Hasta no hace mucho tiempo, cuando los deportistas se preparaban para competir se decía «están entrando en calor». La alta competencia lo cambió por etapa de «ejercicios pre competitivos».
La realidad hoy le ha dado una nueva oportunidad a «la entrada en calor» y vuelve a escena en clave de meteorología. También mutó el sentido del «estamos al horno», que antes era sinónimo de apuros y hoy es literal, grafica el horno en que vivimos. Y dio vida a «A fuego lento», el tango que el maestro Salgán compuso hace 70 primaveras.
Así estamos hoy, entrando en calor y a fuego lento, en el horno del planeta que nos cobija y nos cocina al mismo tiempo.
Dicen que a noticias duras y malos momentos hay que enfrentarlos con una sonrisa de esperanza porque amortigua el impacto y levanta el ánimo. El actor norteamericano Bob Hoppe viajaba a dar shows para levantar la moral de los soldados en la guerra de Vietnam. No hubo caso, la perdieron igual, fue un regreso sin gloria.
Quién iba a pensar que a esta altura del nuevo milenio en nosotros se iba a despertar la pasión por la meteorología. Vivimos pendientes del dato climático, de la estadística, de lo que ocurre en el hemisferio norte, que es la manera predecir cómo meses después sigue la película aquí en el sur.
Ojo que cuando hablamos de temperatura no es lo mismo dentro de nuestro cuerpo que a la intemperie. Una cosa es la corporal, la que se mide con el termómetro en la axila o por debajo de la línea del cinturón, que media entre 36/37 grados. Somos capaces de aguantar hasta los 43, pero cuando sigue de largo, el manual dice que las proteínas dejan de funcionar y puede ocasionar trastornos que pueden provocar la muerte. De ahí la preocupación de padres en poner paños fríos a los hijos cuando el termómetro trepa y amaga llegar a los 40 grados.
Otra cosa es la temperatura exterior. Aunque nos agobien, el cuerpo humano puede convivir con marcas de cuarenta grados y más altas también. Eso si, a la sombra y bien hidratados.
Para moderar a los alarmistas del cambio climático leo un informe donde los científicos sostienen que el ser humano puede llegar a resistir una temperatura máxima de 127 grados. Claro que la duración en esta exposición nunca debería ser mayor a 20 minutos…
Aquí en Argentina todavía estamos lejos del récord. La máxima registrada fue el 2 de enero de 1920, en Villa de María del Río Seco, en Córdoba, donde el termómetro midió 49.1.
Los récords de temperatura hoy se baten todos los días. Es síntoma más elocuente del territorio desconocido al que nos estamos asomando.
En China hubo una máxima de 52,2°, en Xinjiang. Irán registró una sensación térmica extrema de 66,7°. El informe indica que fue el domingo pasado a las 12:30 del mediodía en el Aeropuerto Internacional del Golfo Pérsico a partir de una combinación entre la temperatura de 40° y la altísima humedad de las aguas del golfo.
No asustarse, los 66,7° de térmica todavía están lejos del máximo registrado en el Golfo Pérsico. Fue el 8 de julio de 2003 en Arabia Saudita, midió 81 grados.
Hoy en España hay elecciones y por la ola de calor más de dos millones de personas votarán por correo.
Leo un informe de la NASA: julio será el mes más caluroso en miles de años. Esas son condiciones intolerables para la vida humana y animal, afirma el meteorólogo y científico estadounidense Colin McCarthy. Así estamos.
Por todo esto y lo que vendrá, agradezcamos que a cada verano le llega su invierno y mal que nos pese, estamos en invierno, hoy es domingo y hay que celebrarlo.