El calendario está a días de marcar el inicio del verano en este punto del mundo, pero cada vez menos argentinos están por activar la cuenta regresiva para cerrar la notebook por un buen rato o colgar el cartelito de «cerrado por vacaciones».
La encuesta anual del Programa de Estudios de Opinión Pública (PEOP) de la Facultad de Turismo y Hospitalidad de la Universidad Abierta Interamericana (UAI) muestra que cinco de cada diez argentinos no viajarán durante el verano 2023.
El porcentaje de los que no se van aumentó un 8,2 por ciento respecto al año pasado. ¿Por qué no viajan? La respuesta no sorprende: seis de cada diez dijeron que no pueden «por problemas económicos«.
El 48,8 por ciento está seguro de que no se irá de vacaciones el año que viene, mientras que el 31,3 aseguró que sí y el resto se mostró indeciso. Para 2022, el 40,6 por ciento había respondido «no» a esa opción.
En el ránking de los motivos para no descansar, lidera la situación económica particular, que se lleva el 64,3 por ciento de las respuestas. Luego, «no tengo vacaciones» (19,3%); por trabajo (5,3); temas familiares (2,7); por enfermedad (1,8); y otros motivos (6,6%).
Los resultados se basan en las respuestas que dieron más de mil encuestados mayores de 16 años que viven en la Ciudad, en la Provincia de Buenos Aires y en Rosario, Santa Fe. Se trata de una muestra representativa de algo que los expertos confirman que está ocurriendo.
Este ejército de «no veraneantes» parece paradójico ante las cifras de ocupación del último fin de semana XXL, que terminó con la Costa Atlántica, las sierras y el sur por arriba del 80 por ciento. Pero hay que hacer un análisis más pormenorizado: la clave es que cada vez hay menos gente que se va más días que los de una escapada.
«Aproximadamente, los argentinos que se pueden tomar vacaciones son entre 10 y 11 millones. El resto, no puede. Lo que sí ha crecido en Argentina son los ‘excursionistas’, que se van cuatro días un finde largo», explica a Clarín el analista económico experto en consumo, Damián Di Pace.
«Eso no son vacaciones«, sentencia. Según información que fue difundida por la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (Came), en marzo de este año cerca de 32,3 millones de argentinos viajaron dentro de Argentina, registrando una media de 4,6 días de alojamiento.
Lo de irse «todo enero» ya no corre ni para empleados de Justicia, que tienen el beneficio de la feria judicial. «No existen más los 30 días que conocíamos. Hoy las vacaciones son a veces de 15 días, a veces de una semana», marca Di Pace, quien también es director de la consultora Focus Market.
¿Cómo logran irse los que se van? El 43 por ciento dijo que financia su viaje a través de sus ahorros. El 17,6, con los ingresos del mes, el 8,2 vacacionará con tarjeta de crédito, el 7,2 consiguió un préstamo, el 3,5 aprovechará el aguinaldo y el 20,7 por ciento dijo que lo hará a través de un mix entre todas las demás opciones.
En ese contraste entre el gran movimiento que hay durante los feriados y la falta de «margen» en la billetera para vacacionar, otro dato llamativo es que de la muestra de 2021/22 a la actual hubo un incremento entre los que se van al exterior y quienes viajan por el país: 28,3 contra 13,4 por ciento del año pasado. A la inversa, en la expectativa para 2023, siete de cada 10 viajará por Argentina, el 71,7 por ciento, mientras que en 2022 ese porcentaje fue de 86,6.
«Por el tipo de cambio en sí y por el dólar Qatar, este año hubo una transferencia del turismo emisivo (hacia el exterior del país) al turismo interno. Pero entre quienes no se van de vacaciones también constan los que están postergándolo para irse afuera, porque lo prefieren antes que vacacionar por acá a un precio alto», dice Di Pace.
También están quienes utilizaron el Previaje a mitad de año y lo están ejecutando ahora. «Eso amplía la capacidad de turistas que se irán por el país en verano», cierra.
El 71,1 por ciento dijo que no aprovechó ni miró algún descuento o promoción para vacacionar, mientras que el 14,8 lo hizo. Casi en un porcentaje idéntico (71,9%), creen que este año gastarán más que en el anterior.
Sobre esto de que menos argentinos viajan más días –la mayoría dijo que tiene 15 días de vacaciones (28,9%); una semana (21,7%), 10 días (19,7%), un mes (17,4%) y entre 3 y 5 días (12,3%)–. Elisa Beltritti, decana de la Facultad de Turismo y Hospitalidad de la UAI, explica a Clarín que a lo evidente le falta medición estadística.
«Las salidas cortas son una tendencia ya desde hace cinco años. Deberían existir mediciones comparables en las grandes ciudades, como las que existían en Córdoba, que medían el movimiento interno y hacia esa provincia, para evaluar bien la situación de los turistas», puntúa.
Dice que «vacaciones vacaciones» son las de «mínimo 10 días», pero que el movimiento en los fines de semana largos también reactiva el sector turístico, distribuyendo la ocupación y creando todo un nuevo equilibrio. Pero que no es suficiente.
«El Previaje sirve, aunque lo que se necesita son políticas públicas en turismo que excedan la gestión de los gobiernos». Habla de realizar esquemas más inteligentes de ocupación y de distribución en los grandes destinos del país para que más gente viaje y más días.
¿A dónde se van los que se van? Por un tema de cercanía geográfica de los encuestados, la Costa Atlántica fue el lugar más elegido, con el 54,8 por ciento de los votos. Fue un aumento notorio de un año al otro (era 47,6).
La siguieron el sur (15,8%); el centro del país (11,7%); Noroeste (9%); Noreste (5,7%); y quienes alquilan casa con pileta (3%). Respecto de esta última cifra, bajó 1,7 el porcentaje respecto del año pasado.
Entre los que viajarán al exterior, Brasil, con el 35,2 por ciento, fue el destino más elegido, seguido de otros (20%), Uruguay (18,6%) y Europa (12,4%).
En cuanto a las prioridades a la hora de elegir dónde vacacionar, la mayoría, el 53,7 por ciento, dijo que debe haber playa. A la arena le siguen las montañas (16%); comodidades para los más chicos (5,3%); buena gastronomía (4,9%); excursiones (4,1%); vida nocturna (2,1%); y otros (13,9%).
El costo (emocional) de no armar la valija
Ricardo Rubinstein, médico psicoanalista y miembro titular en Función Didáctica de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), dice que a estos «no viajeros» hay que diferenciarlos.
«Hay que ver si es la primera vez que no se van de vacaciones o si es uno de varios veranos sin irse. También hay que ver si dentro de su grupo social pasa lo mismo. La comparación con relación al resto es importante. Si los demás se van, ya sea entre familiares, amigos o entre los compañeros de escuela, el impacto de no irse es mayor«, marca.
Otro punto a tener en cuenta es si quien no se va a poder ir de vacaciones por problemas económicos «también ha tenido otras restricciones», como en compras, salidas o actividades sociales. «Si es un conjunto de pequeñas privaciones, en el que se adaptan, esta sería una más». Si el recorte son solo las vacaciones, «el impacto también es mayor».
¿Qué nos pasa en la cabeza cuando nos vamos de vacaciones? ¿Qué nos pasa cuando no nos podemos ir? Rubinstein aporta algo de alivio.
«Es necesario tener un tiempo de corte del trabajo. Poner tu tiempo en otra cosa. Lo importante es eso. Aunque no existan las vacaciones esta vez».
Cree que durante todo el año de trabajo puede haber situaciones de estrés que tienen un efecto neuroquímico más importante que el que produce poder tomarse vacaciones. «Por eso es mejor que, aunque se pueda o no ir a algún lado a descansar en el verano, disminuya la exigencia y el nivel de estrés».
Aunque se esté en «Santa Terracita» en enero, febrero y marzo, el recomienda «dormir más horas y cortar con el celular. No seguir con la adicción a la pantalla, que también es una atadura laboral».
Fuente: Emilia Vexler, Clarín.com