Además de ser un alimento de gran valor proteico, el huevo es una materia prima para variadas preparaciones tanto dulces como saladas pero que también se luce por sí mismo, como duro, revuelto, poché, frito, pasado por agua, y más.
Para algunos platos, por ejemplo huevos rellenos, lo recomendable es que la yema quede en el centro, con la clara rodeándola. ¿Hay un modo de asegurar que eso ocurra?
Es sabido que la diferencia entre una yema sólida y una líquida es cuestión de minutos, incluso de segundos. No es un detalle menor, ya que no solo se modifica la consistencia sino también la posición de la clara y de la yema dentro del cascarón.
La clave está en la temperatura del agua. Si el huevo es colocado en agua ya hirviendo, la yema quedará prolija en el medio. Si por el contrario se lo coloca al fuego en agua fría la yema cae hacia el costado.
¿Por qué ocurre eso? La posición de la yema en un huevo duro depende del proceso de cocción y cómo se distribuye el calor en el huevo. Cuando se lo introduce en agua hirviendo, la clara se coagula rápidamente, lo que ayuda a estabilizar la yema en su posición central evitando que se mueva hacia alguno de los costados.
Cuando el huevo se introduce en agua fría para que luego pase a ebullición, el calentamiento es más gradual, lo que produce que la yema, que es más densa que la clara líquida inicial, se desplace hacia el borde del huevo antes de que las proteínas de la clara coagulen por completo. Cae la yema y en consecuencia deja de estar centrada.
Tiempo de cocción
Cada maestrito con su librito. Hay quienes sostienen que el tiempo de cocción para el huevo duro es de 11 minutos, para asegurar que tanto yema como clara queden completamente cuajadas.
Otros aseguran que ocho minutos son suficientes para lograr la consistencia ideal, sobre todo para la yema, más para el caso de las recetas de huevos rellenos.
Podría coincidirse, entonces, en que el tiempo razonable es entre ocho y 11 minutos.
Pelar huevos duros
Recomiendan echar un poco de sal al agua donde se van a hervir los huevos para que sea más sencillo pelarlos después. Nadie garantiza éxito completo, y en todos los casos, con esta sugerencia.
Otra fórmula que mencionan como infalible es sumergirlos durante un minuto en agua bien fría (con unos cubos de hielo mejor) inmediatamente luego de retirados del fuego una vez cocidos. Este contraste de temperaturas es la clave para facilitar la tarea de retirar la cáscara.
Combinar ambas fórmulas tal vez garantice el resultado. Probar no cuesta nada.