Un equipo de investigadores estudia la resistencia y la tolerancia de la avena a una enfermedad causada por un hongo llamado roya (Puccinia coronata). Buscan generar variedades del cultivo que permitan mantener la sanidad, el rendimiento y la calidad nutricional a través de un método ambientalmente sustentable y que permite reducir el uso de fungicidas.
La avena es el sexto cereal más producido a nivel mundial. Si bien se utiliza principalmente como alimento de animales, también se usa para consumo humano. Tiene numerosos beneficios para la salud: sirve para reducir el colesterol, regular la presión arterial, aporta energía, es útil para el estreñimiento, rica en minerales y vitaminas, tiene propiedades antiinflamatorias y también es provechosa para el sistema nervioso.
De acuerdo a un artículo emitido por la Comisión de Investigaciones Científicas, en Argentina se siembran anualmente entre 1 y 1,5 millones de hectáreas y el 75% de la superficie sembrada está en la Provincia de Buenos Aires. Aunque la mayor parte está destinada a forraje, aclaran, su utilización como grano ha sido revalorizada al ritmo en que se fueron registrando avances en el conocimiento de su calidad nutricional.
Desde el CIC subrayan que uno de los desafíos que tienen los investigadores para fortalecer la producción de avena es lograr cultivos más resistentes y tolerantes a la principal enfermedad que la afecta: la roya de la hoja, producida por el hongo llamado Puccinia coronata, que genera disminuciones en el rendimiento -la cantidad de kilos por hectárea- de hasta un 70% y también afecta la calidad nutricional del grano.
Para afrontar el problema, según se informa, un equipo de investigadores de tres instituciones con vasta experiencia acumulada en planes de mejoramiento del cultivo está desarrollando un proyecto de investigación para caracterizar este agente patógeno y seleccionar las variedades de avena más resistentes y tolerantes a la roya.
El estudio fue elegido para recibir el subsidio Ideas Proyecto, impulsado por la Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia de Buenos Aires (CICPBA), y lo llevan a cabo la Cátedra de Cerealicultura de la Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales de la Universidad Nacional de La Plata, la Estación Experimental Agropecuaria Bordenave del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y la Chacra Experimental de Barrow (INTA-Ministerio de Desarrollo Agrario).
En el proyecto participan la Dra. María Rosa Simón, el Ing. Pablo Campos, la Ing. Liliana Wherhahne, el Dr. Juan Ignacio Dietz, la Ing. Laura Da Silva, el Dr. Matías Schierenbeck, el Ing. Hugo Martín Pardi y otras investigadoras e investigadores de las tres instituciones involucradas así como también personal no docente de la universidad.
El efecto del hongo
El informe aclara que a simple vista, la roya origina puntos naranjas en las hojas que se denominan pústulas. “Eso necrosa la hoya y reduce el área foliar fotosintética. La planta va a hacer menos fotosíntesis en base a eso. Se va a reducir la biomasa y consecuentemente el rendimiento”, explicó María Rosa Simón, profesora titular de la Cátedra de Cerealicultura (FCAyF-UNLP) e investigadora a cargo del proyecto.
Simón remarcó que la enfermedad afecta el aspecto nutricional de la planta: “porque la roya es un patógeno biótrofo, es decir, que necesita de tejidos vivos para sobrevivir, afectando la traslocación del nitrógeno al grano. Lo concentra en las pústulas y trasloca menos al grano, causando una disminución del nitrógeno del grano y por lo tanto de la proteína”.
Variedades resistentes y perspectiva ambiental
El objetivo de la investigación, agrega David Barresi, autor del artículo divulgativo, es detectar variedades de avena que por un lado sean resistentes a la roya, es decir, que tengan la capacidad de enfermarse menos; y por otro que sean tolerantes a la misma, lo que significa que aunque posean la enfermedad no pierden tanto en rendimiento ni en calidad como aquellas que no lo son.
Para esto, realizarán aislamientos del patógeno de diferentes localidades, especialmente de territorio bonaerense, aunque también de otras regiones donde se cultiva avena. Estos se inocularán en un set amplio de líneas de cultivo portadoras de genes de resistencia, para identificar las razas.
El hongo Puccinia coronata tiene una alta capacidad de mutación y de migración -las royas pueden trasladarse grandes distancias- por lo que su población cambia de manera regular. “Si hacemos 30 aislamientos pueden aparecer 20 razas distintas o más”, señaló Simón.
Una vez identificadas las razas, realizarán un proceso de inoculación de la enfermedad sobre un set de 58 variedades de avena, incluyendo líneas de los criaderos involucrados. De esta forma, realizando estudios de campo sobre diferentes aspectos del comportamiento de cada una, podrán evaluar cuáles tienen mejores características de resistencia y tolerancia.
El proyecto también analizará el efecto de la roya sobre la dinámica del nitrógeno del grano, de las proteínas, el contenido de betaglucanos y cómo incide la tolerancia de los genotipos sobre dichas variables. Estos estudios son indispensables para caracterizar lo referente a las particularidades nutricionales de la avena.
Los resultados de la investigación arrojarán elementos para dar continuidad a los planes de mejoramiento genético del cultivo que ya realizan estas instituciones. Este proceso implica la selección y el cruzamiento de variedades a lo largo de seis o siete años aproximadamente, hasta que se obtiene la semilla deseada, para luego poder inscribirla en el Instituto Nacional de Semillas (INASE) y que pueda ser liberada y comercializada. De hecho, el Programa de Mejoramiento de avena del Criadero de la UNLP obtuvo dos variedades recientemente que ya están siendo comercializadas, denominadas La Plata FA y Los Hornos FA, y también los criaderos de las otras instituciones.
El desarrollo de cultivos resistentes o tolerantes a la roya, según explican las investigadoras e investigadores, es el método “más económico, efectivo y ambientalmente sustentable” para el manejo de la enfermedad, porque permite disminuir el uso de agroquímicos, que son contaminantes, costosos y además pueden generar resistencias.
La importancia en términos productivos
Hasta el momento la población del patógeno había sido caracterizada utilizando un reducido set de líneas diferenciales. Este proyecto ampliará considerablemente el análisis, permitiendo una caracterización mucho más precisa y una mejor identificación de los genes presentes en las distintas variedades de avena. También estudiará la tolerancia de los cultivares, aspecto que ha sido poco investigado especialmente en este cultivo.
“Argentina cuenta con condiciones agroecológicas favorables para la producción de avenas graníferas, por ello el uso de variedades de alto potencial de rendimiento y buena sanidad y calidad de grano, permitirá abastecer a los potenciales mercados”, afirman desde el equipo de investigación.
En ese sentido, teniendo en cuenta que este cereal tiene ventajas desde el punto de vista nutricional en la alimentación humana, se vuelve una herramienta clave la obtención de cultivares que reúnan características deseables tanto para la industria molinera como para consumidoras y consumidores.