Entre los visitantes que cada año disfrutan de las playas de Monte Hermoso hay un grupo particular que ha convertido la ciudad en su destino de descanso y renovación espiritual. Se trata de un grupo de sacerdotes de la Arquidiócesis de Rosario, quienes han encontrado en este rincón de la costa argentina un lugar ideal para sus vacaciones.
Uno de ellos es el padre Federico Germán Maulani, quien compartió con Noticias Monte Hermoso su experiencia y la razón por la cual, junto a sus compañeros, elige cada año este destino.
«Desde muy chico veraneaba en Monte Hermoso con mi familia, así que ya conocía bien esta playa. Cuando me ordené sacerdote, siempre tuve el deseo de venir con mis compañeros y vivir esa experiencia juntos. Se los propuse y, con el tiempo, encontramos la oportunidad de hacerlo realidad. Así fue que llegamos a conocer al padre Walter, quien nos abrió las puertas y nos permitió venir año tras año», comenzó contándonos el padre Federico, muy predispuesto para compartir lo que se llevaron del paso por nuestras playas.
– ¿Qué es lo que más los atrae de Monte Hermoso?
– Lo que más valoramos es el ambiente familiar. Aquí conviven adolescentes, jóvenes, familias y adultos mayores con mucho respeto y tranquilidad. Hay un clima de comunidad donde la gente se ayuda mutuamente. Además, la ubicación es ideal: está cerca de Bahía Blanca, que para muchos es una salida natural hacia la costa.
Por supuesto, otro factor clave son las playas, que tienen una calidez especial. Nos gusta alejarnos del centro y buscar sectores más tranquilos para descansar. Las olas suaves y las temperaturas agradables hacen que sea un lugar ideal para relajarnos.
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– ¿Y cómo resuelven el hospedaje durante su estadía?
– Para los sacerdotes, pagar un alojamiento puede ser complicado. Existe una tradición en la que algunos sacerdotes, al irse de vacaciones, reciben a otros en sus parroquias a cambio de ayuda pastoral. En nuestro caso, el padre Walter nos dio esa posibilidad. Nos pusimos de acuerdo y, desde el primer momento, nos recibió con mucha alegría.
Al pasar los años, el vínculo se fortaleció y no solo nos sentimos como hermanos en el sacerdocio, sino también como amigos. Además, la comunidad de Monte Hermoso nos acoge con mucho cariño, siempre atentos a lo que podamos necesitar.

– ¿Cómo es la relación con la comunidad local durante estos días que pasan de veraneo? Vimos que han celebrado algunas misas y se los vio activos en la parroquia…
– Sí, ¡es un trato de gran generosidad! Nosotros también tratamos de devolver ese cariño acompañando en distintas celebraciones: hemos realizado responsos, bendiciones de casas, confesiones, dirección espiritual y, por supuesto, misas. La gente lo agradece muchísimo y sentimos que no solo venimos a descansar, sino que también nos fortalecemos espiritualmente gracias a esta experiencia.
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– ¿Qué mensaje le gustaría compartir con la comunidad?
– Queremos expresar nuestro profundo agradecimiento a la comunidad de Stella Maris y especialmente al padre Walter. Aquí no solo disfrutamos del descanso y la naturaleza, sino que también experimentamos la iglesia como familia.
A pesar de que somos de otra diócesis, sentimos el valor de la hospitalidad y la caridad cristiana. Monte Hermoso nos ha recibido con los brazos abiertos, y cada año nos reencontramos con esa calidez que lo hace un destino especial.