No es para menos, 134 años de vida comunitaria es para festejarlo. En cada aniversario del lugar donde nacemos revolotean recuerdos inolvidables de los días felices de infancia y adolescencia.
Los que emigramos jóvenes del pueblo los atesoramos y revisamos con mayor intensidad. Es más, los necesitamos para reafirmar que somos de ahí, que pertenecemos.
Rara paradoja de un pueblo creado y poblado por mayoría de inmigrantes, que sus hijos, nietos o bisnietos volvieran a inmigrar.
Siempre me pregunto, qué es lo que nos da sentido de pertenencia a un lugar donde nuestros abuelos llegaron de muy lejos y del que nosotros nos fuimos siendo muy jóvenes.
Sin embargo, con más años fuera del pago, cuando me preguntan de dónde soy no dudo un instante, sé de donde, me sale de adentro.
Es bueno pensar distinto, no todos acordamos la misma respuesta.
Yo siento que soy del lugar donde nací, que la idea de patria maduró en ese ámbito donde transcurrió la infancia porque fue el momento en el que fijamos nuestra identidad. La escuela primaria nos marcó para siempre. Recordar las fiestas patrias con nuestros padres al alcance de la mirada alcanza y sobra para ratificar que uno es de ahí, de ese lugar.
Otros sostienen que somos del lugar donde nacen los hijos. Es entendible en aquellos que por razones de trabajo han vivido de un lado para otro, como gerentes de banco o antiguos jefes de estación, que nacieron en Lobería, se casaron en Laprida y los hijos alumbraron en Patagones o San Pedro.
Una tercera opción de pertenencia la plantea don Aureliano Buendía, el personaje de Macondo en los Cien Años de Soledad de Gabriel García Márquez. Sostiene que uno no es definitivamente de un lugar hasta que tiene sus muertos bajo tierra. Que el certificado de pertenencia está en el cementerio.
Y otra mirada, de un asturiano nostalgioso, de apellido Prada, de Cipolletti, que con su guitarra recreaba sonidos de la aldea de padres y abuelos, sentenciaba que patria “no es el lugar donde se nace sino donde se pace…”
Como quiera que sea hoy cumple años el pago y hay que celebrarlo.
Lo hago con letra futbolera: Dorrego, te llevo en el alma ¡y cada día te quiero más!!