El rubro de los alimentos es de los que más empuja la inflación y si se pone una lupa sobre esa categoría se podrá ver que los más saludables son los que más aumentaron.
Lo dicen las estadísticas y lo ratifican las góndolas y los tickets de los supermercados, los almacenes comunes y naturistas, y las verdulerías.
El Centro de Estudios sobre Políticas y Economía de la Alimentación (CEPEA) le contó a Clarín hace pocos días que nunca fue tan caro comer sano en Argentina como ahora.
La canasta saludable en agosto alcanzó un valor histórico: 201.000 pesos; con un incremento récord de un mes al otro: 12.17 por ciento más que en julio, cuando estaba en $179.200.
De ese valor estipulado para una familia de cuatro personas, dos adultos y dos menores, el 60% corresponde a alimentos nutritivos (deficitarios en la dieta de la población en general y de la de menores ingresos en particular). Se refiere a verduras, frutas, legumbres, los lácteos y el pescado.
«Para proteger el componente más nutritivo y esencial de la alimentación hay que destinar no menos de $125.000 por mes. Obviamente, hay que gastar otros $75.000 en el resto de alimentos menos esenciales pero necesarios (harina, aceite, sal, entre otros)», explica Sergio Britos, director de CEPEA y nutricionista, sobre cómo se forma el valor de esa canasta ideal, en una nota que publica el diario porteño.
En esta comparación entre lo que deberíamos comer y la canasta básica sugerida por el INDEC, en los últimos cinco años que midió CEPEA junto a la carrera de Nutrición de la UBA, la canasta saludable llegó a estar hasta un tercio más cara. Ahora es peor.
Mientras que una vecina de Barracas se sorprende de que le cobraran $600 pesos por seis huevos en su verdulería habitual, una de Villa Crespo se jacta de ser una «comparadora atenta a las variaciones de precios» aunque admite que ya no puede «retener cuánto estaban las bananas la semana pasada, frente a las de la última compra».
Esa desorientación de los clientes la describieron verduleros de tres barrios cuando la papa, que es el producto más barato del Mercado Central, en un momento superó los $900 el kilo.
«Los alimentos más saludables son los que más aumentaron desde la devaluación posterior a las PASO. Ya en esa semana se informó de aumentos de hasta 47% en muchas frutas y verduras. En la última semana de agosto muchas consultoras señalaron suban de casi 4% para carnes y un 2% para frutas y verduras, algo que nosotros también notamos en nuestras recorridas por supermercados y almacenes», según dice Claudia Collado, titular de Acción del Consumidor (Adelco).
Respecto a los otros gastos «obvios» que no pueden faltar en ninguna canasta, Collado remarca que «subió mucho la harina, entre el 34 y el 41 por ciento, el aceite un 26%, yerba mate un 37%». Según sus relevos, la leche larga vida subió un 15 %.
«Se nota claramente que las opciones más saludables pierden la batalla contra la inflación y los consumidores tienden a comprar lo que menos cuesta y menos nutre. Se incrementa el consumo de productos pobres en proteínas y altos en hidratos de carbono, como fideos, polentas, arroz», puntúa.
Distorsiones
Un huevo (uno solo) ya cuesta 100 pesos, entre 86 y 95 si se compra por maple de 30, pero en supermercados y almacenes son más caros aún.
Se trata de un alimento que está en ambas canastas, al igual que la carne o las verduras, frutas y legumbres, y las mediciones son dispares.
Por ejemplo, en contraste con la canasta del INDEC, la de CEPEA indica un consumo menor de carnes: pasaría de 160 gramos diarios por persona a 100 gramos.
En agosto el Índice de Precios al Consumidor de la ciudad de Buenos Aires (IPCBA) registró una suba del 10,8%, empujado por alquileres y los servicios, pero también por la suba del costo de los alimentos y bebidas. En esa categoría, el incremento interanual es del 130,3%.
El precio de la carne y sus derivados subió un 19,2% respecto a julio, seguido del aumento del 15,9% de las verduras, hortalizas y legumbres. El tercer ítem que más subió agrupa a los panes y cereales, un 10,4%, y el cuarto es la leche, todos los productos lácteos y los huevos, que subieron un 7,7%.
Los 5 alimentos nutritivos que más aumentaron
Las lentejas pasaron de $799 a $824. Britos aclara que «lo ideal es cambiar mucho del exceso de harinas blancas y panificados, por legumbres».
Pero el primer lugar en aumento de la canasta saludable se lo llevan las verduras frescas.
«Hoy en día, por ejemplo, de estación, la zanahoria está más barata pero no la calabaza o la espinaca». Siempre según el IPCBA, el zapallo subió de $269,83 en julio a $286,52 en agosto y la acelga, que es de estación y debería ser económica, bajó apenas $1, está $228 por atado.
El segundo lugar está compartido con el huevo, pero la carne, una porción chica, cuesta por lo menos el doble y también está en el primer puesto de lo más caro.
El tercer puesto es para las frutas frescas. Las cítricas son de estación, a mejor precio frente a otras, a diferencia de la banana, que mostró un alza notoria.
La estadística porteña dice que la mandarina pasó de $407 en julio a $452,29 por kilo el mes pasado. También subió la manzana: de $674 a $760.
El cuarto puesto es para todos los lácteos. «Podés hacer yogur casero o comprar las variedades más económicas, preferir los que tienen menos azúcares agregados, o cereales o frutas. Si hay que comprar, lo mejor es el yogur natural más económico y comerlo con trocitos de frutas cítricas», recomienda el especialista.
En el quinto puesto está el pescado, que siempre es costoso en Argentina, donde se consume muchísimo menos que la carne vacuna, el pollo o el cerdo. Una lata de atún, por ejemplo, pasó de $712,31 a $794.
«Hay que incorporar pescado al menos una vez por semana. Hoy el filet de merluza se consigue un poco más barato que la carne: no hace falta comer carne vacuna más de dos veces por semana: ahí se puede ahorrar y volcar parte de ese ahorro al pescado».
La carga impositiva en alimentos saludables
Monica Katz, nutricionista y autora de «Somos lo que comemos», es consciente de los aumentos entre lo saludable pero remarca que es un mito que sea prohibitivo comer sano, si se toman mejores decisiones individuales y desde el gobierno. Refiere que las arvejas, las lentejas y el arroz «no están tan caros, aunque, sobre todo el arroz, puede faltar en las góndolas».
¿Qué pasa con los alimentos más específicos para una dieta nutritiva? «Todo alimento modificado, para celiaquía, hipertensión o diabetes, (que también lo consumen quienes no tienen esas afecciones) tiene mayores costos y el mercado aprovecha y les pone precios más altos. Estos productos suben más», remarca.
En ese punto, también suma lo que pasa en alimentos clásicos de la canasta saludable que tienen una carga impositiva que, propone, debería reformarse. «Las frutas y verduras tienen un 37% de impuestos y el agua embotellada tiene 8% de impuestos, mientras que el vino está exento», compara.
En esa línea, Britos sugiere que una solución simple desde las políticas alimentarias sería «aplicar directo un descuento del 25% en la tarjeta de Asignación Universal por Hijo (AUH) y a los jubilados apenas el lector en caja escanee cada producto esencial para comer sano».