Daiana superó el anteúltimo escollo de su desafío en lagos neuquinos, esta vez sin el sonido de la quena

El sexto de los siete cruces programados por la nadadora montermoseña quedó atrás

Daiana Farrer nadó este jueves 1 de septiembre, en malla, las aguas frías del lago Machónico, ubicado en el departamento Lácar de la provincia de Neuquén.

En esta oportunidad estuvo acompañada solamente “por los genios de Monte Hermoso SUP SURF a pleno remo”, como había anticipado, debido a que en ese lago no está permitida la navegación a motor.

“Tramo finalísimo a pura emoción”, completó en la previa a través de sus redes sociales.

En comunicación con este medio luego del cruce, contó que “estaba ventoso, el agua a 5 grados, fue un tramo obligadamente corto. Hicimos una ida y vuelta cerca de una de las orillas como se nos pidió por cuestiones de seguridad”.

Nos dijo también Daiana: “Estuvo muy bien, ahora descansando porque el domingo tenemos el cruce del lago Lácar, que va a ser el último, el cierre del desafío”.

Faltó la quena

En los videos que recogen algunos momentos de la travesía, el silencio del imponente escenario sureño solo se interrumpe por el sonido de las brazadas firmes que la van acercando a la meta al compás de la dulce música de una quena, que esta vez faltó.

Sobre esas conmovedoras escenas, escribió “la dama de los sueños helados” en uno de sus momentos de descanso entre prueba y prueba:

Y volvió Juan Nicolás Scalise a llevarme con su música hasta la otra orilla. El pulso de su quena y mis brazadas fueron a ritmo durante todo el nado.

Su música me pega directo en el corazón. No hay vez que toque su música que a mí no me broten lágrimas de emoción.

Nos conocimos por causalidad de la vida hace dos años en una meditación de luna llena en el lago Lolog en San Martín de los Andes y fue espontánea la invitación para que le ponga música a mis brazadas.

El me acompañó en el primer cruce de invierno a nado del lago Lácar, más de 2,5 kilómetros, y ahora en este nuevo desafío de cruzar a nado, en invierno, solo con mi malla, los siete lagos de la ruta nacional 40.

Recuerdo cuando recién comenzaba a dar las primeras brazadas en aguas frías y mi hambre de aprender era tan grande que me la pasaba mirando videos y buscando información en la web.

Ahí empecé a tener contacto con quienes para mi son las grandes en este deporte, como Victoria Mori, la argentina campeona mundial de aguas congeladas, la «Messi de las aguas heladas».

En esa búsqueda encontré también a María Inés Mato, que me deslumbró por completo. María nadaba en cuero en las gélidas aguas de Malvinas, el Glaciar Perito Moreno (otro sueño), en Antártida (otro más) y siempre lo hacía acompañada por la música de una flauta, cosa que me resultó absolutamente inspirador.

María era mi sueño hecho realidad, volvía posible lo que la mayoría piensa imposible. En ese momento y sin saber que hoy estaría viviendo esa expresión de deseo, anhelé con cada fibra de mi ser «nadar algún día como la gigante María Inés Mato».

Siento que cada vez que Juan Nico acompasa mis brazadas rendimos homenaje sincero a mis referentes, a Viqui, a María Inés y a todos aquellos que se animan a ser «distintos» y romper con el status quo.

 

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