El turismo internacional sigue creciendo a buen ritmo en la Argentina, acompañando el aumento de la conectividad aérea y la suba del tipo de cambio.
En el primer semestre ingresaron tres millones y medio de turistas extranjeros y dejaron 2.700 millones de dólares en el país.
En abril y mayo hubo superávit de turismo internacional y en junio se alcanzó un récord histórico de ingreso de dólares por la actividad.
Son datos del Ministerio de Turismo profusamente difundidos en la web por la mayoría de los sitios informativos, con datos accesorios como que la mayoría de los extranjeros provienen de Chile (21% de turistas), Uruguay (18,3%), Brasil (16%) y Estados Unidos (9%), en tanto se indica que también fue muy alto el ingreso de turistas desde Canadá y México, con índices por encima de la pre pandemia.
Sin embargo, la gestión irreprochable de quien conduce la cartera de Turismo, Matías Lammens, parece encontrar su principal impedimento en la impericia del gobierno al que pertenece para enderezar los alarmantes indicadores económicos y sociales.
«El déficit por turismo podría llegar a 6.500 millones de dólares en 2023», dice Forbes Argentina, en una nota que publicó el pasado 14 de julio con la firma de Fernando Heredia.
Según el articulista, el balance negativo se da porque los nuevos impuestos al consumo con tarjetas de crédito en el exterior y la suba del tipo de cambio no logran frenar la salida de divisas por un canal que suma más presión al Banco Central.
«Como si no hiciera falta solo con los desembolsos al FMI y los otros compromisos financieros, el pago de importaciones, la sequía y la clásica fuga de divisas en año electoral, el sector turismo se suma a esta lista como un nuevo canal de pérdida de dólares que podría totalizar un déficit de hasta US$ 6.500 millones en todo el 2023.
A pesar de que el gobierno celebró que, en mayo, la llegada de turistas extranjeros fue mayor a la de argentinos viajando al exterior –y en el acumulado anual la cuenta se mantiene muy pareja–, la diferencia entre el dinero gastado y el fuerte desincentivo que representa la brecha cambiaria para formalizar el ingreso de divisas por parte de los visitantes de otros países, hace que la balanza resulte seriamente negativa para el Banco Central.
El nivel de la brecha cambiaria se torna muy relevante: cuando está en niveles elevados se frena el ingreso formal de divisas a la economía. Esto se debe a que los turistas extranjeros (sobre todo los de países de la región), aunque dejan dólares en el país, lo hacen principalmente en el mercado informal, lo cual lógicamente no ayuda a fortalecer las reservas internacionales.
Es por esta razón que desde finales del año pasado se les otorgó la posibilidad de que sus compras con tarjetas contemplen un valor más cercano al de los dólares paralelos, logrando acelerar las liquidaciones en el mercado oficial.
El problema no es novedoso –sigue la nota– y afecta a la macroeconomía argentina desde el año 2011, cuando se perdió el superávit sectorial, en parte, por el incremento de la inflación que no fue acompañado por el tipo de cambio y, en otra parte, por el boom turístico global a partir de la mayor facilidad de compras online.
«El atraso cambiario que se fue gestando y la suba del salario en dólares fueron los principales drivers de la reversión de ese superávit en aquel momento, aunque también se sumó el desarrollo tecnológico y el abaratamiento de los vuelos para viajar al exterior. El pico se observó en 2017, cuando se registró un saldo negativo de U$D 10.700 millones, que tras las sucesivas devaluaciones descendió a U$D 8.000 millones en 2018 y a U$D 5.700 millones en 2019», subraya Manoukian.
Lógicamente, la pandemia redujo abruptamente este egreso de divisas hasta U$S 1.800 millones, pero el paulatino retorno del turismo internacional hizo que vuelva a engrosarse la sangría por esta vía, más allá de los fallidos intentos de las autoridades de aplicar diversos impuestos sobre el consumo con tarjetas de crédito en el exterior y la restricción de vender dólares por los canales reglamentarios, advierte el articulista.
«Las trabas no están afectando demasiado y el dólar parece bajo para el que quiere viajar. Eso va a ser una presión para la segunda parte del año, más teniendo en cuenta que no sabes qué va a pasar con los desembolsos del FMI», opina Maximiliano Ramírez, ex subsecretario de Programación Macroeconómica.
«El dato acumulado a mayo te da 2.210 millones de dólares negativo y para el segundo semestre podés esperar un número similar. La salvedad de este año es que siempre cubrís este rojo con los dólares que entran del agro pero esta vez no. Te afecta mucho y podés llegar a cerrar el 2023 con un déficit de 4.500 millones», sostiene el economista.
Por su parte, en Ecolatina son más pesimistas y aseguran que el rojo por el canal turístico puede llegar a situarse entre los 6.000 y 6.500 millones de dólares, en un contexto de campaña donde la implementación de herramientas para frenar esta merma, como fijar nuevos impuestos o acelerar la devaluación, no luce electoralmente viable.