Hace varios años, el ex presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, protagonizó una controversia al burlarse irrespetuosamente de la apariencia de la esposa del presidente francés. Las repercusiones de este incidente no se limitaron a Brasil, sino que afectaron al MERCOSUR en su conjunto, manifestándose en la presión ejercida por Francia para la imposición de barreras económicas sobre los productos destinados al mercado europeo.
Recientemente, el presidente de Argentina, Javier Milei, ha replicado este tipo de comportamiento al dirigirse a la esposa del jefe de estado español, calificándola de corrupta. Esta actitud irresponsable en el ámbito de la geopolítica es aún más problemática dada la situación de vulnerabilidad en la que se encuentra Argentina.
Milei buscó fortalecer su posición ideológica, destacando los males del socialismo, desde el número significativo de víctimas hasta la corrupción y la pobreza que emanan de esta ideología. Sin embargo, se omite una consideración crucial: el socialismo surge en reacción a los regímenes liberales impuestos a nivel mundial; no emergió de manera espontánea.
El capitalismo, corolario del liberalismo, se ha consolidado históricamente a expensas de la opresión, la expoliación y la violencia perpetrada en diversas regiones del mundo. Desde la explotación masiva en África hasta la extracción de recursos en Oriente Medio e India, y notablemente en China, donde Gran Bretaña impuso su voluntad mediante la Guerra del Opio, dejando a una considerable parte de la población sumida en la adicción (el 16% de la población).
Gringolandia, por su parte, se erigió sobre la base de mano de obra esclava, tanto africana como china. Estos últimos fueron utilizados para la construcción de infraestructuras clave, como el ferrocarril transcontinental, mientras sometían a países centroamericanos para la extracción de sus recursos. Además, utilizó a Cuba como un enclave de placer para la élite adinerada, convirtiendo a la isla en el mayor prostíbulo del Atlántico.
Francia impuso su dominación política y económica en territorios como Argelia y el Sahel africano, mientras que países como Holanda, Bélgica y Alemania no se quedaron atrás. Estas potencias, lejos de propagar la libertad, la democracia y el libre mercado, perpetuaron un régimen de opresión. Sus académicos e intelectuales legitimaban y justificaban estas acciones, con figuras como Ludwig von Mises, Friedrich Hayek, Milton Friedman, George Stigler, Ronald Coase, James Buchanan, Carl Menger y Murray Rothbard, quienes desarrollaron diversas corrientes académicas que luego influirían en políticos de América Hispana, creyendo que con su aplicación alcanzarían la riqueza de sus naciones.
Las reglas del liberalismo solo actúan entre pares, como en la Edad Media. Entre potencias. Formando un círculo cerrado reunidos en la OTAN, países industrializados que toman las decisiones por todos nosotros.
Por consiguiente, los incidentes protagonizados por Bolsonaro y Milei no son simples actos de diplomacia errante, sino manifestaciones de una lucha ideológica más amplia que se extiende a través de la historia y la geografía política. Estos actos reflejan la tensión constante entre ideologías y los grupos económicos que las manipulan y están moldeando nuestras naciones.
Para nuestros gobiernos, la diplomacia debe ir más allá de un juego de poder entre estados. Es imperativo trascender las diferencias ideológicas y trabajar hacia un entendimiento mutuo y un respeto que permita la cooperación y el trabajo conjunto entre las naciones. Argentina necesita de transferencia tecnológica, Europa de nuestra materia prima: España es la puerta de entrada a Europa. Debemos comprender este escenario, solo así podremos enfrentar los desafíos globales que nos afectan a todos y construir un futuro verdaderamente sostenible para nosotros y nuestros hijos.