El 7 de marzo de 2025, el mundo fue testigo de la lluvia más intensa de la historia de la ciudad de Bahía Blanca y sus alrededores. En solo unas horas, se registraron precipitaciones superiores a los 300 milímetros, lo que provocó una severa inundación con consecuencias devastadoras para la comunidad, de la cual no escapa el sector agropecuario del sudoeste bonaerense.
Además de las trágicas consecuencias provocadas por el temporal en las zonas urbanas, difundidas profusamente por los medios de comunicación, el fenómeno meteorógico afectó notablemente también al sector agropecuario.
Uno de los principales impactos se dio en los cultivos de soja, maíz y girasol, que en ese momento se encontraban en etapas críticas de desarrollo y maduración. El anegamiento prolongado de los lotes provocó asfixia radicular, caída de flores, pudrición de vainas y deterioro general de las plantas.
En muchas parcelas se estima una pérdida total, mientras que en otras los rindes esperados se redujeron drásticamente. Además, la maquinaria agrícola no pudo ingresar a los campos para realizar tareas de monitoreo o inicio de cosecha, por lo que incluso los cultivos no afectados podrían deteriorarse en los días siguientes.
En el sector ganadero
La ganadería tampoco escapó al impacto. Varios campos quedaron completamente cubiertos de agua, obligando a trasladar animales a zonas más altas o incluso dejándolos varados en condiciones precarias. La falta de alimento, sumada al estrés hídrico y la destrucción de alambrados, provocó pérdidas económicas por mortandad, disminución del peso de faena y riesgo sanitario elevado. En algunos casos, se registraron escapes de hacienda, lo que generó situaciones de peligro en rutas y caminos rurales.
En la producción hortícola y granja
El cinturón hortícola de Bahía Blanca también sufrió daños severos. Más de 70 familias dedicadas a la producción de hortalizas a pequeña escala vieron sus cultivos arrasados por el agua. Esta situación no solo representa una pérdida económica directa, sino que compromete la provisión local de alimentos frescos en los próximos meses. A esto se suman los daños registrados en varias granjas porcinas y avícolas , muchas de las cuales perdieron animales y equipamiento.
Impacto en la infraestructura
Otro aspecto crítico fue el colapso de la infraestructura rural. Los caminos de tierra, esenciales para la conexión entre campos y pueblos, quedaron intransitables, mientras que muchas alcantarillas y puentes fueron destruidos por el caudal del agua. Esto impidió no solo el traslado de maquinaria y cosechas, sino también el acceso a insumos, alimentos para el ganado, combustible y asistencia médica. La situación de aislamiento afectó particularmente a pequeños productores, que cuentan con menos recursos para enfrentar este tipo de emergencias.
Las consecuencias logísticas y económicas a mediano plazo son preocupantes. La traza del ferrocarril, una vía clave para el transporte de granos al puerto de Bahía Blanca, quedó seriamente dañada, y se estima que llevará meses restablecerla. Esta situación obligará a utilizar camiones, encareciendo los costos logísticos y reduciendo la rentabilidad de los productores y exportadores.
Frente a esta experiencia, es muy probable que los productores replanteen su estrategia para la campaña siguiente: pueden reducir superficie sembrada, cambiar de cultivos, modificar fechas de siembra o invertir en infraestructura (como canalizaciones, drenajes o caminos internos). También se podría incrementar la demanda de coberturas climáticas y seguros agrícolas.
En resumen, las lluvias del 7 de marzo dejaron al descubierto la fragilidad del sistema productivo ante eventos climáticos extremos. Las pérdidas en cultivos y ganadería, junto con los daños en infraestructura, significan un golpe duro para la economía regional.
La recuperación requiere una respuesta articulada entre el Estado y los productores, con medidas urgentes de asistencia, reparación de caminos y planificación a largo plazo para enfrentar el cambio climático y evitar que catástrofes como esta se repitan con igual o mayor gravedad.