El empleo de la madera en el vino brotó desde tiempos inmemoriales. En sus inicios, los barriles de madera se usaban para almacenar y transportar el vino y poco a poco se convirtió en una práctica que se ha mantenido hasta nuestros días.
Las barricas de madera influyen en el vino en tres dimensiones fundamentales: En los aromas del vino; en hacer que el vino tenga un sabor menos astringente y más suave; y en aportar excelentes condiciones físico químicas que se reflejan en aspectos como el color del vino y su potencial de envejecimiento.
¿Qué tipos de barricas de madera son las más utilizadas?
Barriles de maderas tales como el pino, el castaño, el fresno y el cerezo fueron comunes en los primeros tiempos de crecimiento de la producción vinícola. Sin embargo, estos tipos de barricas de madera fueron prácticamente desplazadas por el roble, el motivo no es otro que la igualdad de criterios en los enólogos en cuanto a sus propiedades físicas y aportes aromáticos al vino, además de que es el que mejor respeta las características organolépticas del vino, diseminándose así el empleo del roble francés y el roble americano, aunque también y, en menor medida, son demandados robles húngaros, eslovacos, ibéricos e ingleses.
El tipo de barrica a elegir depende del vino que deseamos obtener, pues cada uno agrega distintos sabores y texturas al vino. Es por eso que la mayoría de las fichas técnicas de los vinos nos aclaran si ha sido envejecido en roble francés o americano.
Barricas en bodega
El roble francés tiene un grano más fino, lo que significa que sus poros o espacios de aire son más pequeños. Esta característica impide que el vino penetre muy profundamente en el roble, reduciendo la superficie de contacto con el vino, obteniéndose como resultado un sabor de roble suave y delicado.
Por otro lado, el roble americano tiene un grano más grande. Esto implica que al tener mayor superficie de contacto con el vino este reciba una mayor intensidad de sabores y de taninos del roble.
Qué aporta la madera al vino
Se deben tener en consideración tres elementos importantes al elegir las barricas, de acuerdo a las características del vino que deseamos obtener: su tamaño, su edad o nivel de uso, su origen y el tipo de madera con el que está fabricada.
Al ser la madera como un ser vivo, le transmite sus cualidades al vino y le aporta diferentes matices organolépticos que se reflejan en las diferentes notas de cata.
Fase visual: Tanto en el vino blanco como en el tinto, la madera hace que el color del vino luzca más intenso. Esto es debido a que los taninos de la barrica reaccionan con los antocianos del vino, los cuales son los encargados de proporcionar su coloración, proveniente de la piel de la uva.
Tostado de barrica
Fase Olfativa: Los aromas que aporta la madera al vino también dependerán del tipo de madera y del tiempo de envejecimiento. Además de percibir el aroma característico a roble, nos podemos encontrar con aromas de vainilla, regaliz o anís, y en función del grado de tostado que tenga, encontraremos también aromas a especias, caramelo, café, chocolate o ahumados. Los fenoles volátiles, principalmente en los tintos, nos recuerdan al olor a cuero, lactosas que evocan a nuez de coco y otros a la almendra tostada.
Fase Gustativa: El sabor que aporta la madera al vino dependerá del tiempo de envejecimiento en barrica. A partir de los seis meses podemos comenzar a apreciar sabores de vainilla o caramelo. Además, la crianza en barrica añadirá cuerpo y estructura al vino.
Durabilidad
La barrica hace que se prolongue la vida del vino, debido a que la madera proporciona los taninos que ayudan en el proceso de envejecimiento. Esto constituye una fuente valiosa de conservación y evolución del vino.
Es magia lo q hace la madera! Realmente increíble… Para disfrutar en cada sorbo.