes.
“Las calles aparecen limpias y despojadas. El vecino lugareño ya no se queda dando vueltas en el centro. Se dirige al lugar de destino, activa su estacionamiento gratuito, hace la compra y regresa a su hogar”, apuntó entonces.
Por su parte, Natalia Di Martino, rememora vivencias lugareñas: “No sé para los turistas pero para los montermoseños marzo es un mes especial. Para algunos es la paz tan esperada después de la vorágine, pero otros entran en una especie de depresión. Mes movidito para los psicólogos del pueblo”, bromea.
Radicada en Bahía Blanca, se ataja: “Tal vez ahora no sea tan así”, y recuerda de sus tiempos en Monte que “era una sensación extraña levantarse el primero de marzo y encontrarse con la nada misma, volver a escuchar el sonido de las olas”.
En verdad, los cinco sentidos se activan a pleno en marzo. Menor cantidad de gente, paseos más tranquilos para recrearse con el paisaje, entrar en contacto con la naturaleza en todos los planos, saborear con más calma, sin esperas ni reservas, a la hora de comer o beber.
Una operadora hotelera de Villa Gesell relata desde su experiencia algo que cabe perfectamente para nuestro balneario: “La gente que veranea por primera vez en marzo suele presentir que no va a disfrutar del todo su descanso, que no va a encontrar nada para hacer porque ya pasó la temporada alta. Pero son quienes se retiran más alegres y satisfechos porque se sorprenden con la infinidad de opciones recreativas que tiene la ciudad para ofrecer y de las bondades de las playas y el clima durante esta fecha”.