Son un canto a la vida. Y juntos, porque la apuesta fue hacerlo siempre en familia. A sus giras habituales, a veces acotadas y en otras ocasiones con muchas escalas y lugares para visitar, hace tres años le sumaron un nuevo destino: Monte Hermoso, el sitio turístico elegido cada vez que llega enero y es tiempo de descansar.
“Las vacaciones las vivimos a pleno, sirven para cargar energías, y mejor si podemos compatibilizar con el mar y una ciudad con una calidez humana y una naturaleza que te abrazan para no soltarte nunca más”, se anticipa Raúl Manfredini, músico, compositor, maestro de canto y profesor de Educación Física.
No vive cerca ni suele venir en otra época del año, pero a principio de 2023, cuando pisó estas playas por primera vez, se interesó e hizo todo lo posible para que sus días en Monte estén acordes a su interesante y aventurada historia de vida.
Es el líder de un grupo familiar que componen su esposa Cecilia López y los hijos de ambos: Juan Manuel (16 años) y Ailén (11). Además de ser intérpretes y de manejar variados instrumentos de percusión con soltura y profesionalidad, llevan adelante “Canciones Inquietas”, un espectáculo para niños y familias que suelen “llenar el alma y alegrar el corazón”.
Raúl cursó estudios de guitarra, piano, flauta traversa, saxo, armonía y composición, teatro, expresión corporal, técnica vocal y taller literario, en 1984 fue elegido como “Revelación” en el festival Folklórico de Cosquín y entre 1990 y 1993 integró la crónica cantada «La Forestal», con doscientas sesenta representaciones y grabada en el sello Melopea, de Litto Nebbia.
Los integrantes de esta familia cantora, que en el escenario mezclan distintas melodías con silbidos y toques de bombos, charangos y guitarras, suelen aparecer vestidos de juglares y en ciertas presentaciones suman al show a dos títeres muy divertidos: la»Mona Filomena” y “Don Ausencio”, el campesino.
Raúl es nacido en Casilda, tiene 67 años y desde 2006 vive en pareja con Cecilia (55) en el barrio Lamadrid, cerca de la terminal de ómnibus de Villa María.
Aunque deben recorrer 900 kilómetros para llegar a Monte, el “jefe”, que en la semana regresó de Colombia después de un periplo con actuaciones memorables en distintas plazas y teatros, cuenta que desde el 10 de enero y por 20 días alquilaron una casa en el barrio Las Dunas.
“Además de vacacionar, que nos viene muy bien por cierto, presentamos un proyecto en el área de Cultura solicitando un derecho a espectáculo, en una sala o al aire libre, nos es indiferente. Walter Leguizamón, un amigo que tiene panadería en Monte, me hizo el contacto con la gente del municipio, pero todavía no nos contestaron. Solo preguntaron si teníamos equipo de sonido, pero la chance de actuar y que conozcan quienes somos no avanzó. El año pasado también presentamos un escrito pidiendo permiso para cantar e interactuar con el público, pero por ahora quedó en la nada”, señaló este multinstrumentista que también fue director de coro -música popular- en Santa Fe y Córdoba.
“Pedimos actuar en espacios públicos, con un canon que dignifique nuestro esfuerzo, trabajo y dedicación. Si no se puede, entenderemos las razones, sabemos que es difícil y que en el verano hay variadas propuestas artísticas.
Teníamos la idea de hacer un par de funciones en Bahía Blanca y la región, pero muchos quieren que hagamos funciones gratis y eso no es lo que nos identifica”, sentenció quien hace un mes compuso y subió a Youtube (@raul.manfredini) “La Hora del Mar”, canción que está teniendo buena repercusión en la redes sociales.
“Descubrimos Monte por intermedio de gente amiga, como Horacio Jaume, y nos enamoramos del lugar. La música te conecta con la arena, con el agua y con el aire que baja de los médanos o sale desde el mar”, repite este experto en guitarra, piano, charango, cuatro venezolano y saxo que, junto a su núcleo familiar, en la playa o en la peatonal, cantaron –a capella y desinteresadamente- algunos temas propios para aquellos que frenaron su marcha y se interesaron por escuchar.
– ¿En que consistió la gira por Colombia?
– Me contrató el Ministerio de Cultura de aquel país para dictar talleres de música destinados a docentes y, a su vez, realizar actuaciones y disertar frente a adultos mayores y abuelos de la tercera edad.
“Cumplí distintas funciones en Bogotá, Medellín y Carmen del Viboral (municipio localizado en la subregión Oriente del departamento de Antioquia), y también llevé mi repertorio a las localidades de Yondó y La Ceja. Después viajé a Bucaramanga, convocado por la Universidad Nacional, para participar de un concurso donde solo había que presentar letras de canciones destinadas a la paz. De 130 concursantes, fueron seleccionados 18, y entre ellos estuve yo como invitado especial. Interpreté varios temas del disco `Cantemos por la Paz´, que grabé en 2010, en México, junto a Maruca Hernández”.
“Recorrí casi todo Latinoamerica y estuve dos veces en Europa, la primera fue en 1992, integrando el elenco de ´Malvinas, canto al sentimiento de un pueblo´ (obra teatral-musical), en el 5º Festival del Sur Tres Continentes, en Canarias (España)”, acotó este entusiasta cantor que lleva editados 10 materiales discográficos para niños (“En el jardín”, “De árbol a estrella”, “Bicha y Bicho”, “Pipirrulines”, “Talindo”, «Que el nombre te nombre”, “El duende de los sueños”, “Cantemos por la paz”, “Anidando sueños” y “La Hora del Mar”) y seis para adultos con un Libro-CD que contiene poesías musicalizadas de Daniel Viola.
Más de su currículum: Presentó el unipersonal para niños “Todos a cantar con todo” y el taller “Cómo llegar a la canción” en Congresos y Encuentros internacionales referidos a la educación y a la infancia. Ese trabajo recorrió Brasil, Uruguay, Venezuela, Colombia y varias provincias argentinas.
Recibió el 2º premio en el primer Concurso de interpretación musical, con “La canción infantil viene a cuento», presentado en la 189 Feria del Libro Infantil y Juvenil, en Buenos Aires 2007.
Participó en el “9º Encuentro de la canción infantil latinoamericana y del Caribe” y realizó giras por distintas ciudades de México contratado por el Gobierno de Chiapas, siempre a través del Consejo Estatal para las Culturas y las Artes de ese distrito.
En abril de 2010 dictó talleres para niños y docentes y actuó con el unipersonal para niños en la Escuela Nueva Cultura Bogotá Colombia. Entre 2010 y 2015 coordinó el “Grupo de niñas y niños cantores” y el “Taller de Canto para adultos” correspondientes a la Dirección de Cultura de Villa María.
En 2011 fue invitado con su show al Festival Latinoamericano de la Canción Infantil en Bogotá (Colombia). Entre 2018 y 2022 coordinó el Grupo de niñas y niños cantores y Adultos que se expresan cantando en la Municipalidad de Ticino.
Participó en el 10º Encuentro Latinoamericano y del Caribe de la canción Infantil llevado a cabo en Riberao Preto, Brasil, en Octubre de 2011. Fue galardonado con el Premio Litertura (LIiterarte 2012) en la categoría Creatividad y Originalidad por la obra “Todos a cantar con todo”, en Petrópolis, Brasil, septiembre de 2012.
– No te falta nada
– Sí, poder actuar en Monte Hermoso legalmente, con un permiso. Este año, además, comencé con la grabación de poesías –que pertenecen a Edith Vera- musicalizadas. Apuesto mucho a la reflexión y soy un aficionado de la escritura.
“Casi todas las canciones son de mi autoría (letra y música), aunque también elijo temas de autores contemporáneos o convierto en música historias o anécdotas de amigos o allegados”.
Los Manfredini-López viven de la música, actuando, viajando o enseñando: Cecilia es maestra de música en la Escuela Bianco de Villa María, y Juan Manuel y Ailén estudiaron canto y actividades lúdicas, además de intercalar voz con instrumentos.
“Queremos que disfruten, que hagan su vida, no pretendemos que sean artistas, solo aspiramos, como padres, a verlos felices”, destaca Raúl, dirigente de distintos grupos de niños y adultos cantores que se expresan desde hace más de 35 años.
Juntos a la par
Desde que tiene uso de razón, Raúl asegura que su oído musical lo hizo crecer en esta pasión que heredó de su padre (Rubén Duilio).
“El trabajaba en la tradicional y aún vigente fábrica de guitarras ´Romántica’, de mi ciudad. Era un artesano del lustre, cantaba cuando pulía y su voz conquistaba el amplio galpón donde todavía hoy suenan sus estrofas. Siempre quiso que yo siga ligado a la música, pero nunca necesitó decírmelo porque yo me había fanatizado de chiquito con el hecho de cantar”, comentó el casildense con apenas un poquito de acento cordobés.
“Con el sonido fuerte de la pulidora lograba contagiarme su canto y energía. Cuando yo era muy pequeño, a los 5 años, me trajo una guitarra que era más grande que mi cuerpo, pero al ponerla en mis faldas sentí que realmente comenzaba a acariciar las cuerdas musicales. El sonido se apoderó de mí sin siquiera saber tocar. A partir de allí comenzó un largo viaje. Empecé a estudiar con maestros que venían de otra ciudad porque Casilda no había; una época inolvidable”, recordó con nostalgia.
“Pasó el tiempo y comencé a estudiar teoría y solfeo con el profesor Orlando Ludueña. Crecí como músico y empecé a entender mi relación con la guitarra y el canto. Me presenté en muchos festivales, siempre con el sueño de llegar a algún lugar, pero entre ganancias y pérdidas me defino como un cantante modesto, interesante y digno de escuchar. En 1984 gané el premio revelación en Cosquín junto a Teresa Parodi, y ahí comenzó otra historia. Siendo profeta en mi tierra, le abrí camino a mi propio destino con el único fin de conseguir una identidad que en este ambiente no se construye de un día para el otro”, afirmó con criterio.
Unido en el matrimonio desde hace 14 años, junto a Cecilia le contagiaron el arte de la música (“por los poros, por los óidos y por el hecho de sentir”) a Juan Manuel, que nació en 2008, y a Ailén, que este año termina la primaria.
“Siempre fui una persona abierta. Vamos a donde nos llamen. Cada Día del Niño nos contratan desde distintos lugares y estamos presentes en diferentes fiestas. Recuerdo que una vez estuvimos en el cumpleaños de una abuelita de 93 años. Todos se engancharon para cantar, fue una jornada memorable y emocionante”, repasa Raúl.
Pensando en el futuro, sostiene “el presente es demasiado intenso como para ir haciendo suposiciones. Tengo proyectos, por supuesto, pero prefiero pararme en el hoy y agradecerle a la vida por estar vivo y tener una guitarra siempre a mano. Con la música me acerco a gente que está lejos, es una conexión que varía entre lo mágico y lo real. En esa transmisión imaginaria no hay ideologías de ningún tipo, es pura poesía, dar y recibir; no hay nada más lindo que un aplauso, una sonrisa o un abrazo”.
Todo gracias a la música
Era el turno de “ella”, una enamorada de la naturaleza, de la paz interior y de ese canto que le brota por vocación.
“Al vivir en una provincia mediterránea, en plena llanura pampeana, estamos a un paso de las encantadoras Sierras de Córdoba, pero el mar despierta los sentimientos más íntimos, esa necesidad de estar en un lugar encantador y magnífico. La puesta del sol, el agua templada y una buena terapia en la playa son bendiciones incomparables. En el último viaje conocimos el Paseo del Pinar, súper recomendable”, dice Cecilia, sensibilizada al momento de referirse a Monte.
“El paseo por la ciudad, por la zona del Faro, el Sauce, acercarnos a las lanchas de los pescadores para disfrutar de todo lo que ofrecen, escuchar sus historias… Son sensaciones únicas e inigualables. Monte cuenta con lugares mágicos, con gente muy cordial y hospitalaria”, suministró, con voz pausada, esta docente con una expresión artística indisimulable al momento de interactuar.
– Raúl de Casilda, vos de Villa María, ¿dónde y cómo se conocieron?
– Todo se dio gracias a la música. Como docente siempre me interesó capacitarme, buscar canciones nuevas, metodologías distintas para poder enseñar este arte mediante la interpretación y la práctica de instrumentos. Una amiga (Coqui) me invitó a un Encuentro de la Canción Infantil en Buenos Aires (dentro del marco del Movimiento de Música para Niños) y ahí estaba Raúl, al que vi por primera vez arriba del escenario, interpretando temas de un disco que había grabado con melodías de María Teresa Corral.
– Ya sé, fue a amor a primera vista
– Nooo, ja, ja. Cuando terminó de actuar, empezó a gritar “¡Libertad, libertad!”, lo vi tan loco que me generó un cierto rechazo, en ese momento me sentí incómoda pese a que veía en él un hombre auténtico, desestructurado y desenvuelto. Como mi amiga me insistía: «Él es para vos, no lo dejes escapar!!», me atreví a conocerlo pese a que yo era una maestra y música formal y de bajo perfil.
Raúl fue muy amable, charlamos y nos intercambiamos números telefónicos, pero no pasó nada, no era el momento.
“A los dos años, Coqui me volvió a invitar al mismo Encuentro, y ahí lo vi por segunda vez.
Charlamos bastante, hubo onda y decidimos empezar `algo´. Fueron 24 meses de una relación que se construyó viajando, venía él a Villa María o iba yo a Casilda (ciudades separadas por 238 kilómetros). Fueron momentos lindos, muy intensos, con una particularidad que marcó nuestras vidas para siempre: Raúl compuso el disco `El Duende de los sueños´ en los viajes que hacía cada vez que venía o se volvía. Lo publicó en septiembre de 2008, tres meses después del nacimiento de Juan Manuel.
– Pará, no te adelantes, ¿por qué esa obra es especial?
– Vuelvo a 2004, cuando se inició la relación. A los tres años decidimos convivir y Villa María fue el lugar elegido por ambos. Raúl vino por mi y por el río, una de las atracciones y las bendiciones que nos da la ciudad donde residimos. La costanera y la vida a la vera del río te llenan de energía.
Nació Juan y a los cinco años y medio Ailén, ambos familiarizados con la música porque cunado estaban en la panza, todos los días, escuchaban los temas de `El Duende de los sueños´, un disco entrañable, con canciones de cuna que te despiertan las fibras más íntimas.
“Nuestros hijos son dos soles, fueron muy esperados y los rodeamos con valores y buenos consejos para que puedan crecer sin complejos. Por eso nos encanta ir a Monte, porque compartimos lo que tanto nos llena, que es el mar, tan inmenso como el amor que nos tenemos como familia”.
“Raúl es una persona espontánea y extrovertida, al lado de él me animé a desenvolverme, a ser yo, a subirme a un escenario a cantar, a expresarme mediante la música, algo que yo venía haciendo pero desde un rol docente sin demasiada popularidad”.
Las voces de los “peques”
“La música está impregnada en mi, es algo de todos los días, me gusta escuchar y componer, sea cantando o tocando el piano. Monte Hermoso es un lugar que me inspira, por eso canté en la playa. Me hice de amigos y ya les avisé que los iba a visitar otra vez; el mar es maravilloso, jugar con las olas y contemplar esa infinita cantidad de agua salada es algo que extraño todo el año. Jugar al vóley, al fútbol, compartir con gente con buena onda, es el momento que tanto estoy esperando”, dijo Juan Manuel.
“La música es alegría y la tomo como un juego. Canto porque me gusta, también toco el piano, y que la gente te aplauda es hermoso. Quiero ir ya a Monte, a visitar la playa, la plaza y la calesita”, de Ailén (nombre que en mapuche significa brasita, que convoca alrededor del fuego).
El poder del agua de mar
Raúl aclara que, además de la música, uno de los sustentos de la familia es vender filtros de agua de cerámica Condorhuasi, anticipando que es muy importante concientizarse sobre las propiedades que ofrece, para la salud, el agua de mar, tomarla en forma isotónica: “en una botella de medio litro (de vidrio), ponés tres cuartos de agua dulce, le agregás una parte de aguar de mar y jugo de limón”.
“Así lo explica el prólogo de un libro que escribió Laureano Domínguez, “Nos quedaba el mar”, donde se refiere a que ese agua desintoxica el organismo y desecha las impurezas del cuerpo”, avisa con entusiasmo.
“Hace tres años me había enterado de este proceso por una médica naturista que me atendía en Córdoba; ella me había insistido mucho en que comenzara a probar el agua de mar por todas las propiedades que tiene, por los minerales y nutrientes que le aporta a nuestra salud. Yo no sabía, pero el agua de mar administra todos los elementos de la tabla periódica, no se contamina con nada y es pura de verdad”, resaltó.
“Conocí el método, pero por no tener un contacto asiduo con el agua de mar, interrtumpí la ingesta. Hasta que en mi primera incursión a Monte conocí a Walter Leguizamón, cultor, difusor y transmisor de los beneficios del agua de mar. Realmente no hay problemas físicos que no se puedan tratar con agua de mar, es impresionante cuando uno estudia e investiga sobre este fenómeno sin igual. Por él y su familia, con la que nos hicimos muy amigos, comencé a tomar otra vez agua de mar, y en Córdoba me uní a un grupo de gente que comparte esta sana costumbre. Allá llegan en bidones, por un transporte, pero bueno, en enero la vamos a tener al alcance de la mano”, declara Raúl con la ilusión a flor de piel.
Según cuenta, “en una botella, el agua se purifica a medida que los sedimentos y la sal van quedando en el fondo del envase. Existen campañas muy fuertes en el mundo para este tratamiento, que apuntan a la salud de la gente sin negocios de por medio. En Mar del Plata y Pinamar hay movidas muy grandes con el ´Agua de mar solidaria´. Hay que probar”.