La gestión de Alberto Fernández atraviesa una crisis de gobernabilidad en medio de rumores de cambios en el gabinete azuzados por la creciente dificultad para resolver los desajustes de la economía argentina.
Como alternativa para afrontar uno de ellos, la falta de dólares para atender las necesidades del comercio exterior, se resolvió aplicar durante agosto incentivos para que los productores de soja vendan su producto a los exportadores o a los industriales del complejo sojero.
Cabe consignar que la liquidación de divisas, solo por exportaciones de granos y subproductos, este año alcanzó el récord histórico de 19.145 millones de dólares, un 15 por ciento superior a la marca anterior, en 2021, y un 109 por ciento por encima de 2020, tal como indicó la Bolsa de Comercio de Cereales de Buenos Aires.
Con referencia a la medida, Confederaciones Rurales Argentinas, una de las cuatro entidades que conforman la Mesa de Enlace, emitió un comunicado cuyo contenido reproducimos a continuación.
En los últimos días, asistimos a una violenta embestida del gobierno, en contra de los productores, imputándoles falsamente, la ausencia de dólares que padece.
Desde el presidente hasta algunos de sus más obsecuentes seguidores, culpan al campo, pretendiendo ignorar la realidad, la forma de producción, las estadísticas y hasta los más elementales derechos constitucionales.
El gobierno luce desorientado, errático y no se sabe quién conduce; en su propia crisis busca culpables, ahora pretende, que sea nuevamente el campo.
Hace unos días el ministro de Agricultura, indicó que no habría ni devaluación ni quita de retenciones; por la noche el Banco Central formuló un engendro destinado a incentivar la venta de soja; mismo gobierno, mismo día, señal clara del desconcierto.
El gobierno ignora el funcionamiento de comercialización y financiamiento del sector agropecuario.
No se puede ignorar la falta de confianza en el gobierno, los muchos rumores que se alientan, aun desde el propio oficialismo, todos coincidimos en que la crisis es producto de la pésima gestión del gobierno, la incapacidad de su gabinete, la ruptura de su alianza política y el atraso ideológico de sus posturas económicas y políticas.
El anuncio de un “dólar soja» por treinta días pretende convertir al productor sojero del interior del país en un timbero profesional.
Bajo la mirada atenta de la medida, se esconde un proceso de gestiones múltiples, engorrosas, cuestiones impositivas provinciales y plena confianza en el gobierno, demasiado engorro para gente que solo está acostumbrada a trabajar, producir y ahorrar en la moneda que produce (sus granos) para ir comerciando en la medida de sus necesidades.
La multiplicidad de tipos de cambio, solo muestra el descontrol económico en el que estamos, donde a cada día y a cada problema se crea un nuevo tipo de cambio. Los turistas la semana pasada; quienes liquiden soja esta semana, solo activan la desconfianza, la sensación profunda de que con tanta inconsistencia no saldremos nunca del pantano en el que estamos.
El presidente y su violencia verbal contrastan con su pasividad y pésima gestión; unos pocos confundidos que pretenden seguir viviendo del Estado amenazan marchar contra los productores, sí, marchar contra los que posibilitan que ingresen los dólares con los que se sostiene el frente externo y el pago de importaciones.
Gobierno confundido, ministros que se contradicen, medidas mal tomadas, inconsultas y nulas en sus resultados, culpas a terceros, violencia en las palabras y los gestos, decadencia y mentiras, agobio de los ciudadanos, récord de inflación, sin crédito externo ni interno, solo auguran más decadencia, aunque a los gritos se nos pretenda engañar con un presente tan promisorio como inexistente.