Inaugurado un primero de enero de 1906 el imponente faro montermoseño cumple hoy 117 años iluminando las noches del balneario.
Construido como una torre metálica de estructura abierta, con franjas horizontales rojas y blancas, alcanza 67 metros de altura, es el más alto de sudamérica en su tipo y se encuentra a 74 metros sobre el nivel del mar. Los colores rojo y blanco se eligieron a fin de que contrastase con el fondo natural en el que se encuentra enmarcado.
Su sistema de iluminación originalmente fue a combustión con gas de querosén, y a partir de 1928 se utilizó gas acetileno. La lámpara de 400 watts, reposa sobre una base giratoria de grandes dimensiones ubicada en la cúpula del faro.
El giro dura 27 segundos, va de izquierda a derecha, señalando hacia donde tienen que orientarse los barcos para llegar a puerto, esquivando las zonas de poca profundidad. Despide tres destellos de luz cada 9 segundos, y en cada giro que se extiende hasta 52 Km, señala una zona de peligro, que no pasa por la presencia de rocas o grandes oleajes, sino por la posibilidad de la existencia de bancos de arena.
Muchas son las generaciones que han visitado y visitan aún nuestro Faro. Cuando está habilitada la escalera caracol insertada en el tubo central permite llegar a la cima, en un ascenso que lleva unos quince minutos. Las ventanillas que dan a la playa permiten airear y observar el paisaje.
En la cúspide se puede admirar la lámpara que se asemeja a una escultura y disfrutar de un a vista panorámica, desde la que, si el tiempo lo permite, puede verse Pehuen-Co, la desembocadura del Sauce Grande, el cerro Tres Picos de Sierra de la Ventana y la inmensidad del mar.