El cierre temporal de escuelas, jardines de infantes, y todos los establecimientos educativos, sumado a la obligación de estar recluidos en casa provoca en los niños una situación muy excepcional, una especie de vacaciones que en realidad no son tales. ¿Cómo podemos hacerles más llevadera para a ellos y para nosotros los adultos? “. Todos los profesionales en materia psicológica coinciden en que hay que hablar con ellos y explicarles muy bien cuál es el sentido y el objetivo real de todo esto, sin asustarlos ni generar pánicos que puedan desembocar en futuras obsesiones.
Lo más recomendable es establecer algún tipo de rutina e incluso horarios de actividades. “No hay que dejar transcurrir los días arbitrariamente, porque puede aumentar mucho la sensación de caos. Hay que organizar actividades en las que todos puedan participar, repartir las tareas domésticas, buscar juegos colectivos, hacer deporte en casa y no dejar el ocio diario totalmente en manos de juegos electrónicos”. Dentro de estas rutinas es necesario establecer períodos de pausa, donde los menores se puedan distraer y otros períodos de actividad donde por ejemplo tengan la responsabilidad de cumplir con las actividades que envían las docentes por medios electrónicos, o incuso con los quehaceres de la casa dándole así un sentido de utilidad a la tarea.