El campo y la vida rural, ciertas costumbres o vivencias, han sido fuente de inspiración y origen de frases, dichos o refranes ingeniosos que se trasladaron al lenguaje popular de los argentinos.
Repasamos algunas de esas expresiones, su significado y las hipótesis acerca de cómo surgieron.
No levantar la perdiz
Los cazadores de perdices suelen estar acompañados de un perro amaestrado para que las busque entre los pastizales y las espante para que levanten vuelo.
Ese es el momento en que se tendrá la mejor oportunidad para disparar porque el ave estará cerca y se desplazará en vuelo ascendente a baja velocidad.
De ahí deriva la advertencia «no hay que levantar la perdiz» para cuando se desea que algún asunto sea tratado con discreción o que se mantenga oculto.
Sembrar cizaña
La cizaña es una maleza de tallo ramoso y de espigas anchas y planas, cuyos granos contienen un principio tóxico que se acumula en el grano de trigo, que en el pasado era muy difícil de extirpar.
Se entiende por “cizañero”, «el que siembra cizaña», a quien tiene la habilidad de causar discordia, hostilidad, antipatía, de ser “tóxico”, como el efecto que produce esa maleza.
Mala yunta
Una yunta es un par de bueyes, caballos o cualquier pareja de animales de tiro que ayudan a realizar labores en el campo.
Como los dos animales están unidos por un yugo (cincha, atadura) el mal comportamiento de uno se transmite al otro y ambos acaban haciendo lo mismo, por ejemplo que se desvíen del surco al arar.
En nuestro país es mucho más usada «mala junta», expresión que se entiende similar pero que involucra a más de dos amigos o compañeros que se supone que ejercen mala influencia en alguien.
Meter la mula
La frase refiere a engañar, hacer trampa.
En la época colonial los carreros llegaban con su carga al mercado y para saber cuánto pesaba la mercadería, subían con su carro a una gran balanza para después, descontando el peso del carro vacío, determinar el peso neto.
Pero algunos, en el pesaje, solían hacer que la mula que tiraba el carro pisara la balanza (metían la mula) para agregar algunos kilos.
Según dicen, algunos metían el perro a pisar la balanza, de ahí esa variante también de uso frecuente.
La vaca atada
«Tener la vaca atada» se refiere a una situación en que se puede sacar provecho de algo con seguridad, a estar favorecido por la fortuna o la riqueza.
Podría aludir a la situación de ordeñe cuando la vaca permanece atada mientras se le saca leche de manera segura, pero se afirma que se originó en «tiempos de vacas gordas» de la Argentina.
A principios del siglo XX algunos aristócratas solían viajar para pasar un tiempo prolongado en Europa. Acompañados por la familia y hasta con el personal de servicio, embarcaban, además, una vaca para proveerse de leche fresca diariamente durante la travesía.
Comerse un garrón
Se utiliza para graficar el hecho de tener que soportar una situación dificultosa o desagradable.
La referencia es a la parte inferior de la pata de la vaca o del cerdo, que no tiene casi nada de carne, cuya preparación y consumo se consideraban para nada placenteras.
Los tiempos cambian y hoy en día el garrón es un corte revalorizado en la gastronomía argentina.
A caballo regalado
Se hizo costumbre, al tiempo de comprar un equino, observar el estado de los dientes ya que delatan la edad y el estado de salud del animal, situación que carece de importancia cuando se trata de un regalo, de ahí la frase «a caballo regalado no se le miran los dientes».
De esta manera, pasó a aplicarse para aceptar sin reproches cualquier regalo aunque no sea del agrado de quien lo recibe.