La fecha patria del 25 de mayo es el primer festejo que disfrutamos los argentinos celebrando nuestra independencia, que finalmente se concretaría apenas unos años después.
Entre tantas otras cosas, la gastronomía es la identidad del argentino.
Seguramente en aquel 1810 la comida tradicional no era el asado. Porque nos pasa que cuando pensamos en la gastronomía que nos representa, el asado ocupa el lugar de privilegio. Sin embargo, si nos juntamos a celebrar hoy la fecha patria tenemos que pensar en otras propuestas.
La reunión debería comenzar con una picada. Una picada de chorizo de campo, queso, aceitunas y un buen vermú. La tradición del vermú se ha ido perdiendo gracias a las nuevas propuestas de tragos espumosos y dulzones. Sin embargo, el vermú propone un encuentro, una charla, una camaradería, que va maridando la entradita, mientras recibimos a los que van llegando peleamos con el perro que quiere robarse los chorizitos y empezamos a saborear los aromas que vienen de la cocina. El tradicional y añejo Cinzano, acompañado con hielo, soda y una rodaja de naranja suena ideal.
También puede ser una buena entrada la clásica empanada criolla. Es decir, de carne y frita. En algunos hogares todavía hay alguna abuela orgullosa que el 25 de mayo se hace la guapa y prepara la masa, clara diferencia entre esa casera y la comprada. Y si aún queremos ser más originales, con la carne cortada a cuchillo, bastante cebolla y los condimentos clásicos. Las abuelas también hacen algunas con pasas, otras con aceitunas. Para todos los gustos. Y al momento de llevarlas a la mesa las acompañan con azúcar, para algunos a los que les agrada ese sabor agridulce.
Pero si hablamos del plato principal (especialmente hoy que hace tanto frío), la estrella de la jornada es el locro. Esta comida es clara identidad argentina. Representa un plato federal y tradicional, que amalgama los productos latinoamericanos con las proteínas que aportaron los inmigrantes que poblaron nuestro suelo. Si no les gusta el locro, puede ser una muy buena opción un suculento guiso de lentejas.
El acompañamiento insustituible: un buen tinto. Vinos de alta calidad y variedad tenemos de sobra en nuestro país y en nuestra región que también los produce (hay una bodega en Saldungaray y otra en Médanos). Lo que aconsejan los expertos para una comida abundante en calorías e hidratos, es un tinto liviano. El clásico malbec (tradicional en las mesas argentinas) con una graduación alcohólica liviana como para alivianar los dos platos de locro.
Y cerrando este almuerzo tradicional y patriota, la opción del postre tiene que ser jugada. Porque será tradicional, aunque no sabemos si liviana. Pastelitos de dulce de membrillo debería ser, fritos, con almíbar y mucho dulce de membrillo en el medio. Aunque sea uno. Aunque sea compartido. Porque para el arroz con leche con canela, creo que no nos quedó lugar.
¡Buen provecho!
¡Viva la Patria!