Al recorrer las calles de Bahía Blanca durante el mes de noviembre, en la transición primaveral, puede apreciarse la maravilla de los Jacarandás florecidos, con su imponente azul violáceo (tono difícil de definir que cambia según la mirada, la luz y el fondo del cielo) adornando varias arterias y espacios de la vecina ciudad.
Esta especie de clima subtropical, adaptado a las condiciones de nuestra región, es originaria del Noroeste argentino y también se encuentra en Bolivia, Brasil y Paraguay. Florece a inicios de noviembre y sus flores comienzan a llover sobre las veredas en los últimos días del mes para dar paso al reverdecer de sus hojas.
Fue plantado en las veredas bahienses en la década de 1990. También Buenos Aires lo exhibe entre sus principales plantaciones urbanas, gracias a la iniciativa del paisajista francés Carlos Thays a fines del siglo XIX, creador de plazas y paseos públicos en la Capital Nacional y en varias provincias.
María Elena Walsh, en su Canción del Jacarandá -compuesta junto a Palito Ortega- les atribuye quizá un toque de magia celestial, «celeste». Con su licencia poética destaca ciertamente la capacidad de estos árboles para evocar no solo admiración terrenal, sino también una conexión con el cielo mismo.
A través de la lente de la canción, los Jacarandás se elevan a un nivel simbólico, invitando a contemplar su belleza, por qué no, con una perspectiva poética y soñadora, tan necesaria en estos tiempos de aceleración y desconexión con el ambiente que habitamos.
No todas son flores…
Pese a esta invitación poética, en algunas ocasiones algunos ejemplares de este precioso árbol debieron ser retirados de las veredas de Bahía, especialmente de aquellas de poco ancho, debido al levantamiento de baldosas y a otros problemas causados por sus grandes raíces en viviendas y en comercios céntricos.
Hace algunos pocos meses, po ejemplo, un ejempar ubicado en pleno centro de la ciudad tuvo que ser talado, según expuso en un artículo el periodista e ingeniero Mario Minervino, conocedor de estas temáticas.
También Minervino había destacado años atrás, a partir de una entrevista con la responsable de Parques Municipales de Bahía Banca, que la plantación de los Jacarandás fue “una de las equivocaciones más grandes que se ha cometido en materia de arbolado” y que eso hoy se paga “con la extracción de enormes ejemplares”.
¿Qué hacer entonces? Recomiendan plantarlos en espacios abiertos, o bien colocarlos de forma que conduzcan a sus raíces hacia la profundidad en su búsqueda de agua.
¿Demoran en florecer?
Según una nota de Clarín, la primavera este año llegó con algo de retraso y muchas lluvias, pero no impidió que la especie florezca un poco más tarde, aunque más o menos a tiempo.
¿Por qué más o menos? Porque desde hace años se viene observando la pérdida de la regularidad en la fecha de floración de las principales especies, incluido el jacarandá.
«Es el caso más evidente, por la importancia de su presencia. La fecha en que la mayoría de los ejemplares de esta especie se encontraban en plena floración se ubicaba en la primera semana de noviembre. Sin embargo, en los últimos años hemos visto tanto adelantamientos como retrasos», según indicaron especialistas de CABA en artículo del diario capitalino.