El paso de Jane Goodall por Argentina: encuentros cargados de esperanza y de vibrante humanidad

Jane Goodall en Argentina

En el marco de su gira sudamericana, Jane Goodall, destacada doctora en etología y una de las científicas más influyentes del siglo XX, ofreció en Argentina una serie de conferencias que se distinguieron por su profundidad y calidez.

En el Centro de Convenciones de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Goodall presentó un mensaje conmovedor sobre la interconexión entre la protección ambiental y el bienestar de las comunidades humanas. Su visita no solo buscó sensibilizar sobre la conservación del medio ambiente, sino que también proporcionó razones para tener esperanza. Además, invitó a una profunda reflexión sobre nuestro vínculo con la naturaleza y la importancia de tomar medidas concretas para preservar la biodiversidad.

Un recorrido significativo

El itinerario de Goodall en Argentina comenzó en la provincia de Misiones, en las cercanías de las Cataratas del Iguazú. Allí, participó en diversas actividades organizadas por el Instituto Jane Goodall Argentina, el Instituto Misionero de Biodiversidad (IMiBio) y el Gobierno de Misiones. Durante su visita, fue honrada como Guardaparque Honoraria del Parque Nacional Iguazú, en reconocimiento a su contribución a la protección de los hábitats naturales.

En Buenos Aires, su intervención en el Centro de Convenciones atrajo a una amplia audiencia. En su discurso, Goodall enfatizó la necesidad urgente de enfrentar la crisis climática y subrayó el papel crucial de los jóvenes como líderes en el cambio global. Su última actividad en el país fue un evento organizado por la Fundación Temaikèn, centrado en la reintroducción de aves rescatadas del tráfico ilegal.

De científica a activista

Desde sus pioneras investigaciones en Gombe, Tanzania, iniciadas en 1960, Jane Goodall ha revolucionado nuestra comprensión de la inteligencia animal. Su descubrimiento de que los chimpancés utilizan herramientas obligó a una reconsideración de los conceptos de ‘herramienta’ y ‘hombre’, tal como lo propuso su mentor, el paleontólogo Louis Leakey. Este hallazgo, junto con la observación de comportamientos complejos en los chimpancés, ha transformado profundamente el campo de estudio y el entendimiento de los primates.

Goodall evocó con profunda emoción: “Después de obtener mi doctorado, regresé a Gombe y establecí una pequeña estación de investigación. Esos días fueron los más felices de mi vida. Pasaba semanas en la selva, sintiendo una conexión espiritual profunda con la naturaleza”.

Tiempo después, al asistir a una conferencia y percibir la devastación del hábitat y las dificultades que enfrentaban las comunidades locales, experimentó un cambio decisivo en su perspectiva: ‘Fui a esa conferencia como científica y salí convertida en activista’, recuerda.

A partir de entonces, su misión se expandió, abarcando no solo la investigación y preservación del hábitat de los chimpancés, sino también la implementación de proyectos que beneficiaran a las comunidades humanas que compartían esos territorios. Proporcionar educación, salud y trabajo para erradicar la pobreza se convirtió en una prioridad, y poco a poco, su enfoque se extendió más allá de Gombe, alcanzando al mundo entero, en un esfuerzo global por proteger tanto a la naturaleza como a las personas.

En 1990, inició un innovador programa centrado en la comunidad en Gombe, «el primer programa basado realmente en la comunidad, trabajando con las personas” según Goodall. Un equipo con doce integrantes se encargó de visitar las doce aldeas circundantes, para dialogar con los habitantes sobre cómo el Instituto Jane Goodall podría ofrecer asistencia. La iniciativa empezó con la restauración de las tierras, utilizando métodos orgánicos para recuperar su fertilidad. Además, se colaboró con las autoridades de Tanzania para mejorar las infraestructuras educativas y sanitarias. Se introdujeron programas de gestión del agua y se estableció un sistema de becas para niñas, brindándoles por primera vez acceso a la educación. Asimismo, se implementaron microcréditos para fomentar emprendimientos locales entre los residentes. Este horizonte integral buscó abordar simultáneamente las necesidades ambientales y humanas, reconociendo que la conservación de los chimpancés y el bienestar de las comunidades están intrínsecamente relacionados.

En 1991, lanzó el programa “Roots & Shoots” (Raíces y Brotes), con doce estudiantes en Tanzania. Ellos solicitaron ayuda para enfrentar problemas locales como la caza ilegal y el maltrato animal. “Comenzaron el proyecto y convocaron a sus amigos”, explicó Goodall. La modalidad de este emprendimiento no es verticalista, sino que las iniciativas surgen de los mismos jóvenes.

“Cada persona causa un impacto en el mundo y en el ambiente con cada día de nuestras vidas. Nosotros tenemos la posibilidad de elegir qué impacto vamos a causar”, mencionó la etóloga. En este sentido, cada grupo participante elige entre tres tipos de propuestas: uno para ayudar a las personas, otra para los animales, y otra para el ambiente. Al seleccionar lo que les apasiona, los jóvenes se comprometen activamente a trabajar.

Roots & Shoots ha crecido considerablemente desde sus inicios y ahora está presente en 70 países, abarcando desde el nivel preescolar hasta el universitario. Además, el programa también tiene presencia en Argentina, demostrando su alcance global y su capacidad para movilizar a jóvenes en diversas partes del mundo hacia un cambio positivo.

Razones que impulsan la esperanza

El gran potencial del intelecto humano, para Goodall es uno de los motivos para  poder subsanar el daño generado y preservar nuestra casa común. Argumenta que si bien la ventana de tiempo se va cerrando, todavía hay posibilidades de revertir la emergencia climática. Distingue con sutileza, la diferencia entre iintelecto e inteligencia y remarca “un animal inteligente no destruiría su único hogar”.

Destaca las investigaciones y descubrimientos que se están realizando en cuanto a la inteligencia de diversos animales. Citó por ejemplo a las ratas, que en Tanzania son entrenadas para “encontrar y rescatar a sobrevivientes de terremotos entre los restos”.

La resiliencia de la naturaleza es otro factor de vital importancia. Está convencida  que los animales en extinción, todavía pueden recuperarse.

Menciona el caso de Wounda, una chimpancé rescatada de los cazadores, quienes lastimaron de muerte a su madre y a ella. La pequeña chimpancé logró sobrevivir y luego de un largo proceso de rehabilitación, fue capacitada para ser liberada en un santuario de animales silvestres.

«Goodall relató el emotivo momento en que la chimpancé fue llevada a su nuevo entorno natural. Aunque la científica no conocía previamente al animal,  la chimpancé al ser liberada, le dió un conmovedor abrazo, confirmando así la teoría de Goodall sobre las similitudes entre el comportamiento de los chimpancés y los humanos. La científica subrayó la notable analogía en cuanto a la comunicación no verbal y la riqueza emocional que ambos comparten.

“Mi gran esperanza son los jóvenes porque, a nivel global, vemos que ellos están cambiando el mundo”, afirmó Goodall. A través de sus viajes por el mundo y al observar diversas experiencias e iniciativas impulsadas por los jóvenes, afirma que las nuevas generaciones muestran una conciencia ambiental intensa y activa. Ellos son un gran andamiaje de esperanza para reconstruir y revertir la crisis ambiental.

El evento en Buenos Aires concluyó invitando a toda la audiencia a participar del programa “Roots & Shoots”, alentando las iniciativas locales y estimulando a ponerse en movimiento, ya que todos y cada uno somos protagonistas del cambio.

Un gran legado

A sus 90 años, Jane Goodall sigue siendo un milagro de resiliencia y compromiso. En sus recientes entrevistas en Argentina, compartió una visión única sobre el futuro, mencionando que su próxima gran aventura será la muerte “si hay algo, no puedo pensar en una mayor aventura que descubrir qué es”. Su mirada con asombro, su deseo de conocer profundamente la realidad, su gran sensibilidad para conectar con las personas, la naturaleza y los animales, constituyen un testimonio humano invaluable e inspirador, que no deja a nadie indiferente.

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