Cada mes de noviembre la transición primaveral ofrece el singular espectáculo de los jacarandás florecidos, paisaje que adorna varias arterias de Bahía Blanca, brindando en especial un grato recibimiento a quienes ingresan a la ciudad por calle Brown.
La especie fue plantada en las veredas bahienses en la década de 1990, como parte del plan de arbolado urbano de entonces. También Buenos Aires lo exhibe entre sus principales plantaciones urbanas, gracias a la iniciativa del paisajista francés Carlos Thays a fines del siglo XIX, creador de plazas y paseos públicos en la Capital Nacional y en varias provincias.
Para no dejar guardadas estas atractivas postales que integrantes de nuestro equipo de redacción capturaron en sus visitas y traslados por la vecina ciudad, las compartimos, resaltando este aspecto positivo de la urbanización que reluce en esta época.
Urbanismo, medio ambiente y calidad de vida
Diversos autores, en todo el mundo, han destacado la importancia del urbanismo en las ciudades con relación al profundo impacto en la calidad de vida de los habitantes y en el ambiente. Un diseño urbano adecuado no solo favorece el desarrollo del bienestar físico y emocional de las personas, sino que contribuye a la sostenibilidad ambiental e incluso al desarrollo social y económico en las comunidades.
El Papa Francisco, en su encíclica Laudato si’, sobre el ciuadado de la Casa común, subraya la necesidad de pensar en las ciudades como espacios integradores, donde el respeto por el ambiente y el bienestar humano vayan de la mano. Dice en ese sentido:
«Hace falta cuidar los espacios comunes, los marcos visuales y los hitos urbanos que incrementan nuestro sentido de pertenencia, nuestra sensación de enraizamiento, nuestra ‘sensación de hogar’ dentro de la ciudad que nos contiene y nos une» (Laudato si’, 151).
También resalta el pontífice la necesidad de que este cuidado tenga en cuenta especialmente a los sectores más bulnerables de las sociedades, buscando que los desarrollos urbanísticos no se limiten a embellecer solo los sectores donde se llevan a cabo las transacciones, los «centros» urbanos, sino que se contemplen las periferias, generalmente abandonadas al devenir de los habitantes con menos recursos.