El titular de una escuela de equitación criolla de Venado Tuerto y 10 de sus alumnos llegaron hasta Monte Hermoso recorriendo buena parte del camino a caballo.
“Nuestra travesía comenzó con una primera etapa desde Venado Tuerto, donde vivimos, a Carhué. Esta parte la hicimos en vehículos, tanto los caballos como nosotros” contó Omar, el instructor.
“De ahí en más cabalgamos recorriendo distintos pueblos, parajes y caminos, hasta llegar a Monte Hermoso”, agregó.
Según lo informado por la Agencia Monte Hermoso del sitio lanueva.com, la etapa inicial, de 561 kilómetros, la completaron en menos de un día pero la segunda fue mucho más intensa: recorrieron los 325 kilómetros que separan Carhué de Monte Hermoso montados a caballo durante 12 jornadas.
“Conocimos las ruinas de Epecuén, después iniciamos un raid por Sierra de la Ventana y terminamos el recorrido en Monte Hermoso. Viajamos sin nada armado, improvisando un campamento en cada lugar al llegar la noche, con nuestras propias carpas, a veces parando en estancias y, otras, en los pueblos”, relató Omar.
Los jinetes
El grupo estuvo compuesto por 11 personas: Omar, el profesor, único adulto, y Magalí (de 17 años), Margareth (9), Maura (12), Clara (12), Celeste (11), Faustina (9), Sofía (14), Agustín (13), Francesco (14) y Máximo (11).
“Como parte de una escuela de equitación criolla, todos los años formamos un grupo y salimos a hacer este tipo de actividades a algún destino del país. Hemos estado en las sierras de Córdoba, San Luis, provincia de Buenos Aires. A veces se repiten los participantes pero los grupos cambian todos los años”, comentó el instructor.
Explicó también: “La logística es sencilla, porque viajamos solo con lo indispensable; las comodidades son lindas pero en este tipo de viajes uno aprende acerca de lo poco que se necesita para tener experiencias de vida tan fuertes».
Una de las integrantes del grupo, Magalí, reveló que este año se habían propuesto llegar al mar: “No sabíamos si iba a ser Monte o Pehuen Co, pero la idea era llegar a la costa”.
Maximiliano, otro de los viajeros, dividió a la cabalgata en dos etapas: “El viaje por las sierras estuvo lindo, pero no había mucha señal de celular, se complicaba llamar y había pocos lugares para comprar cosas.
“Después el paisaje se hizo más aburrido, todo por caminos rurales, hasta que llegamos a Monte y se puso bárbaro“, describió.
En el Americano
“No nos imaginábamos que íbamos a terminar así, en un lugar con piletas, toboganes de agua, con la playa ahí nomás, nos encantó”, dijo Maximiliano con referencia al complejo Americano, donde se alojaron.
Omar destacó que al complejo turístico llegaron “casi por casualidad, fue casi un milagro; el día que arribamos a Monte había perspectiva de tormenta, se estaba haciendo tarde, no teníamos nada reservado y nos empezamos a asustar un poco. Entonces un conocido llamó a la municipalidad y nos contactaron con la gente del complejo”, señaló.
“La respuesta fue excelente. Nos ofrecieron las instalaciones y nos atendieron de la mejor forma, tanto a nosotros como a los caballos. Por suerte siempre hemos sido muy bien recibidos y nos dan cobijo para los caballos”, añadió.
En su ciudad, Venado Tuerto, el grupo se reúne para dominar el arte de montar a caballo. “Algunos integrantes tienen su propio caballo; juntos hacemos cabalgatas de tres o cuatro horas, y a fin de año, cuando terminan las clases, hacemos un viaje», puntualizó Omar.
En el grupo había varios chicos que, por vivir en el sur de Santa Fe y no viajar mucho, no conocían el mar.
“Algunos se emocionaron mucho cuando lo vieron por primera vez; y con lágrimas, en algún caso”, contó Omar, con una sonrisa.
La experiencia
En cuanto al comportamiento de los chicos, dijo que fue “ejemplar: todos se portaron muy bien y, sobre todo, soportaron estoicamente el viaje. Hubo días de marcha forzada, muy cansadores, pero nadie se quejó. Incluso hubo jornadas en que nos costó llegar a algunos pueblos para comprar comida y lo soportaron de la mejor forma”, recordó.
“De cualquier forma, no son travesías extrañas para nosotros. Hemos recorrido San Luis de punta a punta, viajando por días, sin tener un destino fijo ni un número exacto de días para llegar o volver. Este viaje, de hecho, lo teníamos previsto hacer en 10 días, y nos llevó varios más”.
Añadió el instructor: “Las travesías a caballo ofrecen una manera única de viajar, no es comparable a nada. Eso sí, no hay que ser ansioso: se hacen 25 a 30 kilómetros por día; a veces 40 o 60 en un día extremo. Para llegar a Monte Hermoso tardamos 12 días. Hay que disfrutar el trayecto tanto como el destino.
“El caballo es un medio y un modo de vida para mí. Vivo de los caballos y mi manera de vivir es con los caballos. Me hace feliz estar con estos animales. Me da armonía”, confesó.
El grupo regresó a Venado Tuerto en vehículos que llegaron desde esa ciudad, equipados para transportar personas y caballos.
“Volvimos así porque a caballo habría sido muy largo y cansador y además todos tenemos trabajos y obligaciones”, contó Omar.
Magalí, por su parte, reconoció que el retorno le costó a todos: “Daban ganas de quedarse, pero en algún momento tenemos que regresar. Eso sí, vivimos cada día al máximo. Algunos de los chicos se levantaban bien temprano y se metían al mar a las 6 y media de la mañana, y después no querían ni salir”, relató entre risas.
Fuente y foto: lanueva.com