El pasado viernes 21, se desarrolló en el Teatro Español de Coronel Dorrego una jornada destinada a profesionales en su primera instancia, y al público en general, en la segunda conferencia, sobre el tema infancias respetadas.
La responsable de hablarnos sobre esta temática fue la psicóloga Lic. Ivana Raschkovan, quien más allá de ser una profesional egresada de la Universidad Nacional de Rosario, es docente en la UBA, escritora y madre.
No puedo dejar de reconocer que concurrí a estas charlas (o mejor dicho a la primera de ellas, porque para el momento de la segunda ya tenía una anticipación de qué se trataba) con dudas y muchas preguntas.
Ensayaba teorías con las que me encontraría, con escasos conocimientos previos. Tal vez porque soy esa generación que quedó entre la crianza autoritaria de padres exigentes, que sin mayores explicaciones imponían a sus hijos conductas y “tradiciones incuestionables” – eso que se llama adultocentrismo, donde lo único válido es la opinión del adulto y la crianza de los hijos bajo ese mandato autoritario, que pone al niño en el lugar de un sujeto pequeño, pero no de un sujeto íntegro – y una generación de jóvenes que priorizan el respeto y la libertad a cualquier otra cosa.
Pensé que iba a ir a encontrarme con una teoría que pregona que el niño debe hacer lo que quiere, lo que desea y que ellos vinieron al mundo a “enseñarnos”. Muchas veces reniego de ese concepto, para mí equivocado, que se llama niñocentrismo, donde el niño goza de todos los derechos y nos convierte en rehenes de sus decisiones, y hasta me atrevería decir, de sus caprichos.
Sin embargo, aprendí un nuevo concepto: la crianza respetada. Y un nuevo mundo se abrió ante mi. El equilibrio justo. La palabra y la acción adecuada, madura, conversada, mil afectiva de un adulto, que asume la crianza de sus hijos con responsabilidad, compromiso y afecto. ¡El equilibrio perfecto!
Entendí que esto que muchos intentamos hacer, que a veces nos salió bien y otras muy mal, es esa mirada, esa postura, ese paradigma que pone al niño en el lugar de sujeto responsable en crecimiento. Que la crianza y la educación es mucho más rica si podemos encontrar ese punto que valora la acción de cada uno en una crianza respetada, de una infancia respetada.
Ivana Raschkovan es autora del libro “Infancias respetadas. Crianza y vínculos tempranos” y en algunas de sus páginas se pregunta: “¿Qué entendemos por crianza respetuosa? Respetuosa, ¿de qué? ¿de quiénes? ¿respetuosa del niño, de los padres, del vínculo? ¿Puede ser una crianza respetuosa de todo esto? ¿Podría existir eso?”.
Infancias respetadas intenta ensayar algunas respuestas a estos interrogantes, que desde el punto de vista de la psicología trabaja en cuestionar creencias culturales que aún forman parte de nuestra tradición, deconstruir mitos. Para criar infancias respetadas -afirma la autora-, necesitamos una sociedad más empática hacia los niños, que tenga en cuenta sus tiempos, sus necesidades y que provea un entramado social sostenedor a fin de que los cuidadores primarios puedan devenir en un ambiente facilitador para aquellos. Este libro no es un manual de instrucciones, como tampoco lo fue su conferencia. Pero si invita a revisar costumbres y tradiciones culturales a la luz de los paradigmas actuales y desde la perspectiva del respeto recíproco.
Así entendí que de un poco de eso se trata la crianza responsable. No de hacer valer nuestra supremacía de poder de adulto, ni someternos a un sinsentido poderío infantil, sino trabajar constantemente en el mundo del niño, con la responsabilidad del adulto.
Pero básica, fundamental y prioritariamente demostrando amor a nuestros hijos. No escatimar caricias, abrazos. No dejar de hacerles sentir nunca, que estamos allí para ellos. Hoy que son pequeños y siempre. Porque la crianza en el vínculo amoroso genera ese halo de protección y apego insustituible.
No hablamos solo de la madre, porque a veces éste se genera con otro adulto de referencia o de crianza. Pero tiene que estar, porque eso los prepara y fortalece, para convertirse en un adulto autodeterminado y autónomo. Se que es pensar a largo plazo, cuando ese pequeño ser acaba de nacer. Pero es felizmente cierto que serán un adulto, como también lo es que queremos un adulto empoderado que pueda amar y se sienta amado.
La crianza respetada habla de una conciencia de crianza, que busca una armonía permanente entre el mundo del adulto y el mundo del niño. Con la esperanza de formar hombres y mujeres fuertes emocionalmente y felices.
Para criar infancias respetadas —afirma la psicóloga Ivana Raschkovan—, necesitamos una sociedad que tenga en cuenta a los niños y sus tiempos, sus necesidades y que provea un entramado social sostenedor a fin de que los cuidadores primarios puedan devenir en un ambiente facilitador para aquellos.
Si alguna vez tienen la oportunidad de ir a una de sus conferencias, no se la pierdan. El viernes pasado el equipo de la Escuela 502 de Coronel Dorrego nos regaló esa posibilidad y les aseguro que valió la pena.