Decidir dividir un ambiente puede abrir un mundo de posibilidades ya que el mercado actual ofrece múltiples recursos para ese fin.
En esta ocasión, haremos mención de diversas opciones que pueden ayudar a definir espacios y en muchos casos a realzar la intención del diseño y su categoría.
Es fundamental pensar en primer lugar para qué se va a dividir el espacio. Puede ser para generar más funciones, para lograr mayor intimidad, para incorporar espacios de trabajo interconectados, para jugar con efectos de luces y sombras, para limitar zonas en un mismo gran espacio, con actividades complementarias.
Siempre que decidamos dividir espacios con funciones relacionadas (donde su conexión directa o su completa separación no es lo adecuado, para no achicar demasiado el espacio) podemos recurrir a paneles que solo estén marcando zonas, pero sin separar de piso a techo, o de pared a pared, los mismos, negando la relación de ambos. Pueden ser de altura media, pueden estar colgados, definidos y tomados solo sobre un costado, o independientes en el centro de la habitación, a modo de límites de menor importancia estructural, etcétera.
Si la elección es utilizar una división que enriquezca formalmente los dos espacios, insinuando más que tapando, podemos buscar una división perforada o calada, que a través de la misma se perciba el otro espacio. Una opción es trabajarlo insitu con materiales de las propias divisiones perimetrales (hormigón, ladrillo, paneles de construcción en seco o madera) pero jugando con perforaciones en el mismo panel, o seccionarlo intercaladamente, generando un límite menos duro y más abierto.
También podemos utilizar materiales que ya vienen prefabricados con perforaciones, ranuras, geometrías cortadas en el panel. Para materializarlo es aquí donde entran en juego múltiples posibilidades o materiales a tener en cuenta en el mercado nacional e internacional.
Por Sonia Pastrorutti, interiorista. Ver nota completa en Reconstruir Hoy