Legislatura bonaerense: el teatro de la desidia

Legislatura bonaerense: el teatro de la desidia

La primera sesión extraordinaria del Senado provincial del martes 17 fue, en los hechos, una burla institucional. Los senadores se reunieron, intercambiaron formalidades y, sin un ápice de vergüenza, acordaron pasar a un cuarto intermedio hasta el jueves. Se levantaron, se fueron, cada uno a sus menesteres, como si la provincia pudiera darse el lujo de seguir esperando.

Durante el último semestre de 2023, el Senado sesionó una sola vez. En todo el año, con suerte, llegaron a juntar quórum seis o siete veces. Mientras tanto, la provincia de Buenos Aires acumula un atraso legislativo que roza lo criminal:

a) El régimen municipal, artículos 190 a 197, vigente, está basado en la Constitución de 1889. ¡Más de 130 años sin cambios!

b) La Ley Electoral, piedra angular de la representación política, data de 1936. La mayoría de las secciones electorales están subrepresentadas.

c) El decreto militar 6769 sobre la orgánica municipal lleva el sello de 1958, tiempos oscuros que aún rigen nuestras comunas.

Pero la parálisis legislativa no solo deja intactas normas anacrónicas, sino que bloquea debates urgentes y decisivos para el presente y el futuro bonaerense:

a) Una Ley contra la degradación y desertificación de la tierra, clave para proteger nuestra matriz productiva.

b) Un Tribunal Social de Responsabilidad Política que ponga fin a la impunidad de quienes administran el poder, y así lo manda el art. de la Constitución bonaerense.

c) Una Ley de Protección de Bienes Culturales que rescate el patrimonio bonaerense del olvido y el saqueo.

d) El reconocimiento de nuevos municipios y la elección directa de delegados municipales, herramientas necesarias para acercar las decisiones al territorio.

e) Una reforma tributaria que modernice y equilibre la estructura fiscal provincial.

f) El reconocimiento de las autonomías municipales como establece el art. 123 de la Constitución Nacional.

Todo esto y mucho más está pendiente. Mientras tanto, el Senado sigue siendo una cáscara vacía, una maquinaria de inacción bien aceitada para eludir responsabilidades. No sesionan, no debaten, no legislan. Solo administran el vacío y se pavonean con el tiempo que la provincia no tiene.

La historia juzgará la desidia. Pero hoy, el pueblo bonaerense ya no puede esperar.

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