La familia es ciertamente la institución que ha sufrido el mayor impacto de los cambios que se vienen experimentando aceleradamente en el mundo en las últimas décadas.
Los llamados nuevos derechos, la alteración de ciertos valores y los paradigmas cambiantes que configuran las relaciones entre los individuos, confluyen en una crítica común a la familia tal y como se concebía en la sociedad occidental.
En medio de esta realidad cambiante se encuentran las familias concretas, afrontando con los recursos que disponen las problemáticas inherentes a los vínculos que las componen y a las crisis que deben atravesar.
Sobre estas cuestiones disertó recientemente en Bahía Blanca la licenciada María Alicia Reale de Lenta, con quien tuvimos el gusto de conversar. Especializada en orientación familiar y en ciencias para la familia, fue convocada por un grupo de familias de la Parroquia Santa Teresita de la vecina localidad.
– Usted habló recientemente de la situación actual que vive la familia, considerando que atraviesa una situación de crisis en el entramado social. Incluso se refirió a una cierta cultura contraria a ella. ¿Puede explicar esta visión?
– En la actualidad la familia se ve inmersa en una cultura con una marcada tendencia individualista en la que predomina la lógica del deseo personal e inmediato en contrapartida de negar la existencia del semejante que puede verse afectado por la propia satisfacción sin importar el costo.
Esta actitud instalada en la sociedad produce una cultura de tipo intolerante y poco ética. Las relaciones interpersonales tienden a ser débiles y esto explica la alta tasa de divorcios y separaciones, como así también el disminuido aprecio por la vida. Cada vez con más fuerza se instala la adicción a las drogas; a las tecnologías y uso de las redes; al consumismo, la soledad y la violencia. Esta es una pequeña descripción de algunos de los efectos de dicha tendencia global.
– ¿Cómo afecta este contexto que usted describe a las familias en concreto y qué herramientas tienen para atravesarlo?
– Visto así el panorama es negativo pero creo que la familia es una gran aliada para revertir esta difícil situación. En este contexto, la familia es negada o por lo menos ignorada. Sin embargo las personas somos seres familiares. Nacemos indigentes en una familia que debe cuidar de nosotros hasta que crecemos.
Con virtudes y defectos, la familia es el ámbito donde podemos ser cuidados y queridos y es porque el ejercicio del amor es posible. Unos y otros a través de las relaciones familiares somos tenidos en cuenta y esta actitud contribuye a dificultar el individualismo imperante.
Hay muchas herramientas con las que contamos dentro de la comunidad familiar para atravesar el influjo de dicha situación. Por ejemplo: la comunicación fluida entre esposos, padres e hijos, el cultivo de de la solidaridad, la generosidad, el orden, el respeto. También la implementación de límites sanos que estén fundamentados en valores, la gratitud y la verdad entre todos.
«Con virtudes y defectos, la familia es el ámbito donde podemos ser cuidados y queridos y es porque el ejercicio del amor es posible»
– Abordó también la cuestión de los conflictos y de las crisis en la vida familiar. Llama la atención que usted considera propio y necesario, e incluso positivo, que existan las crisis en la familia. ¿Qué relación existe entre el conflicto y la crisis?
– Somos seres dinámicos y en el devenir de la vida atravesamos distintas etapas desde que nacemos hasta que morimos: infancia, adolescencia, juventud, adultez y vejez. Cada etapa es diferente a la otra y exige en nosotros cambios y adaptaciones. Por eso se producen las crisis de los ciclos vitales. Estos son innegables porque nos hacen crecer y necesarias para continuar viviendo con más experiencia y más sabios.
En la familia también existen conflictos, muchas veces atravesamos circunstancias dolorosas como la partida de un ser querido o una enfermedad como así también se producen desencuentros por pensar distinto o nos cuesta tomar una decisión. La diferencia con las crisis es que estas deben crear respuestas nuevas a los cambios que atravesamos; los conflictos son problemas de difícil solución. Muchas veces crisis y conflictos se atraviesan al mismo tiempo.
– Ese contexto cultural que usted describe puede sintetizarse en el reinado del individualismo y del narcisismo como características propias, casi como un ideal que se ofrece desde toda forma de comunicación en la actualidad. Sin embargo, de acuerdo a su visión, la persona puede aspirar a mucho más.
– Justamente tanto el individualismo como el narcisismo propios de esta época, son contrarios al llamado vincular que nos constituye como personas. Somos seres comunitarios, vivimos en sociedades y en familias. Pero en la actualidad la apertura original está dañada y nos complica encontrar el sentido de la vida acorde a la natural vocación humana de relacionarnos.
«La belleza de vivir desde el amor, con amor y para amar se puede concretar en la familia»
– Su visión ciertamente se contrapone a la difundida en las generalidades de la vida social. Sin embargo, quien la escucha y la ve durante sus disertaciones, encuentra en usted un gran poder de persuasión y de certeza. ¿A qué lo atribuye?
– Estoy convencida que la familia es el antídoto a gran parte de los desconcertantes enemigos de la integridad personal. Las familias en las que reina el cariño, el buen trato, el humor, el orden…soportan con más fortaleza los vaivenes de la vida y los riesgos que la sociedad actual padece.
– Con todo, ¿por qué ‘vale la pena’ comprometerse a la vida familiar? ¿Qué diría a los más jóvenes, que reciben hoy diversas propuestas de liberación sexual y vincular?
– La vida familiar es una pequeña comunidad de amor y diría que es casi poético expresarlo así. En la actualidad crear estas comunidades es un desafío pero que vale la pena intentar. No hay otra alternativa tan válida como esta para vivir con nuestros semejantes. Los jóvenes son idealistas por naturaleza y no dudo que si los adultos presentamos a la familia como un ideal a concretar a pesar del reto, ellos no dudarán en animarse.
La belleza de vivir desde el amor, con amor y para amar se puede concretar en la familia. Esta realidad que existe para comprendernos como humanos.