Es una embajadora argentina de lujo en Barcelona, España, donde su pasión por la música y la armonía que ha conseguido con el piano le permiten trabajar y vivir de lo que realmente ama y disfruta, tal como lo anticipó en el viaje relámpago que acaba de hacer a Bahía Blanca, su ciudad natal, hace apenas unos días.
Quimey Urquiaga nació hace 34 años en una casa enrome en el centro bahiense y desde que tiene uso de razón, afina su oídos musicales con el estudio y el aprendizaje constante de una carrera que, según sus propias palabras, tiene un principio pero nunca un fin.
“Mis primeros estudios comenzaron a los 6 años con una señora que vivía a la vuelta de mi hogar. A los 8 ingresé al Conservatorio de Bahía y, como ya tenía una base en mi formación, rendí un examen y adelanté el primer nivel de cursada. Conmigo iban compañeros que eran el doble de grande que yo, por eso siempre fui la ´chiquita´ de la clase”, sostiene, con voz firme, esta Técnica Superior en Piano (recibida en el Conservatorio Gilardo Gilardi, en 2008) y Licenciada en Dirección Orquestal (Facultad de Bellas Artes, Universidad Nacional de La Plata, en 2013).
Actualmente es profesora de música, promoción 2019 de la Facultad de Bellas Artes (Universidad Nacional de La Plata, está casada con Luciano Coggiola (platense y licenciado en informática) y no tiene hijos.
“¡Qué lindo es recordar mi paso por Bahía!”, dice sonriente, mientras acota: “los últimos años del Ciclo Superior en el Conservatorio los hice mientras iba al colegio secundario (en El Nacional); me acuerdo que salía de la Escuela con el guardapolvo y las carpetas a cuesta para ir y sentarme en el piano. Era todo muy loco, porque yo era adolescente y muchos de mis compañeros ya eran adultos y con una familia constituida”, describió.
El primario lo cumplió en la Escuela 3 y cuando piensa en voz alta declara que su inspiración inicial para dedicarse a la música fue su mamá.
“Ella estudió piano de chica y siempre que íbamos a Viedma a visitar a mi abuela se ponía a tocar en uno que había en la casa, el mismo que iba a usar yo para estudiar tiempo después. Me volaba la cabeza cuando interpretaba ´Para Elisa´, le salía perfecto”, rememora esta artista Máster en Lied “Victoria de los Ángeles” (Escuela de Música de Catalunya, 2021), en donde continúa colaborando en la cátedra vinculada a su especialización.
“Cuando me metí de lleno en lo que es el piano y adquirí las habilidades necesarias, empecé a tener contacto con la música sinfónica, y ahí surgió mi interés por la dirección orquestal. Iba a ver a la orquesta al teatro municipal y me parecía increíble como tanta gente junta podía generar ese discurso tan potente”, remarca con énfasis.
Y siguió: “Hubo una época en que integré la orquesta del conservatorio junto a grandes músicos bahienses hoy ya consagrados, y ahí me di cuenta que me gustaba más hacer música en ensamble que actuar como solista, en definitiva el punto de partida para lo que soy hoy”.
– Cuando te fuiste a estudiar a La Plata, ¿con qué te encontraste?
– Con un mundo nuevo: la ópera. Y en esa combinación surgió la oportunidad de aprender el oficio de “pianista acompañante” (o “correpetidor”, como le dicen en Europa), consiguiendo una síntesis perfecta.
“Por último, ya viviendo en Barcelona , me especialicé más en el género del Lied (canción de cámara), que sería como la conjunción perfecta entre lo pianístico, la música de cámara y lo textual”.
“En resumen, toda mi vida estuvo cargada de inspiración musical. Hoy en día me inspiran las grandes estrellas del Lied que puedo ver en vivo tocando, y también mi maestro Francisco Poyato, una persona totalmente atravesada por el amor a la música y que sabe cómo poder transmitirlo”, declaró.
En Bahía, la formación la hizo bajo la tutela de Beatriz Sanon, una profesora extraordinaria que la acompañó de los 8 hasta los 17 años.
“Fue el sostén de mi carrera. Cuando me fui a La Plata completé cuatro materias teóricas que me habían quedado sin cursar –por superposición con el colegio– y me recibí en el Conservatorio Gilardo Gilardi”, manifestó la profesora y licenciada en Dirección Orquestal.
A principio de 2020 se mudó a España para acompañar a su marido en un proyecto laboral más que alentador.
“Luciano es desarrollador informático y quedó seleccionado para un puesto sumamente importante de trabajo en Barcelona. Nos mudamos y a los cinco días de desató la pandemia, siendo duro para mi porque todavía no tenía un plan a la vista. Enseguida me di cuenta que para insertarme en el círculo musical que más me interesaba tenía que estudiar. Entonces me inscribí para entrar al Máster en Lied de la ESMUC (Escuela Superior de Música de Catalunya), que pude desarrollar y que me abrió un montón de puertas. Actualmente trabajo con mis conciertos y soy profesora de piano en el colegio a donde iban los hijos de Shakira, Sasha y Milán”, contó Quimey.
Todo el tiempo dio en la tecla
Su currículum es impresionante. Además de contar con una amplia experiencia como pianista acompañante y de música de cámara, dio conciertos en distinguidas salas de Argentina y España, tales como el “Auditorio Manuel de Falla” , la “Escuela Superior de canto de Madrid”, el “Auditori de Barcelona”, el “Recinto modernista” y “CaixaForum”.
Participó como pianista de nivel avanzado en el festival Femusc de Santa Catarina, Brasil (2014), y se presentó junto a la “Compañía Coral de Santa Fe” en una gira por Italia (2018). Además, fue pianista correpetidora en producciones de ópera de la compañía “Buenos Aires Lírica”(2014-15).
En 2022 debutó en el Festival Life Victoria de Barcelona, en donde también se presentó como pianista acompañante de Dame Felicity Lott en dos oportunidades. Ha trabajado como docente en las cátedras de “Lectura pianística” y “Dirección orquestal” de la Facultad de Bellas Artes, y “Piano” en el Bachillerato de Bellas Artes de la Universidad Nacional de La Plata.
“De todas mis experiencias musicales, la que más me impactó fue cuando toqué junto a Felicity Lott , una cantante súper top a nivel mundial condecorada con el título de “Dame” (igual que Paul mc Cartney, que es “Sir”). Hicimos dos conciertos, uno en Barcelona y otro en Madrid. Para mi fue tocar el cielo con las manos; hasta el día de hoy me acuerdo y no lo puedo creer. Ella además de ser una artista inmensa es una gran persona, generamos un vínculo hermoso”, describió mientras volaba con la imaginación.
– A los 34 años, ¿qué sueño te queda por cumplir con la música?
– Varios, pero el que más deseó es el de poder hacer sonar el disco “Argentina Songs” (lo grabamos con Soledad Cardoso, soprano argentina, hace unos años en Granada) en lugares locos tipo, no sé, Japón. Sería lo máximo, me sentiría embajadora cultural argentina (risas).
Su recorrido musical ya no la hace pensar como solista.
“Mi carrera decantó hace años y siento como una necesidad el hecho de compartir la música. No me divierte más tocar sola, siento que me falta algo, por eso prefiero compartir el trabajo interpretativo. Es en el ensayo con otros donde se va logrando el producto artístico y una amistad única.
– ¿Un lugar en el mundo para vivir de la música?
– Sigo eligiendo Barcelona, una ciudad con montones de oportunidades increíbles.
– Musicalmente hablando, ¿cómo está Bahía Blanca y nuestra región?
– No estoy muy al tanto. Sé de amigos o compañeros del Conservatorio que la están rompiendo, aunque no sé si eso representa a la totalidad de la situación. Me encantaría poder vivir algo de lo que me pasa en Barcelona en mi propia ciudad, pero todavía no lo he conseguido.
Hoy, la docencia llevó a Quimey a dar clases en Escuela de música de Barcelona con una reputación y un nivel superlativo: “La Miranda International School”.
Sencillamente espectacular.