Lía Raquel “Kela” Labrisca había nacido en Coronel Dorrego el 13 de agosto de 1942 y falleció en Bahía Blanca el 14 de julio de 2008.
Licenciada en Letras (Universidad Católica), con un posgrado en la Universidad Nacional del Sur, participó en varios congresos y jornadas y se desempeñó como profesora de Lengua y Literatura de nivel medio, en su ciudad natal y en Tres Arroyos.
Kela, casada con Amaro Merino, cuatro hijos, vivió en la zona rural cercana a Monte Hermoso hasta 1967 cuando se radicó en Aparicio.
Refranes, dichos y otras yerbas. Recolectados en el sur de la provincia de Buenos Aires, cuya primera edición se presentó luego de su muerte, el 18 de diciembre de 2008, en la Sociedad Rural de Coronel Dorrego, es un libro de gran valor, un gran aporte a la cultura y a las tradiciones populares.
El 8 de febrero del año siguiente el libro llegó a Monte Hermoso por invitación de la organización del XV Encuentro La Poesía y el Mar, en cuyo marco Emilse Mandolesi de Bara expuso una excelente reseña.
«Habíamos puesto de nuestra parte solo un granito de arena frente a la magnitud del trabajo que ella realizó, del cual tomamos real dimensión cuando nos abocamos a la tarea de su publicación, a pesar de que, naturalmente, habíamos vivido los años de gestación», describió su familia al presentar la obra.
«Muchas veces recibí la colaboración de alumnos, especialmente los de segundo año del Colegio San José de Coronel Dorrego de 1997, año en que presenté parte de la investigación en un congreso», reconoce la autora en la introducción del libro.
La referencia a la participación de los alumnos tiene estrecha relación con el origen de la idea, ya que nació a partir de un ejercicio que la profesora les asignó un día luego de obtener la atención de los chicos de un modo particular en su intento de detener el bullicio generado en la clase.
«Cuando un burro rebuzna, el otro para la oreja», lanzó Kela en medio del desorden. No solo consiguió el objetivo sino que, a partir del asombro y el interés que causó la expresión, logró entusiasmar a los chicos para la tarea de recolectar refranes que periódicamente comenzaron a llevar al aula.
Esa modalidad de trabajo práctico lo repitió con alumnos de otros cursos y también de modo personal siguió recolectando refranes hasta que charlando con colegas y amigos decidió abocarse a la tarea de reunir todo el material en un libro.
«Poco a poco, cuando se conoció mi proyecto de recoger expresiones de la oralidad de nuestro pueblo, personas de diferentes ambientes culturales, me fueron acercando los refranes que emplean o conocen, así se fue armando este que es un poco el libro de todos, porque allí están todos con su habla, que es lo más distintivo del ser humano como ser social», explicó Kela en el introito.
Dejó escrito en el prólogo, además: «Resulta casi ocioso decir que amo el tema de esta investigación en la que empeñé lo único que no se recupera en esta vida: el tiempo. Tiempo que no me sobró jamás, que tuve que crearlo, dejando de lado otras actividades, pasatiempos, descuidar a la familia y los amigos».
También explicó allí que la recolección «está hecha con gran seriedad metodológica y respeto por las versiones. No me tomé la licencia de modificar, amenguar o bajar el tono –siquiera levemente– a alguna expresión chocante o burda de algún refrán. No creo que alguien pueda tener derecho de modificar las fórmulas que el pueblo creó«.