El ajuste impulsado por el gobierno nacional con una fuerte devaluación y el consiguiente aumento de precios, sumado a la brusca interrupción de la emisión monetaria, entre otras medidas, impactó de lleno en el sector turístico.
La mayoría de los destinos afrontaron una disminución en la cantidad de turistas con relación al año pasado, con estadías reducidas, aunque se verificaron algunas excepciones.
La merma generalizada, ya lo hemos comentado, también se observó en Monte Hermoso, que, a pesar de todo, logró “salvar la ropa” con algunos fines de semana excepcionales y el feriado extendido de Carnaval.
Según cifras que difundió el municipio local, febrero cerró con una ocupación inmobiliaria y hotelera promedio del 66 por ciento (17 puntos por debajo de la alcanzada el año anterior) pero con picos cercanos al 100% en el feriado de Carnaval.
En enero se había alcanzado un promedio de ocupación del 83 por ciento, con picos de 98 los fines de semana.
Los que zafaron
A pesar de las restricciones económicas, algunos centros vacacionales lograron mantener el nivel de ocupación o, al menos, lograr un registro superior a la media.
Entre ellos ubican a Villa Gesell y otras ciudades de la costa atlántica, como Mar de las Pampas, con niveles de ocupación similares a los del año pasado. A pesar de que los precios de hospedaje no son baratos, el destino se vio colmado durante toda la temporada, con picos que llegaron al 100% de ocupación.
Sus ciudades vecinas, Mar Azul y Las Gaviotas, también tuvieron una buena temporada. Con un perfil más bajo, estos balnearios reciben a un turista fiel que los vuelve a elegir cada año. Sus playas amplias, el bosque y la tranquilidad pueblerina que emana de sus calles siguen siendo un gran atractivo para quienes quieren relajarse y disfrutar del mar.
Extranjeros
Ayudados por el turismo receptivo, porque atraen con la belleza de su particular paisaje a turistas locales y extranjeros, dotados, además, de infraestructura que responde a la demanda, centros emblemáticos del sur argentino también esquivaron la crisis.
San Carlos de Bariloche, uno de ellos, no solo tuvo una buena temporada sino que superó el número de visitantes que registró el verano pasado. Según la Secretaría de Turismo de la ciudad patagónica, la ocupación hotelera fue del 72% en 2024 frente al 70% de 2023.
El Calafate, en la provincia de Santa Cruz, ratificó su condición de destino elegido por turistas de todo el mundo. La cercanía con el Glaciar Perito Moreno es el atractivo principal que convoca durante todo el año.
Según cifras aportadas por la Secretaría de Turismo local, el Parque Nacional Los Glaciares recibió a unas 123 mil personas durante enero, por ejemplo, cantidad similar a la del año pasado, cuando se registraron 118 mil visitas.
Por último, otra localidad que mantuvo su nivel de ocupación fue Ushuaia, capital de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, considerada un destino internacional.
La ciudad del fin del mundo recibe gran cantidad de cruceros durante todo el año además de miles de visitantes que llegan a través del aeropuerto internacional Malvinas Argentinas. Según el Instituto de Turismo fueguino, la ocupación hotelera promedio fue del 90 por ciento, porcentaje habitual para este apreciado destino.
En la temporada de verano, el puerto recibió a 600 cruceros que transportaron unos 250.000 turistas. El 95% de los cruceros de turismo antártico pasan por Ushuaia, hecho que le da a la ciudad una ventaja comparativa al ser el paso obligado para conocer el continente blanco.
Balance del turismo internacional
Otro dato crucial de los cambios en la economía es que se atenuó la salida de argentinos del país al tiempo que crece la llegada de extranjeros, aunque siguen saliendo más dólares de los que entran.
Pese al efecto de la devaluación que llevó a buena parte de los argentinos a dejar sus pasaportes en el cajón, el saldo de la cuenta Viajes sigue siendo negativo, aunque mucho más acotado que en años previos.
La generación de divisas por turismo receptivo habría alcanzado en 2023 un nivel cercano a los 5.500 millones de dólares, con lo que se ubica entre los máximos de la última década, según la estimación de una consultora económica.
El año pasado los argentinos que viajaron fuera del país habrían gastaron cerca de 6.950 millones de dólares, por lo que el saldo de esa cuenta sigue siendo negativo por 1.500 millones. En 2017 el déficit había llegado a superar los 6.000 millones de dólares.