Las redes sociales se han convertido en el muro de los lamentos universal de la actualidad en el que los usuarios dejan impresas quejas o demandas, opiniones (por lo general críticas), pedidos, consultas y un largo etcétera.
Para los medios de comunicación se han transformado en un espacio proclive a la propagación del mensaje al tiempo que suelen constituir una usina de noticias.
Precisamente en uno de los varios grupos que nuclean a vecinos de Monte Hermoso en la red social Facebook se da cuenta de un hecho que se repite esta temporada: sonidos estridentes que interrumpen el descanso nocturno provenientes de locales de diversión.
Edgardo, que se identifica con su nombre completo y su número de documento, por ejemplo, describe así su padecimiento: “Anoche (se refiere a la madrugada del domingo 15) no se pudo dormir por la música electrónica de Bronx a todo volumen desde las dos de la mañana. No es solo contaminación acústica. Es contravenir la disposición municipal de ruidos molestos”.
Menciona, además, que en su casa, “a 300 metros del parador devenido en boliche vibra la casa con el sonido de los bajos. En 2021 inicié un expediente por ruidos molestos en la secretaria de Gobierno. Los inspectores controlaron los paradores del Yate Club y de Rio Iguazú. Bronx tiene impunidad e impide dormir a cientos de vecinos”. Finaliza su queja así: “El llamado a la policía fue inútil una vez más. El trauma acústico de los pibes que van a Bronx no le importa a nadie, ni a los padres ni a la municipalidad. Voy a iniciar acciones legales, si alguien quiere acompañarme será bienvenido”.
Otros integrantes del grupo en cuestión sumaron opiniones al respecto, como es el caso de Graciela: “Estamos en Alfonsín al 400 y se escucha. Lo que será vivir más cerca. La policía podría trabajar en forma imparcial ¿no? Todo en contra de los que tenemos viviendas ahí”.
Ante la situación agrega que “el fin de semana nos volvemos a Bahía. El lunes arrancamos más tranquilos. Es un loquero”. Se suma otra mujer en sintonía con esa decisión: “yo voy en la semana también”.
En otros lugares de la ciudad, más céntricos, se dan situaciones similares. Según dice Marta, “hace 50 años estoy en Dufaur al 200, semi peatonal. Estamos intentando vender por los ruidos desde la noche hasta las cuatro o cinco de la mañana. Nos quejamos. A nadie le importamos”.
Está claro que se trata de una colisión de intereses, de derechos. El deseo de diversión (sobre todo de los jóvenes) de unos y la pretensión de otros de transitar una noche en calma, sin que nada altere el sueño.
Lo razonable es deducir que alguien debe terciar y ese alguien es la autoridad, cuya intervención es lo que reclaman los reclamantes.