La radio y el viento

La radio y el viento

Siempre imaginé una radio con estudio principal frente al mar y programación donde el viento sea protagonista, reflejo del escenario en el que cotidianamente representamos el teatro de la vida.

La radio es como un hijo, no solo hay que concebirla sino hacerse cargo, alimentarla con imaginación hasta que pueda moverse sola por el dial, con identidad propia, inconfundible. Sin horarios, con el combustible de la pasión.

Imagino a “FM de los vientos» como una ráfaga de vida, suma de separadores, cortinas musicales, ideas, apuntes, reflexiones, música y poesía. Todo sea para dar forma a una radio eólica que desacredite la mala prensa que el viento recoge en estas latitudes.

Eolo es el dios de los vientos. Dice la mitología griega que fue el inventor de las velas que desplegadas impulsan el desplazamiento de barcos en mares, lagos y ríos. No estaba solo, otros dioses le disputaban el trono. Bóreas se autoproclamaba dios del viento norte, del invierno y las tormentas. Céfiro reclamaba ser el supremo que sopla del este y de la primavera, mientras que el rey Noto asumía el control del viento sur y Euro, que barre desde el oeste.

El viento, como las pasiones, es movimiento incontrolable, asociación ideal para ficciones literarias y cinematográficas. «Lo que el viento se llevó» es seguramente la película más famosa del Hollywood de ayer, considerada por la crítica como una de los mejores films de todos los tiempos.

Se filmó en 1939 en Moscú, donde la acusaban de contenido racista y machista, recién se estrenó con la llegada de Gorvachov. De esto fui ocasional testigo. En 1991 cubrí la visita oficial del expresidente Menem a Rusia. Después de la reunión de ambos mandatarios en el Kremlin, con un par de colegas salimos a caminar por la avenida Kalinin, muy cerca de la plaza Roja, y nos llamaron la atención dos colas interminables. En la primera, moscovitas se apilaban para ingresar al primer local que McDonald’s abrió en la ex Unión Soviética. Un poco más adelante la fila se multiplicaba frente al cine donde se estrenaba con cincuenta años de demora la película producida en Hollywood.

La mala prensa del viento se desmorona como castillo de naipes al repasar el lado positivo de las ráfagas. Es fuente de energía limpia, económica y sustentable. La multiplicación de parques eólicos en la región lo confirma. El viento es una gran escoba que barre el ambiente a ras de suelo y mitiga la contaminación industrial de humo negro que intoxica desde las chimeneas. El viento dio origen a la revolución industrial con la navegación a vela que le permitió a Colón llegar a América.

Una gran orquesta no sería lo mismo sin los instrumentos de viento. Cuando está calmo, los pibes se quedan sin remontar barriletes y los surfistas añoran deportes impulsados por el viento que encrespa las olas del mar.

La música también asocia ráfagas en poesías y pentagramas, desde Litto Nebbia con “Viento, dile a la lluvia” o “Las olas y el viento” que eternizó Donald. “Vento Sardo” es poesía del uruguayo Jorge Drexler popularizada por la brasilera Marisa Monte, donde el estribillo lo dice todo: “Hay tiempos de andar contra el viento/ cuando el contratiempo comienza a soplar”.

Botones de muestra del arsenal de contenidos disponibles para una radio a base de combustible eólico.

Si tuviera que elegir una canción emblema de la radio, no dudaría en recurrir a Ennio Morricone, el músico italiano que logró la magia que sus musicalizaciones para films sean más recordadas e imperecederas que las propias películas.

Uno de los temas de la banda sonora de «Los profesionales» se llama Le vent, le cri, en castellano “El grito del viento”. Lo edité con imágenes de mar y playa que capturé donde el viento reina a toda hora (pueden verlo en este enlace: https://youtu.be/TFILdMq4fsI).

Del futuro de la “FM de los vientos”, Dios proveerá…

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