La ciudad de La Plata, que acaba de celebrar un nuevo aniversario, se erigió como una entidad política subordinada y diseñada para ejecutar las directivas que el centralismo porteño no puede implementar directamente en la provincia de Buenos Aires.
Esta dinámica refleja una carencia fundamental: la falta de una capital que verdaderamente represente los intereses y la identidad de los bonaerenses.
Esta situación genera un vacío en la representación política y simbólica de la provincia, afectando la autonomía y el desarrollo regional. La concentración del poder ha perpetuado desigualdades y limitado la participación de nuestro pueblo en la toma de decisiones que afectan directamente a los bonaerenses.
Para abordar esta problemática es esencial promover un debate que involucre a todos los actores políticos, académicos y sociales. Esto permitirá reevaluar el rol de La Plata y replantear la relación entre la provincia y el porteñismo centralista, un paso necesario para lograr un mejor federalismo y representación para los bonaerenses.
Es urgente una provincia que esté al mismo nivel que el resto de los estados federativos nacionales. Una provincia con un modelo de gobierno más descentralizado y participativo, con autonomía municipal plena y un Poder Legislativo con corazón bonaerense.
Esto es crucial para fortalecer la identidad provincial y a las comunidades locales. Debemos redefinir las relaciones de poder… aunque implique elegir una ciudad capital nueva.