Al arte y a la historia solo se entra por la puerta de la traición.
De dudoso rigor, la sentencia, provocativa, tiene suficientes ingredientes para incitar al debate.
No la ha pronunciado Máximo Kirchner (al menos no hay registro de eso), como tampoco ha trascendido que la tenga in pectore el señor Fernández que preside la República, al menos hasta donde se sabe.
Es autoría del escritor Dalmiro Sáenz y está dicha en su libro La patria equivocada.
Veamos la cita completa del inefable Dalmiro:
“Al arte y a la historia solo se entra por la puerta de la traición. Si San Martín no hubiese traicionado a España, si Leonardo Da Vinci no hubiese traicionado a sus maestros, ninguno de ellos permanecería hoy en la memoria de los hombres.
“Existe un deber de traicionar en el ser humano, un mandato de subversión contra la herencia de los pensamientos, contra la rigidez de las costumbres, contra la tiranía de la moral, contra las leyes de la estética, contra la prepotencia de la fuerza, contra la extorsión de la culpa”.
Lionel Scaloni, director técnico de la selección argentina de fútbol, fue duramente cuestionado por buena parte de la prensa especializada desde que asumió en su cargo, señalándolo como traidor.
La crítica estuvo centrada en la supuesta deslealtad hacia su antecesor en el cargo, dado que había formado parte del grupo de colaboradores del señor Jorge Sampaoli, quien fue forzado a renunciar tras un caótico proceso que concluyó con la eliminación del albiceleste en el Mundial de Rusia 2018.
Ha pasado mucho tiempo desde que Scaloni asumió la conducción del seleccionado y el resultado de su gestión lo ha ido arrimando a la historia del fútbol argentino. Por sus logros.
A pesar de eso, la censura, los embates, la descalificación de que fue objeto desde el inicio, persisten en algunos de los varios que esperaron en vano que algo saliera mal. Aún hay quienes lo siguen aguardando. ¿Deseando?
El estigma de la traición, afrenta imperdonable para el “código” futbolero, sigue latente en la impugnación a quien al parecer se ha rebelado “contra la rigidez de las costumbres, la tiranía de la moral” y “la extorsión de la culpa”.
Escasas referencias al caso expuso Scaloni: «Luego del Mundial le mandé un mensaje a Sampaoli y le escribí que me gustaría quedarme en la AFA. Quizá no le gustó, pero es lógico que un ayudante que tiene vocación de técnico quiera largarse solo. Nunca más hablé con el después de eso», declaró una vez.
En otra ocasión explicó que se quedó «para entrenar a la Sub 20” y que jamás pensó “que iba a terminar en la mayor, que es lo que se dio después».
En efecto, contratado en principio para dirigir juveniles, al poco tiempo fue designado como entrenador interino del combinado mayor ante la inminencia de partidos amistosos programados por la AFA. Resultó tan auspicioso ese interregno que determinó su confirmación de forma estable.
Entre las objeciones de que fue objeto figuró también su nula experiencia en un cargo de tamaña responsabilidad. Nuevamente los oscuros códigos, que ordenan que “no se puede debutar como DT nada menos que en la selección nacional”.
Parece que se puede. Hasta acá, ha ejercido su rol de la manera en que ninguno de sus inmediatos predecesores pudieron hacerlo. Demostrando sabiduría desde el mismo inicio al promover un natural y progresivo recambio generacional y la conformación de un grupo de jóvenes debutantes (varios ilustres desconocidos, otro mérito) y figuras experimentadas, que se fue afianzando en armonía hasta dejar en el olvido los tristes tiempos del “club de amigos”.
Ese ensamble humano se replicó en una también gradual, virtuosa, evolución del juego hasta consolidarse una propuesta futbolística que la mayoría de los hinchas disfrutan y apoyan como hacía mucho que no ocurría con tamaña comunión.
Más allá de los logros, que hasta acá no han sido pocos: la obtención de la Copa América (que Argentina no ganaba desde hacía 28 años) y la holgada clasificación al Mundial de Qatar de finales de este año, restableciendo, en ambos casos, la histórica supremacía del fútbol argentino en el ámbito sudamericano.
Volviendo al modo en que llegó al cargo, nada puede sorprender a los sufrientes conocedores de los avatares de la máxima conducción vernácula del negocio millonario del fútbol.
Sin ir más lejos, el entrañable ex futbolista y actual deté Claudio Borghi definió a Sampaoli (a quien conoce bien por la actuación de ambos en Chile), como “una tortuga arriba de un árbol”. -¿Por qué? –Porque nadie sabe cómo llegó ahí. Lo dijo en tiempos en que, antes de Scaloni, Sampaoli había sido contratado por la AFA.