En un mundo impulsado por la tecnología y los medios audiovisuales, muchos padres utilizan pantallas y disositivos para mantener a los niños entretenidos o distraídos mientras ellos hacen otras actividades. Funciona. Las pantallas cautivan la atención de los niños de una manera que casi nada más lo hace, permitiendo a los padres un poco de «respiro». Pero, ¿cuál es el impacto en los cerebros de los niños?
Científicos del cerebro que estudian el impacto de las pantallas en los cerebros de los bebés advierten que es decisivo proporcionar experiencias fuera de la pantalla. «Solo entonces los niños aprenderán, mejorarán sus habilidades sociales y cognitivas y serán más saludables y felices en el futuro», alertan, según un informe de Unicef.
Los bebés aprenden de la interacción humana
Patricia Kuhl, especialista en ciencias del habla y audición, realiza experimentos con más de 4.000 bebés cada año. «Lo que hemos descubierto es que los bebés pequeños, menores de un año, no aprenden de una máquina», dice, señalando varios escáneres cerebrales en una computadora. «Incluso si se les muestran videos cautivadores, la diferencia en el aprendizaje es extraordinaria. Se obtiene un genio aprendiendo de un ser humano vivo, y se obtien cero aprendizaje de una máquina», reafirma.
Experiencias como esta, llevan a los especialistas a recomendar que los bebés hasta los dos años no vean pantallas; y que los niños entre los 2 y los 4 años, si lo hacen, que no sea por más de 30 minutos al día. Aunque están también quienes proponen «pantalla 0», cada vez más preocupados por los efectos negativos.
«La pantalla destroza la atención de los niños», afirma Marian Rojas Estapé, psiquiatra y divulgaora española, y agrega categóricamente: “Si solo se consigue que un niño esté quieto si tiene una pantalla, no sabrá gestionarse al no tenerla».
Las pantallas secuestran la capacidad de atención
Desde Unicef, subrayan que los niños necesitan aprender a concentrarse y enfocarse. «Esa capacidad comienza a desarrollarse durante sus primeros años cuando sus cerebros son más sensibles a los entornos que los rodean. Para que un cerebro se desarrolle y crezca, necesita estímulos esenciales del mundo exterior. Más importante aún, necesitan tiempo para procesar esos estímulos. Mientras que leer libros de cuentos en voz alta les da a los niños tiempo para procesar palabras, imágenes y voces, la absorción constante de imágenes y mensajes en pantalla afecta su capacidad de atención y enfoque», señala Carlota Nelson, directora del documental Brain Matters.
Las pantallas reducen la capacidad de controlar los impulsos
Según la autora, los niños pequeños necesitan su dosis de aburrimiento. Les enseña cómo lidiar con la frustración y controlar sus impulsos: «Si los niños pequeños están siendo estimulados constantemente por las pantallas, olvidan cómo confiar en sí mismos o en otros para entretenerse. Esto conduce a la frustración y dificulta la imaginación y la motivación».
Las pantallas reducen la empatía
Las investigaciónes han demostrado que el tiempo frente a la pantalla inhibe la capacidad de los niños pequeños para leer caras y aprender habilidades sociales, dos factores clave necesarios para desarrollar empatía. Las interacciones cara a cara son la única forma en que los niños pequeños aprenden a entender las señales no verbales y a interpretarlas.
«Hasta que los bebés desarrollen el lenguaje», dice Charles Nelson, un neurocientífico de Harvard que estudia el impacto de la negligencia en los cerebros de los niños, «toda la comunicación es no verbal, por lo que dependen en gran medida de mirar una cara y derivar el significado de esa cara. ¿Esta persona está contenta conmigo o está molesta conmigo?» Esa interacción bidireccional entre los niños y los cuidadores adultos es de importancia crítica para el desarrollo del cerebro, según el especialista.
La exposición a pantallas reduce la capacidad de los bebés para leer las emociones humanas y controlar su frustración. También resta valor a las actividades que ayudan a aumentar su capacidad cerebral, como jugar e interactuar con otros niños.
Por el contrario, según demuestra la experiencia creciente de los expertos, los beneficios de limitar e incluso eliminar el tiempo de pantalla en estos primeros momentos durarán toda la vida.