Según Soledad Pérez Duhalde, «Se derrite el ‘plan aguantar’», tal el título de una nota que firma en Perfil.
Escribe: «En el frente fiscal, el déficit de los dos primeros meses del año fue récord y la magra recaudación por retenciones tuvo un rol protagónico. En dos meses se agotó, prácticamente, todo el margen de déficit primario que permite el FMI (0,3% del PBI) e hizo casi imposible el cumplimiento de la meta fiscal anual, razón por la cual el ministro Massa fue a Washington a negociar.
«También se complicó el roll over de la deuda y el financiamiento fiscal. Mientras el canje de deuda no tuvo el éxito esperado, el Central tuvo que volver a emitir para asistir al fisco. Dada la escasez de financiamiento, no sorprende que Massa haya lanzado el programa de canje forzoso de deuda en dólares por bonos en pesos, con el pronóstico prioritario de conseguir financiamiento para la tesorería. En la misma línea (aun a costa de mayor impacto inflacionario) se inscriben los cambios en el régimen de percepción de IVA y Ganancias para importaciones, que aportarían recursos adicionales a la caja fiscal por alrededor del 1% del PBI».
En el mismo medio, el economista Luis Secco, explica que «la fragilidad macro, la debilidad presidencial, la falta de credibilidad y las bajas expectativas que despierta el ministro Massa alimentan la elevada volatilidad y sensibilidad del peso y de los activos financieros argentinos frente a rumores y especulaciones que se tejen sobre el contexto económico y político del país.
Negociación con el FMI
«Todo luce más difícil ahora que la continuidad del apoyo del FMI está en el centro de la escena. En efecto, a juzgar por la propaganda oficial, el gobierno (Massa) intenta mostrar que la interrupción del programa fue una decisión de este lado de la mesa de negociación. El FMI tendrá que enfrentar, aun más que antes, el dilema de realizar nuevas concesiones y dañar aún más la poca reputación que le queda versus desenchufar a la Argentina y quedar como ‘culpables’ de acelerar la crisis».
Agrega Secco: «La renegociación del acuerdo va a llevar varios días de reuniones técnicas y políticas. Además, si el anterior tuvo que ser sometido a la aprobación del Parlamento, lo más probable es que el nuevo también deba pasar por un procedimiento similar (sobre todo si involucra un incremento de la deuda con el organismo). Serán largos días durante los cuales habrá más incertidumbre cambiaria y no menos».
Similar percepción manifiesta Gustavo Bazzan, en Clarín: «En las últimas cinco semanas Massa recorrió un camino que, entre anuncios y reacciones del mercado, lo dejaron en una situación bien complicada.
«Se juega a partir del lunes todas las fichas a conseguir plata fresca para darle algo de sustento a ese raro anuncio que hizo acompañado por líderes de la CGT y de movimientos sociales: buscar acuerdos para lograr 90 días de estabilidad. Llegar o aguantar, póngale el nombre que quiera. Ese es el plan de Sergio Massa».
Devaluación
Por su parte, otro economista, Claudio Zuchovicki, en La Nación, aborda una de las cuestiones meneadas en los últimos días: «Sin devaluar el tipo de cambio oficial, la microeconomía ya paga el costo encubierto de un dólar promedio entre el dólar soja y el dólar blue. Estamos pagando el costo devaluatorio sin obtener sus beneficios. Al dispararse la brecha entre las cotizaciones, el campo no liquida y, así, termina habiendo otro parche que termina sin funcionar.
«Por querer evitar una suba del “dólar bolsa” o “dólar contado con liquidación” se tomaron todos los bonos que tenía el Estado para venderlos y creyeron que, de esa manera, podían intervenir el mercado. Y ¿saben qué? el tipo de cambio siguió subiendo y, además, destruyeron el valor de la deuda argentina, aumentando el índice del riesgo país».
Enojo social
En medio de los avatares económicos (padeciéndolos) está la gente, los sufridos argentinos.
Por eso, no resultan extraños los datos que aporta Hugo Haime, consultor y analista político, en Perfil: «En el último mes, el 60 por ciento de los electores percibe en sus conciudadanos enojo/bronca y cerca de un 35 por ciento tristeza/desánimo.
«Estos valores de enojo social no son nuevos, los tenemos registrados desde los años de 1990 y se encuentran dentro de los máximos en nuestra serie histórica. Llegaron a estos números en tiempos especiales: 1998, 2001, 2002, 2009, 2010, 2013 y actualmente.
«En general, expresan momentos en los cuales parte de la sociedad está propensa al conflicto social o se prenuncia intención de impulsar un cambio de ciclo político. No hay una regla para lo que va a ocurrir a futuro pero dicho porcentual es indicador de una fiebre que se puede agravar sin el antibiótico adecuado».