Cuando escuchamos o leemos la palabra testificar, lo más habitual es imaginarnos esa típica imagen de películas sobre juicios o abogados en las que ante una sala alguien jura decir la verdad y nada más que la verdad con su mano derecha sobre la Biblia.
Pero ¿qué significa realmente la palabra y cuál es su origen?
Según el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, testificar es:
- Afirmar o probar de oficio algo, con referencia a testigos o documentos auténticos.
- Deponer como testigo en algún acto judicial.
- Declarar, explicar y denotar con seguridad y verdad algo, en lo físico y en lo moral.
Respecto a su origen hay tres versiones. La primera, la más creíble y a la vez la menos sugestiva es la que deduce que proviene de la palabra latina «testificare», integración de «testis», testigo, y «facere», hacer.
Otra fuente indica que los romanos, cuando estaban ante un tribunal en condición de testigos, exponían su compromiso de decir solamente la verdad apretándose los testículos con la mano derecha, manera con la que aseguraban lo verídico de su testimonio comprometiendo tan delicada parte de la anatomía masculina.
La tercera versión también se relacionada con la glándula genital masculina y está originada en el ámbito del Vaticano, prolífico en anécdotas y leyendas en tiempos remotos.
El relato refiere al momento de la elección de un nuevo Papa, cuando tras celebrarse el cónclave, antes de dar a conocer la identidad del nuevo prelado, este debía sentarse en una silla que tenía un agujero en el medio y someterse a un impensado ritual.
La perforación estaba destinada a efectuar una verificación de la virilidad del elegido, evitando así que una mujer pudiese acceder a la investidura, como cuenta la leyenda que sucedió con la Papisa Juana, quien supuestamente gobernó la Iglesia entre los años 855 y 857 ocultando su condición de mujer (la película La Pontífice, de 2009, trata sobre ella).
Valga solo como curiosidad, dado que historiadores serios sostienen que no es más que una de las tantas mentiras escritas con la intención de difamar al Vaticano.
¡Salud!
El mundo de los Papas también aparece en el origen de la costumbre de soltar un «¡salud!» cuando una persona acaba de estornudar.
Estudiosos de estas cuestiones apuntan que se originó en el año 590, cuando inició la primera epidemia de peste negra en Europa.
El papa Gregorio Magno I ordenó una serie de ritos con el propósito de evitar que se esparciera la epidemia. Una de esas prácticas consistía en exclamar ¡salud! cuando alguien estornudara. Tenía el pretendido efecto de «bendecir» y purificar la habitación.
De ser cierto, se trata de una costumbre con más de 1.400 años de antigüedad.