La filial argentina de la organización ambientalista internacional Greenpeace confirmó que el buque sísmico que contrató la empresa noruega Equinor (el BGP Prospector) ya se encuentra al norte del talud continental del Mar Argentino.
Es decir –sostienen– que está todo listo para que comience la prospección sísmica, una actividad que tiene un enorme impacto directo en la vida del océano.
Con bandera de Bahamas, 100 metros de eslora y 66 tripulantes, el barco está equipado con cañones de aire comprimido con los que realizarán bombardeos acústicos en tres bloques marítimos, ubicados a unos 300 kilómetros de la costa de Mar del Plata, agregan.
En los primeros días de este mes de noviembre, la Corte Suprema de Justicia, tras un prolongado trámite en distintas instancias, desestimó las objeciones para el desarrollo de la actividad que formularon, principalmente, distintas entidades ambientalistas.
La petrolera Equinor, en sociedad con la argentina YPF y Shell, quedó así habilitada para la exploración de combustible en el subsuelo marino, donde los indicios geológicos indican su existencia, lo que puede representar un gran negocio para la Argentina.
Aun en tiempos en que en todo el mundo se sugiere apostar por las energías renovables y no por las fósiles, el procedimiento avanzará. Para los expertos se trata de un impacto ambiental «manejable y contenido», pero ambientalistas de todas las ideologías y vecinos de la ciudad turística involucrada en esta primera etapa y de otros puntos costeros bonaerenses denuncian que se trata de un «ecocidio”, según recoge el periodista Gonzalo Sánchez en una reciente nota de su autoría que publicó Clarín.
Procedimiento de exploración
El barco que actuará en el inicio de las tareas de exploración está equipado con cañones de aire comprimido, que crean ruidos (de entre 240 y 260 decibeles) a través de explosiones que provocan impactos en más de 300 mil kilómetros cuadrados.
El sonido que genera la explosión de un solo cañón es comparable al generado por el lanzamiento de un cohete o una explosión de dinamita submarina. Para los conservacionistas, todo lo que vive en el mar se verá afectado por estas detonaciones.
El procedimiento se ajusta al marco jurídico normativo, reconocen desde el gobierno, interesados en que se concrete la explotación dadas las posibilidades económicas que implican para el país.
Los estudios ambientales tienen el visto bueno del Ministerio de Medio Ambiente, a cargo de Juan Cabandié, y de la Secretaría de Lucha Contra el Cambio Climático, cuya titular es Cecilia Nicolini. Los funcionarios no objetaron el desarrollo. Se limitaron a confirmar que los estudios exigidos de impacto ambiental fueron presentados y cumplimentados en tiempo y forma.
Quienes se oponen al proyecto continúan activos, con Greenpeace a la cabeza de las protestas: “A pesar del rechazo de la población, el estado argentino y las empresas petroleras pretenden avanzar con el desarrollo de la industria offshore de hidrocarburos en el Mar Argentino, sector del Océano Atlántico Sudoccidental que tiene una extensión de alrededor de un millón de kilómetros cuadrados”.
Alertan que “ballenas, delfines, pingüinos y muchos otros animales que lo habitan están en peligro por la amenaza de una inminente actividad petrolera que incluye bombardeos sísmicos constantes que se utilizan para localizar petróleo en el fondo marino”.
Los defensores del ambiente natural opinan que si la industria petrolera avanza sería una verdadera condena para las comunidades costeras y sus medios de vida. Sería inevitable que derrames de petróleo lleguen a las playas afectando a los ecosistemas marinos, los paisajes y las economías de las ciudades.
Antecedentes
El 30 por ciento de la producción global de hidrocarburos (que su vez representa el 80% de la matriz energética primaria mundial) es off-shore. En la Argentina, el primer pozo exploratorio de ese tipo se realizó en 1969, mientras que la producción mar adentro comenzó en 1989 en la cuenca Austral.
Actualmente, la producción off-shore del país representa el 15 por ciento de la oferta total de gas natural local. La actual explotación en la cuenca Austral se realiza a 70 metros de profundidad y a entre 15 y 60 km de la costa de la provincia de Tierra del Fuego.
El ex ministro de energía Juan José Aranguren opinó que tanto en el resto del mundo como en nuestro país la explotación off-shore “se realiza aplicando adecuadas prácticas operativas que permiten contener los riesgos de seguridad y ambientales que esta actividad productiva acarrea”.
Según Aranguren la experiencia internacional de las compañías involucradas dan garantías suficientes de que su realización se puede concretar en «forma operacional y ambientalmente segura».
Concluye afirmando que “si la exploración de la cuenca en aguas profundas resultara exitosa (existen indicios geológicos que lo auguran), se iniciará otro proceso, el de planificar –en función del tamaño y costo del hallazgo– su potencial explotación dentro de una ventana de oportunidad, cada año que pase, irá reduciendo su tamaño”.