El liberalismo ha dejado una huella nociva en la historia de Argentina, marcada por períodos de atraso técnico-científico y empobrecimiento. Desde los tiempos de Mitre, quien estableció un estado centralista alineado con el Imperio Británico, hasta la actualidad, el liberalismo ha ejercido una influencia negativa en la política argentina, impactando tanto en el régimen educativo nacional como en la narrativa histórica del país.
Durante los gobiernos de Juárez Celman y Manuel Quintana, las políticas liberales contribuyeron a la pauperización del pueblo argentino, con solo el 6% de la población beneficiándose de las riquezas generadas por el sector agrícola, principalmente trigo y ganado vacuno. Este período presenció el surgimiento del radicalismo liderado por Leandro Alem y luego por Hipólito Yrigoyen, marcando un período de crecimiento económico y modernización de la infraestructura, además del establecimiento de YPF.
La «década infame» bajo el gobierno del Gral. Agustín P. Justo, caracterizada por el intento de desmantelamiento de YPF y el Pacto Roca-Runciman, representó un revés para la soberanía argentina y la consolidación del neocolonialismo. Sin embargo, este período también fue testigo del surgimiento del peronismo, un movimiento que buscaba mejorar las condiciones de los trabajadores y promover la justicia social, así como la recuperación de la soberanía nacional.
El regreso del liberalismo durante la era del menemismo, dentro del marco del peronismo, si bien logró estabilizar la economía argentina después de la hiperinflación de los años 80, también exacerbó la desigualdad y condujo a la privatización de numerosas empresas estatales, erosionando la soberanía nacional.
El kirchnerismo surgió como una reacción a las políticas liberales, aunque no logró encontrar un equilibrio satisfactorio entre una economía capitalista y la justicia social. En lugar de ello, representó un intento de cambio cultural, marcado por un distanciamiento del nacionalismo cultural y las tradiciones arraigadas, lo que generó tensiones sociales y crisis. En julio de 2003, el kirchnerismo se alineó con la Internacional Progresista.
Los errores tácticos y los objetivos estratégicos llevados a cabo por esta corriente política dentro del Movimiento Nacional condujeron a una crisis económica y social, allanando el camino para el retorno del liberalismo al poder, encarnado esta vez en la figura de Javier Milei.
En cuanto al futuro, es difícil predecir el curso que tomará el liberalismo en Argentina. Sin embargo, considerando los antecedentes históricos analizados, es probable que surja una corriente nacionalista, hispanista y federal que busque un equilibrio entre el globalismo y la justicia social, integrando tanto al peronismo como al radicalismo en la línea de Alem.