Una vez más, Menem y Duhalde impidieron la reforma que tanto necesitaba la provincia. Anteriormente lo habían hecho con el gobernador Antonio Cafiero, quien intentó dotar de autonomía a los municipios de la provincia, pero el tándem, esta vez unido, boicoteó esa posibilidad, poniendo fin a la carrera política de Cafiero, quien se veía como el sucesor natural de Menem.
La reforma de la Constitución Nacional de 1994 representó un hito clave en la evolución del régimen municipal argentino, al incorporar disposiciones específicas que fortalecieron la autonomía de los municipios.
Entre los avances más significativos, el art. 123 de la Constitución Nacional consagró explícitamente que «cada provincia dicta su propia constitución, conforme a lo dispuesto por el Artículo 5°, asegurando la autonomía municipal y regulando su alcance y contenido en el orden institucional, político, administrativo, económico y financiero».
Este nuevo escenario ofreció amplias oportunidades para que los municipios ejercieran un mayor control sobre sus propios asuntos, pudiendo organizarse de acuerdo con sus propias normas, administrar sus recursos, y diseñar políticas públicas de manera más autónoma. La reforma representó un paso adelante hacia un federalismo más descentralizado y participativo, permitiendo que los municipios actúen como auténticos gobiernos locales.
No obstante, la implementación de esta autonomía varió considerablemente entre provincias: algunas avanzaron decididamente en el proceso de descentralización, como Córdoba y Corrientes, mientras que otras mantuvieron restricciones significativas sobre las competencias municipales, como La Pampa y Chaco.
En el caso específico de la provincia de Buenos Aires, que mantenía la estructura constitucional de 1935, su reforma se produjo meses después de la nacional. Sin embargo, no se adoptaron las disposiciones del art. 123 ni se modificó la SECCIÓN VII (del Régimen Municipal), que abarca los artículos 190 a 197 de su constitución.
Bajo el gobierno de Eduardo Duhalde, se decidió no reformar el régimen municipal, a pesar de la obligación establecida en la reforma de la Constitución Nacional, debido a una combinación de factores políticos.
Uno de los principales motivos fue la resistencia de sectores políticos del Conurbano y de grupos económicos que temían perder poder y control sobre los municipios. La autonomía municipal suponía una redistribución del poder que no era bien recibida por quienes se beneficiaban del sistema centralizado existente en la provincia. Además, la falta de consenso político y la resistencia al cambio complicaron aún más la implementación de la reforma.
Otro factor crucial fue la disputa interna dentro del Partido Justicialista entre el presidente Carlos Menem y el gobernador de la provincia, Eduardo Duhalde. En ese contexto, Duhalde consideraba que un esquema de autonomía municipal permitiría al presidente negociar directamente con los intendentes, eludiendo la intermediación del gobierno provincial. Esto era visto como una amenaza para Duhalde, especialmente mientras preparaba su propia candidatura presidencial, en abierta oposición a Menem.
La falta de voluntad política para enfrentar estos desafíos, sumada a la incertidumbre generada por la necesaria reestructuración administrativa y financiera, contribuyó a que la provincia de Buenos Aires no reformara su constitución en 1994, a pesar de los avances registrados a nivel nacional. Seguramente, hoy, la provincia sería muy distinta. Señores legisladores, a las cosas.