La despedida del 2022 nos encontró a los argentinos felices y no es para menos: ¡somos campeones del mundo!
En un país con gran raigambre futbolística, donde las amistades pueden lesionarse por preferencias futboleras, donde regalar una camiseta de tu equipo favorito es de las mejores elecciones, donde se posponen eventos para que no entorpezcan el horario de un partido de futbol, donde “la 12” tiene tanto protagonismo como el equipo mismo… en un país como el nuestro, ser campeones del mundo es un gran logro.
Así salió el país a festejar en cada rincón de nuestra bendita tierra.
Por eso, todos estamos felices. Y así recibimos a este 2023 que nos encuentra con muchos problemas de todo orden en el país; la eterna inestabilidad económica, vaivenes políticos, figuras que van y que vienen, escasas definiciones. En fin. De todo, en un año electoral.
Pero, enfocados en nuestro querido lugar, hoy se presentan algunas preocupaciones, que es verdad que son típicas de la época veraniega por el gran caudal de gente que tenemos, pero no por ello menos preocupantes.
En primer lugar, tenemos el problema del abastecimiento de agua corriente, que es insuficiente. En realidad, esto no es ninguna novedad, pero la diferencia es que ahora se nota. Los cortes del servicio hace varios años que se hacen, pero quizás no se notaban porque había menor consumo de agua. Ahora se hacen rigurosamente de 1 a 6 am y pm. Y la gente se queja mucho. Pero también es honesto reconocer que no se cuida el recurso. La población insiste en no cuidarlo. Grandes jardines que se riegan con agua corriente (cuando está prohibido ya que deben tener bomba de agua propia para riego), cada vez más piscinas que se completan con el agua de red, más las clásicas Pelopinchos…
Asimismo, hay aparatos domésticos de gran consumo, como los lavarropas y los lavavajillas, y es entendible entonces que no alcance el agua; además, por la superpoblación en los hogares, donde el gran consumo no alcanza a ser abastecido por tanques que ya resultan pequeños.
Este es un problema muy serio y preocupante para el municipio. Instalaron una nueva cisterna de un millón de litros, pero aun así no se ha podido resolver el problema. Y más grave es en Sauce Grande, donde el agua de pozos no es apta para el consumo humano. Con un problema gravísimo, que indica que las napas no tienen aguas sanas. Así que, en este caso, el tema es bastante más grave y difícil de resolver. Por ahora, el municipio provee agua gratuitamente en bidones para el consumo, pero el problema a corto plazo será aún más grave.
Otro tema que se comentó por estos días es el fuerte sabor a cloro que tiene el agua corriente. Probablemente se “les ha ido la mano” con el componente y por eso se siente más potente o también puede pasar que cambiaron los horarios en que se clora el agua: normalmente se hacía en horario de madrugada pero como ahora a esa hora está cortado el suministro, así que probablemente lo hagan en horario donde hay más consumo y por eso se nota más. Pero eso no es grave.
En segundo lugar, nuevamente saltó el problema de todos los años que es la aglomeración de gente en general y de jóvenes en particular. En esta ocasión surge por las celebraciones de año nuevo. La gente se auto convocó en la costa, con una noche fantástica que presentaba el panorama ideal para estar en ese lugar.
Por otro lado, los jóvenes se dieron cita en la clásica “Olla”, que se convierte en un lugar casi de cita obligada para bailar y beber sin preocupaciones. Pero este no es el problema. El problema es la suciedad y las roturas que quedan para el otro día. Debieron haberse hecho cargo de la limpieza. Y lamentablemente han avanzado por la zona de la reserva Pehuén Co – Monte Hermoso, produciendo roturas en el lugar, que es un sitio con un gran valor cultural y antropológico. Lamentable todo.
Por otra parte, hay que prepararse para el control de alcoholemia. Alcohol cero. Y va a haber muchos controles. Así que será hora de concretar realmente lo del “conductor asignado”, aquel que no bebe nada de alcohol y será el responsable de la conducción del vehículo. Esta medida es muy importante, en una zona donde todos los veranos podemos contar con reiteradas infracciones y siniestros a consecuencia del consumo de alcohol. Si querés beber, no conduzcas. Que lo haga otro, o te pedís un taxi. Y disfrutas la noche hasta el amanecer.
Tenemos otro tema de gran preocupación y que también se presenta todos los años. Poco se aborda, porque no se desea herir susceptibilidades. Es el tema de la mano de obra para los negocios de verano. Las propuestas son de lo más variadas: bacheros, ayudantes de cocina, camareras y camareros, vendedores, armadores de carpas y sombrillas, etcétera, etcétera. Y la queja de los comerciantes también: “la gente no quiere trabajar”.
Pero el tema no es tan sencillo. En intento de ser justos, debemos esgrimir las quejas de cada parte: los empleadores dicen que los jóvenes no están preparados para trabajar muchas horas, que quieren trabajar ocho horas y tener un día de descanso, y eso es imposible en Monte Hermoso.
También expresan que “no saben trabajar”, que no están capacitados ni formados específicamente para ningún trabajo, que permanentemente se distraen con el celular, que salen y al otro día llegan en malísimas condiciones a tomar su puesto, que creen que el empleador debe proveerles alojamiento y no siempre es así.
Conversábamos con una comerciante que tiene un importante negocio en pleno centro. Consiguió un solo empleado. Contaba que cuando les plantea la cantidad de horas que deben trabajar es a lo que más resistencia presentan. Pero especialmente a que no hay día de franco en todo el verano. Y también expresaba que muchos que han venido les ha gustado el hecho de que el negocio es grande y tiene aire acondicionado, referenciando que esas justamente no son las condiciones que ofrecen las cocinas. Aun así –nos decía Sofía con resignación– no vuelven.
Un ejemplo: Mauricio llegó a Monte Hermoso desde una localidad de la provincia de Río Negro a buscar empleo con su secundario recién finalizado. Consiguió en un parador, para “hacer de todo”, o sea, cocina, mozo, palear arena, acondicionar el lugar, acomodar sombrillas. Alquiló una habitación en un hostel muy bien ubicado y paga 3000 pesos por día por una cama con baño privado. No consiguió un empleo con alojamiento, pero dice que aun pagando ese importe le sirve. Y está muy contento.
Así las cosas, el asunto no se resuelve. Y uno supone que ambas partes tienen su cuota de razón. Pero es una realidad la precarización laboral, la evasión de cargas sociales, el no pago de horas extras (las que exceden las ocho horas reglamentarias), así como las que se trabajan en el descanso semanal, también obligatorio.
También es cierto que los chicos y chicas no están preparados para el ingreso al mundo real del trabajo y mucho menos con la intensidad que exige la temporada de verano. Esto pasa todos los años. Pero sería interesante que algunos empleadores también sean formadores. Que enseñen el oficio y que cuiden a sus empleados, aunque sean temporales. Porque de este modo, los pueden volver a contratar el año próximo. Y que paguen buenos sueldos para tantas exigencias.
Mientras tanto, nos ponemos protector solar y nos vamos a tomar un poco de sol, unos matecitos con el oleaje marino susurrándonos al oído y una buena lectura relajante que nos haga sentir como un verdadero turista, aunque vivamos a apenas unas cuadras de la playa durante todo el año.