La que hoy llamamos infancia, en una denominación más respetuosa y que considera al sujeto como un individuo con derechos y responsabilidades, ha atravesado un período de construcción que llevó siglos. No fue fácil el reconocimiento del otro como un ser con existencia propia que se construye para convertirse en adulto.
Las infancias comienzan a existir en el siglo XIX ya que en los siglos anteriores los niños y las niñas no se diferenciaban de los adultos. Ni por su ropa, ni por sus formas de expresión, ni por los trabajos que realizaban. No existían actividades diferenciadas y pensadas para los y las niñas.
Recién en el siglo XVII se reconoce la necesidad del niño hacia el adulto, y comienza a reconocerse su necesidad de protección y resguardo. Tampoco había un reconocimiento del amor maternal.
Si repasamos algunos pedagogos, tenemos que el francés Philippe Ariés (1914-1984 historiador, autor de varios libros) afirma que en el siglo XIII-XIV, sobre la infancia, los niños no se diferenciaban de los adultos. Ni por su ropa, ni por los trabajos que realizaban, ni por sus formas de expresión. Ya en el siglo XVII reconoce la dependencia del niño para con el adulto y su necesidad de protección. Surge la concepción del niño heterónomo y de amor maternal.
Por su lado, Mause cuestiona las afirmaciones de Ariés: dice que esa “protección” adulta normativiza y disciplina la infancia. En los nuevos tiempos se busca y se logra una mayor comprensión del niño, generando un ambiente de mayor felicidad y respeto. El concepto de la individualización de infancia es un proceso paulatino recorte de la figura del niño a través de sus características principales: heteronomía como necesidad de protección y necesidad de un desarrollo lento y complejo en el que conviven características desarrolladas de gran magnitud desigual.
Concepto de niñez a lo largo de la historia
No existe una sola infancia, es una construcción social, es el resultado de la cultura entendiendo dentro de la misma las diversas situaciones: geográfica, política, económica, social, cultural.
Así podemos clasificar a grandes rasgos:
Niño como estorbo: En la época de nómades, los niños eran considerados un estorbo ya que cuando sus padres salían a cazar no tenían con quien dejar al pequeño, o cuando debían huir del ataque de un animal. En la época de las industrias sus madres y padres debían trabajar muchas horas y no tenían con quien dejarlos
Niño como malo por nacimiento: Se le quitaba el mal del cuerpo, mediante lágrimas, sangre, sudor y bautismo. Sus padres no tenían por qué cuidarlos. Diferentes instituciones se ocupaban de los niños. Cualquier adulto podría “corregirlo”.
Niño como bueno por naturaleza: Rousseau postula que los niños deben ser aceptados tal y como son. La educación debe confiar en la naturaleza del niño para aprender. Poseen bondad innata.
Niño como propiedad: Cada padre hace con sus hijos lo que puedan y quieran. Si creían que era una carga podían venderlo o hacerlos trabajar. Hoy en día se refleja aún esta visión del niño trabajador, como colaborador a la economía familiar, pero sin tener en cuenta los deseos del niño.
Niño como adulto pequeño: Pueden adoptar la misma conducta que el adulto en la sociedad, solamente se diferencian en tamaño físico. Los niños pueden asumir responsabilidades de todo tipo.
Niño como pizarra en blanco: Nacen sin nada escrito, “vacíos”, ni malos ni buenos, los adultos tienen que “llenarlos”. La educación debe formar al niño para que sea educado, la educación moral es más importante en la adquisición de conocimientos y habilidades. Esta visión refleja en el adulto lo que el niño va a llegar a ser.
Niño como ser lúdico: Los niños deben jugar solos y con otros. El juego es el entrenamiento para la vida, constituye la identidad del niño, es una instancia de aprendizaje.
Niño como sujeto especial de derecho: Con la creación de la Convención de los Derechos del Niño en la década de 1950, se considera al niño como un ser social con derechos y deberes. La sociedad y el Estado deben brindarles protección, educación y atención para satisfacer necesidades básicas y logro de bienestar general.
Los niños por-venir
En la modernidad, según historiadores, la niñez se convirtió en objeto de inversión, heredero de un por-venir. En la actualidad se produce un debate sobre el alcance de la invención de la infancia moderna, cuyos rasgos más importantes la ligaban a la escolarización pública y la privatización familiar.
Los niños son diferentes hoy, hace referencia a que la infancia de las nuevas generaciones no son lo mismo de hace un tiempo atrás, ya que están atravesadas por las nuevas experiencias sociales, y la redefinición de las políticas públicas y las construcciones familiares. La infancia no desaparece, sino que adquiere otro sentido, desaparece la que conocíamos los que hoy somos adultos. Lo que se necesita es que el discurso adulto le pueda dar un nuevo sentido, un marco, a la infancia que acontece en la actualidad.
El niño como sujeto de crecimiento
Hoy podemos reconocer a las infancias como construcción social. Pensando la infancia como futuros sujetos sociales y con su respectiva historia. Actualmente, aún con los científicos y el reconocimiento jurídico de los derechos del niño, se siguen viendo afectadas por las políticas de ajuste y la poca responsabilidad del estado, además de la exclusión y el desempleo de los adultos, que impactan íntimamente en las prácticas de crianza y educación.
La infancia hoy requiere pensar el vínculo adulto-niño/a/e y construir otra posición de adulto educador. Educar en la sociedad contemporánea requiere volver a considerar al niño como un sujeto con derecho de crecimiento, como un sujeto que se está constituyendo, que vive, juega, sufre y ama en condiciones más complejas, diversas y desiguales.
Infancia y modernidad. ¿Se perdió algo?
Con el reconocimiento de los derechos de las infancias se ganó la obligatoriedad de la educación pública. Hoy en día se están cuestionando los límites entre lo público y lo privado. La cuestión en juego es cómo el Estado puede seguir siendo el garante principal de la educación pública.
Algunas definiciones de educadores a lo largo del tiempo:
Sarmiento consideraba al niño como un menor sin derechos propios, que debía subordinarse a la autoridad disciplinaria del maestro y de los padres; pero a la vez lo consideraba una bisagra con la sociedad futura. Sostuvo que el niño ante la razón es un ser incompleto porque su juicio no está todavía suficientemente desarrollado.
Rousseau es el “padre” de la pedagogía naturalista. Concebía al niño como prolongación del mundo de la naturaleza, cuya educación «negativa» (con escasa intervención del adulto) posibilitaría la constitución de un sujeto autónomo.
Ariés propone que en las sociedades industriales modernas se configura un nuevo espacio ocupado por el niño y la familia que da lugar a una idea de infancia de larga duración y a la necesidad de una preparación especial del niño.
Stone describe los cambios entre 1500 y 1800 en las familias de la alta burguesía de los pueblos y de la baja nobleza del país a partir de la aparición de un sentido de privacidad doméstica que acompaña el aislamiento del núcleo familiar y produce una transferencia parcial de las funciones de la Iglesia a la familia.
La construcción de las infancias es una tarea sin descanso. Hoy, no solo protegemos y cuidamos a nuestros niños y niñas, sino que los reconocemos como seres sociales en construcción y en esa conciencia construimos infancias que garanticen seres libres, plenos y autónomos.